PROBLEMAS MADRE-HIJA
PROBLEMAS MADRE-HIJA
No ha sido una Navidad tranquila para los Marichalar Borbón, especialmente para la infanta Elena, que es la que ahora mismo más está sufriendo por la vida loca de sus hijos. Parece que la hija mayor del rey emérito Juan Carlos I incluso podría haber suspendido algún viaje a Abu Dabi para seguir más de cerca las andanzas de Froilán y Victoria Federica. No le dan tregua.
No solo son las juergas de Froilán, cada vez más controvertidas debido a la aparición de pistolas y navajas, sino la creciente fama de Victoria Federica, muy presente en el quiosco como si fuera una famosa más de la crónica social. Es el destino que ella misma ha elegido, como la primera influencer royal española. Una profesión que no entraba de ninguna manera en los planes de su madre.
Sin embargo, la sensibilidad de la infanta Elena puede no estar tan lejana como Victoria Federica pueda pensar. Sin duda, la joven no conecta con su madre como en otras épocas de su vida, algo evidente en el resumen del año que colgó el último día de 2022 en sus 'stories' de Instagram. Su padre aparecía dos veces. Su madre, ninguna.
Obviamente, Victoria Federica tiene ahora mismo muchos más intereses en común con su padre que con su madre, razón por la que se ha fotografiado más veces con este en distintos eventos. Sin embargo, hace tiempo que no vemos a Vic acudiendo a los toros o a alguna competición hípica con su progenitora, cosa que sí hacía antes.
La tensión entre madre e hija llegó a máximos hace un par de meses, cuando Victoria Federica acudió a refugiarse a Zarzuela, con su abuela Sofía. Poco después, Vic publicó en su perfil de Instagram varias fotos de su madre, con mensajes en los que le declaraba su amor de hija. Era entonces el cumpleaños de la infanta Elena, no lo olvidemos, una mujer que aún sigue saludando a su madre con una protocolaria reverencia.
La dignidad tradicional inherente a la cultura monárquica es, evidentemente, muy importante para la infanta Elena, de ahí que no alcance a entender la posición de su hija, mucho más despegada de las obligaciones del privilegio real. Elena de Borbón podría sin embargo ponerse en la piel de su hija fácilmente. Acaso recordando cuál fue una de sus primeras vocaciones: ser bailarina.
Efectivamente: el sueño de ser bailarina de ballet, acaso llegar a primera bailarina del Royal Ballet de Londres, terminó para la infanta Elena cuando colgó las zapatillas al cumplir los 18 años. Con la mayoría de edad, Elena María Isabel Dominica de Silos de Borbón y Grecia comenzó a representar a la Corona y a estudiar Pedagogía. Acababa de recibir, además, la Banda de Dama de la Orden de Isabel la Católica.
Evidentemente, el destino de la infanta Elena estaba más que claro desde antes de cumplir la mayoría de edad: representaría a la Corona como cuarta Borbón en la línea de sucesión al trono, ejercería su profesión y formaría su propia familia. El de Victoria Federica no está tan claro, pues ni tiene compromiso oficial con la familia real ni restricciones, obligaciones o convenciones que le aten a un determinado plan de vida.
El sueño juvenil que la infanta Elena dejó ir con total resignación sigue vivo, sin embargo, en la inquietud creativa de su hija, aunque en su caso se manifieste a través de la moda. De hecho, tampoco existe tanto trecho entre subirse a un escenario como bailarina profesional y ponerse ante un objetivo, y en ambos casos la protagonista se convierte en un personaje famoso que, inevitablemente, va a llamar la atención de la prensa.
Elena de Borbón estudió ballet clásico desde muy pequeña. En 1979, ya con 16 años, el diario ABC publicó una preciosa foto en la que se la ve sobre el escenario, haciendo puntas con tres compañeras vestidas con el reglamentario tutú largo en una gala en el Teatro de la Zarzuela. Participó en una , como alumna de la escuela de ballet de Mercedes Hielscher y bajo la dirección de Conchita Huarte-Mendicoa. También actuó en el Palacio de Exposiciones y Congresos
Antes de que la familia real se rompiera en mil pedazos, cuando la reina Letizia era aún una princesa por sorpresa, asistió con la infanta Elena a la representación de 'El lago de los cisnes' en el Teatro de la Zarzuela, en una producción de la compañía de Ángel Corella. Corría 2010, pero ya las acompañaba Victoria Federica, que solo tenía 10 años. Su madre quiso hacer de ella un clon: tomó clases de piano, ballet y equitación. Al final, prefirió la moda.