La reina Sofía saluda al gentío que acudió a la Catedral Metropolitana de Atenas, acompañada por la infana Elena e Irene Urdangarin. / gtres

LA REINA SOFÍA, LA MEJOR VESTIDA

Tres mini crisis en la boda de Teodora de Grecia: infantas con looks de los 90, el truco de Olympia para eclipsar a su prima española y el plantón de Máxima

No hubo royals sofisticados que no se apellidaran Miller. Al final, la esperada boda de Teodora de Grecia con Matthew Kumar no alcanzó gran relevancia. Se quedó en un evento puramente familiar.

En la gran boda griega de Teodora, con vestido de novia de cuento, pudimos ver a las infantas Cristina y Elena unidas por su amor por el azul, y apoyar el gusto y la clase de la reina Sofía, que eligió un vestido made in Spain. Pero, pese a todas las esperanzas de sofisticación defraudadas, la enorme sonrisa del novio en la cena previa y la ceremonia en la Catedral Metropolitana de Atenas no se podía falsear. Como el gato de Cheshire, Matthew Kumar lució enormemente satisfecho y hasta alargó un segundo de más el beso que ofreció al gentío, cientos de personas, que esperaba a los novios en la puerta del templo. Teodora de Grecia, la última por casar de la prole de Constantino y Ana, se vistió dos veces de blanco: en la boda y en la cena previa al enlace.

Es comprensible que Teodora de Grecia, comprometida desde 2018 y novia frustrada en tres ocasiones (en dos de ellas, tuvo que suspender debido a la pandemia y el fallecimiento de su padre, el rey Constantino), quisiera subrayarse como protagonista. Para complicar aún más la cuestión del foco, entre sus invitadas estaban Marie-Chantal Miller y su hija Olympia, casi siempre las más elegantes de cualquier reunión. Desafortunadamente para Teodora, también de esta.

Puede que, en la cena de la preboda, Olympia apareciera deslumbrante, vestida de plata cual bailarina de ballet, en venganza por el vestido de dama de honor que tuvo que llevar en la ceremonia. Coincidió con la reina Sofía y su look de camisola y pantalón, también plateado. La emérita, por cierto, triunfó con el dos piezas color fucsia de Alejandro de Miguel que llevó a la catedral de Atenas. Olympia y Sofía fueron las dos mujeres más elegantes del enlace.

Arrieta y Olympia, vestidas de damas de honor de Teodora de Grecia. / gtres

El deseo de brillar de la novia pudo leerse en su vestido nupcial, un pomposo e híper decorado diseño de Celia Kritharioti. Llevó, además, la tiara Jedive de Egipto, regalo del último virrey a Margarita de Connaught, reina consorte de Suecia y bisabuela de Teodora. Sin embargo, sus damas de honor, Olympia y Arrieta, hija de Alexia de Grecia y Carlos Morales, se enfundaron el mismo diseño minimalista, azul satinado. La hija de Marie-Chantal, listísima, ajustó al máximo el cuerpo de un vestido nada favorecedor.

Pablo, Marie-Chantal y sus cuatro hijos Miller ofrecieron a los novios el toque cosmopolita, elegante y contemporáneo que cualquier boda'royal necesita para ser relevante. De hecho, se rumoreó que Máxima de Holanda asistiría, dada su pasión vacacional por Grecia. Las crónicas echaron también en falta al rey Felipe VI y a Federico de Dinamarca, primos de Teodora que, además, asistieron a los enlaces de sus hermanos. Todo se frustró, finalmente, para terminar en una gran boda griega, sí, pero más familiar que global.

Irene y Anna María llevaron vestidos de sus madres

La participación española en este enlace tuvo más que ver con el espíritu 'vintage' de la novia que con la sofisticación estilizada del clan Miller. De hecho, el look que la infanta Cristina llevó a la preboda podría haberse diseñado tranquilamente en 1989 o 1990. Lo mismo puede decirse de los vestidos que lució Irene, con demasiada tela para una silueta tan joven y escueta. Al menos uno de ellos, el de la boda, era de su madre. También Anna María, hermana de Arrietta, llevó a la preboda un vestido de su madre, Alexia de Grecia. Por economizar que no quede.

La llegada de la reina Sofía y las infantas Elena y Cristina a la ena previa a la boda de Teodora de Grecia. / INSTAGRAM (@GREEKROYAL)

La infanta Elena, al menos, pudo refugiarse una vez más en las señas de identidad de lo castizo: siempre le funciona. A la cena previa a la boda acudió con pantalones negros y un gran mantón de Manila. A la boda, con un previsible pero resultón vestido de lunares azul marino que, eso sí, le sentaba como un guante. No ocurría así con el vestido azul que lució Cristina, tan poco favorecedor en sus hechuras como el de las damas de honor.

Hubo otros royals en la lista de invitados: la princesa Benedicta de Dinamarca, (tía de la novia) el príncipe Alejandro de Serbia (su padrino de bautismo), el príncipe Christian de Hannover y Sassa de Osma o Tatiana Radziwill. Estuvo, además, Chantal Hochuli, primera mujer de Ernesto de Hannover y madre de los príncipes Ernst August y Christian.

Novios, familiares e invitados celebraron, después de la boda, una recepción en el hotel de cinco estrellas One&Only, situado en la playa de Glyfada, a menos de 20 kilómetros de Atenas. Hoy es un espectacular resort al borde del mar Egeo con una decoración que evoca a la Riviera ateniense, pero hace algunas décadas allí estuvo el club The Stars, donde la reina Sofía y el rey Juan Carlos celebraron la fiesta de su boda. Una coincidencia, cuanto menos, curiosa.