NO SE HABLAN DESDE ENTONCES

Jaime de Marichalar cumple 62 años: así fue el terrible conflicto que dinamitó su relación con la infanta Elena

Jaime de Marichalar cumple 62 años con una sorpresa en su mochila: la aprobación del rey Juan Carlos si no como esposo de Elena de Borbón, sí como su ex marido. Mientras, con la infanta no cruza ni palabra.

Jaime de Marichalar y la infanta Elena en 2004, en el banquete de celebración de la boda del príncipe Federico y Mary Donaldson, en el palacio Fredensborg de Copenhague. / gtres

Elena de los Ríos
Elena de los Ríos

Habrá, seguramente, la reglamentaria llamada de teléfono entre Felipe Juan Froilán y Jaime de Marichalar para felicitar el 62 cumpleaños del ex duque de Lugo. Aunque la relación padre-hijo no fue todo lo idílica que cabría desear, desde que el primer nieto de los reyes eméritos Juan Carlos y Sofía se trasladara a Abu Dabi todo ha vuelto a la normalidad. El años pasado, el joven viajó a Madrid para acudir a la boda de Teresa Urquijo y cenar con su padre y su hermana, Victoria Federica. Incluso le dio tiempo a visitar un after antes de volar a Emiratos.

Difícil tener testimonio gráfico de la celebración del 62 cumpleaños de Jaime de Marichalar , con su hija Victoria Federica o con su nutrida pandilla de amigos. El ex duque de Lugo lleva una vida absolutamente discreta y todas sus actividades sociales se realizan de puertas para dentro. Solo cuando acude a los toros con su hija o la acompaña a la Semana de la Moda de París podemos fotografiarle. Apenas acude a eventos, fiestas, estrenos o actos benéficos. No se deja ver.

La persona a la que con toda seguridad no veremos en la celebración del 62 cumpleaños de Jaime de Marichalar es la infanta Elena, desaparecida de la vida de su ex marido desde que, en noviembre de 2007, se anunciara el famoso «cese temporal de la convivencia» que prologó el que sería el primer divorcio en la Corona española. Hubo reticencias a la hora de confirmar una ruptura que se sabía definitiva. Elena de Borbón lo tenía claro: su relación con Marichalar no daba más de sí.

Ni transcurridos 18 años han logrado Jaime y Elena reparar su relación, aunque solo fuera por el bien de sus hijos. En la gran comida familiar con la que Elena de Borbón celebró su 60 aniversario y a la que acudieron los reyes eméritos y los reyes Felipe y Letizia, no hubo lugar para Jaime de Marichalar , liquidado a efectos de Zarzuela en el mismo momento en el que se firmó el divorcio. Como si el matrimonio no hubiera sucedido jamás.

Jaime y Elena no fueron una pareja romántica

¿Qué ocurrió entre Jaime de Marichalar y Elena de Borbón para que no volvieran a hablarse? ¿Tan grave fue el final de su relación, que no hubo manera de perdonar y olvidar, ni transcurrida más de una década desde su ruptura? Es cierto que, en su noviazgo, el matrimonio no destacó por dedicarse romanticismos ni arrumacos. Sin embargo, en sus primeros años parecían encantados, sus dos hijos les llenaron de felicidad y la infanta protagonizó un 'glow up' que ocupó portadas internacionales. ¿Cómo se estropeó la pareja?

En realidad, los primeros rumores de separación comenzaron a escucharse poco después de nacer Victoria Federica, en el año 2000. Solo habían transcurrido cinco años desde la boda de la infanta Elena y Jaime de Marichalar en la catedral de Sevilla. Durante la ceremonia, retransmitida por televisión, pudimos ver cómo la novia reprendía al novio por retirarle el velo con poca delicadeza. El carácter de ella ya tenía fama de temible por aquel entonces.

La infanta Elena y Jaime de Marichalar, en la boda de Beltrán Gómez-Acebo y Launra Ponte, en 2004, en La Granja de San Idelfonso, en Segovia. / gtres

Las crónicas de la época adivinaban divorcio histórico: a ella le gustaba el deporte, la vida tranquila, los niños. Él era una animal social: le encantaban las fiestas, la moda, la caza. Todo indicaba ruptura, cuando un desgraciado accidente dio al traste con los planes de divorcio de la infanta Elena, compelida a porfiar en el matrimonio por razones ajenas a su deseo. Jaime de Marichalar sufrió una isquemia cerebral (un ictus) mientras hacía bicicleta estática en el gimnasio.

El entonces duque de Lugo fue ingresado en el hospital Gregorio Marañón de Madrid con medio cuerpo totalmente paralizado. En 2002, la pareja se trasladó durante once meses a Nueva York para que Jaime de Marichalar recibiera tratamiento de rehabilitación en un prestigioso centro médico. Poco después, ya de vuelta en España, se anunció que la infanta Elena había perdido el que habría sido tercer hijo de la pareja. Las desgracias se les acumulaban y la convivencia se convirtió en un infierno.

El caráter de Marichalar se volvió insoportable

Lo ha contado Pilar Eyre en su canal de YouTube: el carácter de Jaime de Marichalar, naturalmente apacible, se convirtió en iracundo a raíz de la enfermedad. Pasó de ser un hombre exquisitamente educado a una persona malhumorada, capaz de expresar las mayores inconveniencias», confirmó. «Jaime soltaba todo lo que se le ocurría. Sin filtros. Desde llamar fea a una señora a decirle a otra que iba mal vestida, y su mujer trataba de arreglar sus desaguisados y sufría horriblemente».

Podemos imaginar los terribles disgustos, incluso las broncas, que pudieron desatarse entre dos caracteres tan fuertes como los de Jaime de Marichalar y la infanta Elena. El calibre de sus choques puede medirse, de hecho, en la distancia que les separa desde entonces: insalvable. Y, sin embargo, al ex duque de Lugo le ha llovido del cielo, del cielo de Abu Dabi, un reconocimiento que seguramente ya no esperaba: el del rey emérito Juan Carlos.

En otra de esas revelaciones con las que nos está sorprendiendo últimamente el monarca emérito, pudimos saber gracias a 'Monarquía Confidencial' que el rey Juan Carlos valora extraordinariamente la discreción que Jaime de Marichalar ha mostrado desde su divorcio, hasta el punto de valorar que ha sabido conservar una imagen respetuosa y distante, lejos de los escándalos» y que «ha sido muy prudente en sus declaraciones y presencia en los medios». Un regalo inesperado, pero que no ha enternecido, que sepamos, a la infanta Elena.