Jaime de Marichalar en los toros, una de sus grandes aficiones. / getty images

Jaime de Marichalar y la fortuna que ha acumulado tras su divorcio de la infanta Elena (la alternativa que Iñaki Urdangarin no tendrá jamás)

Jaime de Marichalar contó con una gran ventaja para recuperarse del divorcio que no posee Iñaki Urdangarin: sus poderosas amistades.

Una de las grandes preocupaciones de la familia real tras la debacle matrimonial de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin es la situación económica del que fuera el yerno favorito del rey Juan Carlos y el cuñado que con menos cariño recuerda la reina Letizia. ¿Traicionará Iñaki Urdangarin la confianza de la familia real y acabará escribiendo un libro de memorias al estilo Enrique de Sussex? ¿O buscará volver al estatus económico que manejaba antes del caso Nóos explorando sus contactos anteriores a su estancia en la cárcel? Sin duda, si ese es su objetivo, debería rebajar sus expectativas: al contrario que Jaime de Marichalar, el otro divorciado de infanta de nuestro país, Iñaki Urdangarin no posee una agenda de contactos bien nutrida de amigos poderosos, algo que el exmarido de la infanta Elena sí ha sabido conservar tras firmar los papeles del divorcio.

La fortuna de Jaime de Marichalar antes y después del divorcio

Qué duda cabe que emparentar con la familia real española hace más de dos décadas era un negocio redondo: la revista Tiempo calculó en 2007 que Marichalar cobraba un millón de euros al año gracias a los cargos que ostentaban por su parentesco real. Desde que Jaime de Marichalar, hijo de los condes de Ripalda, se convirtió en duque de Lugo el yerno del rey Juan Carlos recaló en siete de los consejos de administración de las empresas más poderosas dentro y fuera del IBEX 35. Con el divorcio llegó su expulsión de esos cargos (ocupó puestos en los consejos de dirección de Credit Suisse First Boston, Cementos Portland Valderrivas -filial de FCC-, Winterthur Vida España y así hasta siete multinacionales distintas) y el adiós definitivo a su escolta personal y a los vuelos gratis en Iberia.

Pero Jaime de Marichalar ha demostrado, con el tiempo, que a pesar de las secuelas de los dos ictus que sufrió en 2001 y el ninguneo al que le sometió la casa real tras su separación de la infanta no estaba, ni mucho menos, acabado. Cierto es que contaba con la ventaja de formar parte de una familia acomodada y con un objetivo claro: hacerse un hueco en el mundo del lujo y la alta costura.

Cuando se produjo la separación de la infanta, en 2007, Jaime de Marichalar ya había «metido la patita» en Loewe y era socio de la tienda de Manolo Blahnik en Madrid. Hoy podemos asegurar que puede salir de su tríplex en el Barrio de Salamanca madrileño con la cabeza bien alta porque ese tríplex es propiedad suya en exclusiva (comprado a la familia Corsini con parte de la herencia que le dejó su tía abuela Teresa de Marichalar) y trabaja a diario en algo que le apasiona mucho más que las finanzas: es uno de los asesores en España de la empresa que maneja la mayor parte del sector del lujo del globo terráqueo, LVMH.

Las poderosas amistades que han abierto la puerta a Jaime de Marichalar

Jaime de Marichalar ya apuntaba maneras cuando vistió a la infanta Elena de Dior y protagonizó las portadas del mundo del corazón por sus fulares, sus abanicos de colores, sus pantalones de paramecios: lo suyo era el estilo, la moda y el glamour, un testigo que ahora recoge su hija Victoria Federica.

Hoy por hoy uno de los hombres de confianza de Bernard Arnault, el propietario de la primera fortuna de Francia y de la empresa que aglutina a marcas como Louis Vuitton, la española Loewe (en la que ha trabajado Marichalar) o Fendi, firma en la que el ex de la infanta Elena trabaja como consejero de Retail en España desde 2019. La relación de amistad de Jaime de Marichalar y Arnault data de los tiempos en los que era duque de Lugo y prácticamente llevaba a su mujer la infanta a rastras al front row de los desfiles parisinos.

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Al contrario que Iñaki Urdangarin, que se ha convertido en una especie de «apestado» en la alta sociedad con la que se codeó cuando era duque de Palma, el ex duque de Lugo ha sabido conservar todas y cada una de las amistades que hizo en su década de matrimonio royal: en su agenda siguen figurando grandes fortunas de la alta sociedad como las hermanas Koplowitz o el dueño de Mango, Isak Andic e incluso también trabaja como asesor de su buen amigo el joyero Esteban Rabat. Para rizar aún más el rizo de su éxito económico, Jaime de Marichalar hasta se concedió el «capricho» en 2018 de participar en un negocio que le apasiona: B Corner, una sastrería de lujo con trajes a la carta y corbatas hechas a mano. ¿Conseguirá Iñaki Urdangarin reconstruir su vida económica de una forma tan exitosa tras su separación de la infanta? Esa es la misma duda que se hace en este momento la casa real.