El impresionante joyero de Masako: las joyas imperiales que podríamos ver en su cita con la reina Camilla (y las que jamás veremos)

El sábado pasado, el emperador Naruhito de Japón y la emperatriz Masako, llegaron a Gran Bretaña para dar comienzo a una visita de Estado que ha comenzado formalmente hoy. El soberano nipón y su esposa han recibido una bienvenida ceremonial por parte de sus anfitriones, los reyes Carlos y Camilla , y han protagonizado un paseo en carruaje por el Mall, antes del banquete que está previsto esta noche en el Palacio de Buckingham.

Como siempre, una ocasión de este tipo será sinónimo de vestidos de gala, de brillantes joyas y de espléndidas tiaras. Y en este capítulo, la emperatriz tiene mucho entre lo que elegir dentro del joyero imperial. Por ejemplo, la Tiara Meiji, la primera joya japonesa de fabricación occidental, podría ser una de las elegidas para lucir en esta visita, prevista inicialmente para 2020 pero que se ha retrasó por culpa de la pandemia.

Lo que a buen seguro no veremos durante este viaje (o quizá nunca en público) serán las piezas más legendarias pertenecientes a la familia del emperador, conocidas como los 'Tres Tesoros Sagrados'. Estas se guardan celosamente en una ubicación no confirmada y son parte de las ceremonias de coronación.

El príncipe Guillermo se encuentra entre los pocos miembros de la Familia Real que van a poder agasajar al emperador. No se cuenta en cambio con la presencia de Kate Middleton, pese a su breve reaparición hace pocos días en el desfile Trooping the Colour . Tampoco asistirá a la cena la princesa Ana, tras ser ingresada en el hospital con heridas causadas por un caballo en su finca de Gatcombe Park.

Engastada únicamente con diamantes y diseñada en torno al Sello Imperial de Japón, tan solo la emperatriz puede lucirla. Fue fabricada originalmente para la emperatriz Teimei en 1917 por la prestigiosa casa de joyeros japonesa Mikimoto. Debe su nombre a que incorpora varios broches de crisantemos –el emblema imperial de Japón– entre figuras de hojas de diamantes. La ahora emperatriz viuda de Japón, Michiko, lució a menudo esta tiara, sobre todo en visitas de Estado al extranjero.

Aunque Japón presume de tener la monarquía hereditaria más antigua del mundo, entre 1192 y 1867 los verdaderos gobernantes de Japón eran los caudillos militares llamados shoguns. Hasta el fin de la era Tokugawa y el inicio de la Restauración Meiji en 1868, bajo el emperador del mismo nombre, los monarcas nipones eran meras marionetas controladas por el shogunato y no se les permitía salir de Kioto.

Cuando el Trono Imperial recuperó el poder, empezaron a aparecer en Japón las primeras influencias occidentales, sobre todo entre la aristocracia, en forma de ropa y de joyas. En 1885, el emperador encargó al joyero francés Chaumet una exquisita tiara para su esposa, la emperatriz Haruko. Se la bautizó como Tiara Meiji y fue la primera joya occidental de la Familia Imperial.

Su diseño de diamantes es típico de la época y la altura de la tiara puede aumentarse colocando nueve diamantes brillantes redondos o nueve estrellas engastadas en la parte superior. Como la Tiara Imperial, tan solo la puede llevar la actual emperatriz.

En 1959, el príncipe Akihito se casó con Michiko Shōda y, con motivo de su boda, la nueva princesa heredera recibió varias parures excepcionales. La palabra parure proviene del francés y designa un conjunto de joyas que habitualmente comprende pendientes, broche y pulsera, y puede incluir otros elementos como el collar y el anillo.

En este caso, la parure de perlas japonesa consta de tiara, collar, broche y pendientes. Su diseño es principalmente Art Déco, con los rayos del sol creados con diamantes. Después de cada cuarto 'rayo' hay una línea de diamantes redondos coronada por una perla. Este diseño se repite en el collar, a imagen y semejanza de la tiara. En este caso, las perlas cuelgan de los diamantes redondos.

En 1937, los príncipes Chichibu representaron a la Familia Imperial en la coronación del rey Jorge VI en Londres. La princesa, nacida en Inglaterra e hija de un diplomático, lució en la ceremonia su Tiara Madreselva. Su diseño es similar al de la tiara del mismo nombre de la reina Mary. La versión japonesa está delicadamente diseñada con madreselvas de diamantes.

La princesa legó la tiara a su sobrino, el emperador Akihito, tras su muerte en 1995. Desde entonces se convirtió en una de las favoritas de la emperatriz Michiko.

Según dicta la tradición, cuando las princesas imperiales de Japón cumplen 20 años, reciben cada una una parure de diamantes. A partir de entonces lucirán los conjuntos en todos los banquetes de Estado, incluido el que se celebra en Nochevieja. Cuando las princesas se casan, estas joyas se devuelven al joyero de palacio.

Por ejemplo, la princesa Mako recibió en 2011 una parure de cinco piezas con el sello de la joyería Wako de Tokio. Pero cuando se casó con el abogado Kei Komuro en 2021, perdió tanto su estatus imperial como sus joyas.

Compuestos por un espejo, una joya y una espada, estos tesoros son tan misteriosos que ni siquiera los emperadores japoneses los han visto en persona: se guardan en cajas que nunca se abren. Cuenta la leyenda que fueron traídos a la Tierra por el dios sintoísta Ninigi-no-Mikoto, nieto de la diosa del sol Amaterasu y antepasado del emperador Jimmu, el legendario primer emperador de Japón, para traer la paz al país.

Los objetos, que representan respectivamente la sabiduría, la benevolencia y el valor, se guardan en tres lugares distintos. O al menos eso se supone, porque su ubicación no está confirmada oficialmente. La joya y la espada se llevan a la entronización de un nuevo emperador, que no tiene corona imperial. Yata no Kagami, el espejo sagrado, se guarda en el Gran Santuario de Ise, en Mie, la isla principal de Honshu.