retrato de la Gran Duquesa María Teresa de Luxemburgo en su despacho
La vida de la Gran Duquesa y el Gran Duque de Luxemburgo discurría como siempre hasta que en 2019 todo cambió: el gobierno del pequeño país europeo encargó una auditoría del uso que hacía su casa ducal de los fondos públicos y eso degeneró en convertir a la esposa del gran duque Enrique de Luxemburgo en «la mala» de la película. La Gran Duquesa María Teresa , que nació cubana y sin una gota de sangre azul ha sido la gran damnificada del informe Waringo que llegó en febrero de 2020 y no la dejaba bien parada. Ya ha pasado más de un año desde que estalló aquel escándalo y, paso a paso, la consorte del gran duque luxemburgués ha empleado este tiempo a ser discreta e intentar limpiar su imagen en los medios, ¿pero lo ha conseguido? Su última entrevista televisiva deja algunas dudas en el aire.
De una cosa derivó otra. El informe Waringo que auditaba las cuentas de la familia que gobierna el país descubrió un dato sorprendente: desde 2015 un tercio de los empleados que habían trabajado para la corte había abandonado su trabajo. Un periodista llamada Pol Schock creyó dar con la clave del problema: la Gran Duquesa y su maltrato al staff que incluía episodios de violencia física.
El Gran Duque intentó defender a su esposa vía comunicado oficial, pero el daño a su imagen ya era irreparable. La idea de una noble manipuladora, que había concentrado en sus manos demasiado poder y que se desquitaba con sus empleados era demasiado poderosa como para intentar aplacarla con una lánguida declaración en redes sociales afirmando que su mujer era una « madre de cinco hijos y abuela amantísima» que se desvivía por defender a todas las mujeres.
El informe Waringo, la investigación policial de los supuestos malos tratos a los empleados de palacio y la opinión pública en contra forzaron a la familia reinante a tomar medidas drásticas. La primera fue que la Gran Duquesa perdió para siempre su papel en palacio para pasar a ser, simplemente, la consorte del duque; una alejada de cualquier decisión que hubiera que tomar sobre el funcionamiento de la casa ducal. «Hay un organigrama que muestra quién se encarga de qué y no hay lugar para la Gran Duquesa», afirmó Xavier Bettel, el Primer Ministro luxemburgués.
Tras una conveniente desaparición desde febrero de 2020, 2021 no pintaba mejor para la gran duquesa. En enero la web de la familia ducal fue reformada y su imagen eliminada de la portada. Su perfil se incluye sin destacar entre los demás perfiles del resto de la familia.
Pero tras ser colocada en su institucional segundo plano de forma oficial con este cambio, una nueva campaña empezó a fraguarse a su alrededor. En febrero, el día de los enamorados (que es justo el día de su boda) se colgaron unos posados de la pareja ducal más enamorados y cómplices que a los veinte. Tenían buenos motivos para mirarse con arrobo: ese mismo mes se archiva la causa por los episodios de violencia contra el staff. Staff que, convenientemente, fue renovado por completo.
En septiembre se inicia la campaña de reconocimientos internacionales. Los titulares sobre la gran duquesa están 100% ligados a su labor humanitaria. Es proclamada Campeona de la lucha contra la violencia sexual en conflicto y se anuncia que el foro que creó en 2019 para llamar la atención sobre el uso de la violación como arma de guerra colaborará con la ONU. Un par de meses más tarde desde el Principado de Asturias viaja una delegación a Luxemburgo para darle la condecoración del Real Cuerpo de la Nobleza.
Pero es noviembre cuando decide dejar oír su voz en una televisión desde que estalló el escándalo, eso sí, lo ha hecho en una televisión que poco o nada tiene que ver con Luxemburgo y, quizá, lo que pretendía ser una entrevista blanca y sin polémicas no ha sido tan naif como ella quisiera.
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«Al principio (su suegra) fue muy cordial conmigo. Luego las cosas cambiaron. (...) Como latina, al ser muy expresiva, provoqué mucho cariño de parte de la gente. ¿Celos? Quizá», ha declarado dando a entender que, efectivamente, nunca se llevó bien con su suegra, Josefina Carlota de Bélgica, y que posiblemente ese desencuentro estaba motivado porque la madre de su esposo estaba celosa de ella muestra que la gran duquesa sigue sin ejercitar del todo un ánimo conciliador a pesar de los pesares.
Pero lo más significativo es poder leer entre líneas en su respuesta sobre el informe Waringo y la repercusión que ha tenido en su inexistentes funciones actuales: «Se tomó una decisión y se dijo que todo lo que yo pudiese hacer humanitario es parte de mi vida privada, no de mi vida oficial. Así que me da la libertad, por primera vez en 40 años, de poder dar esta entrevista. Hoy lo hago con mucha felicidad... en mi cualidad privada». ¿No suena un poco a que sigue molesta por la decisión de apartarla? ¿O es una declaración de intenciones de que en su vida privada puede usar su cargo como mejor le convenga?