La infanta Elena, exultante en la boda del alcalde de Madrid junto a su hijo Froilán. / GETTY IMAGES

A LOS 30 AÑOS DE CASARSE

El último capítulo de la guerra silenciosa entre la infanta Elena y Jaime de Marichalar: Froilán en el disparadero

Conocemos la especial conexión entre Victoria Federica y Jaime de Marichalar. Sin embargo, el ex de la infanta Elena parece cada vez más distanciado de su hijo mayor, Felipe Juan Froilán.

Se cumplen ahora 30 años de la esperadísima boda de la infanta Elena con Jaime de Marichalar, un enlace que fue el primero que la Casa Real española celebró ya en democracia. El casamiento de la primogénita de los reyes Juan Carlos y Sofía sorprendió por la celeridad del noviazgo y la personalidad, algo apocada, del circunspecto novio. El soriano, sin embargo, no se dejó amilanar. Su desvelamiento como árbitro de estilo fue comentadísimo.

El gusto de Jaime de Marichalar por la moda funciona hoy como refuerzo al vínculo que comparte con Victoria Federica. Dos veces al año, padre e hija acuden a su cita Semana de la Moda de París para contemplar el desfile de Dior, marca favorita de la espigada pareja. Gracias a esta aparición, podemos comprobar que la relación paterno filial va viento en popa. Algo que no podemos constatar en el caso de Felipe Juan Froilán.

Son pocas, poquísimas, las ocasiones en las que se ha podido fotografiar a Jaime de Marichalar con su hijo. Algo que contrasta mucho con lo que sucede con la infanta Elena, pues la afición a los toros que comparte con sus dos hijos favorece que les veamos en las Ventas o en la Maestranza cada vez que llega la feria. Si la moda une a Vic y Jaime de Marichalar, los toros conectan a la infanta Elena, Froilán y su hermana.

En realidad, la relación padre-hijo entre Jaime de Marichalar y la infanta Elena ha protagonizado el enésimo capítulo de la guerra silenciosa que mantienen desde que firmaran los papeles del divorcio, en noviembre de 2007. Ni uno ni otra volvieron a mencionarse: a efectos de sus manifestaciones públicas, fue como si su matrimonio jamás hubiera existido. Sabemos que la hija mayor del rey Juan Carlos es muy religiosa, con lo que aquella separación debió ser un shock no solo familiar: también para ella misma.

La relación de Jaime de Marichalar y Froilán es fría

Jaime de Marichalar ha desaparecido prácticamente de la vida social madrileña, al menos de aquella con impacto mediático. Continúa vinculado a las reuniones de la alta sociedad no mediática y a los eventos discretos de determinadas marcas, pero ya no es habitual de la crónica social, excepto cuando aparece con su hija. ¿Ha desaparecido, también, de la vida de su hijo mayor, Froilán? De alguna manera, sí. Sobre todo desde su traslado a Abu Dabi.

En realidad, la relación entre Jaime de Marichalar y Felipe Juan Froilán se enfrió antes de la marcha del joven a Emiratos Árabes Unidos. El que fuera duque consorte de Lugo jamás entendió los constantes escándalos noctámbulos de su hijo, tan aficionado a la fiesta como en su juventud lo fue su madre, la infanta Elena. Jaime de Marichalar tampoco llevó una vida de monje, pero es cierto que su ocio siempre fue alto secreto. Si acaso, objeto de rumor.

Jaime de Marichalar tiene una relación muy distinta con sus hijos: cercana con Victoria Federica, distante con Froilán. / MUJER HOY

Que Froilán fuera captado por las cámaras en sus correrías nocturnas se escapaba a la comprensión de Jaime de Marichalar, quien afeó constantemente a su hijo sus indiscreciones y, sobre todo, los altercados que parecían perseguirle.Según confirmó 'Monarquía Confidencial', los deseos de ejemplaridad que el ex de la infanta Elena quiso inculcar en sus hijos se vieron frustrados con su primogénito. Las discusiones entre ambos fueron amargas.

«Más amabilidad y discreción»; parece que fue el consejo de Jaime de Marichalar a su hijo, sin duda preocupado por la reputación de este y, poco después, por la posibilidad de que una solución radical le alejara de Madrid. Eso fue lo que ocurrió a la postre y lo que, siempre según 'Monarquía Confidencial', volvió a enfrentarle con la infanta Elena en el último capítulo de su particular guerra silenciosa. Ella quería que su hijo se marchara de España; su ex, no.

El tira y afloja entre Jaime de Marichalar y la infanta Elena redundó, finalmente, en un distanciamiento entre padre e hijo no solo por la distancia, sino por la falta de apoyo emocional del primero hacia el segundo. De alguna forma, Froilán se resiente de la rectitud de su padre y, además, de que no hubiera sido capaz de convencer de que su sitio estaba en Madrid. Parece que el ex duque de Lugo llegó a decir que su hijo era «el cuarto en la línea de sucesión al trono», para justificar su permanencia en España. Fue, como sabemos, en vano.