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La fascinante historia de las esmeraldas de la reina Victoria Eugenia que acabaron en el joyero de Farah Diba

Las magníficas esmeraldas propiedad de la reina Victoria Eugenia habían pertenecido a una emperatriz y terminaron en el joyero de otra y, más tarde, en una caja de seguridad de un banco. Forman parte de una fascinante historia.

Reina Victoria Eugenia / gtres

Elena Castelló
Elena Castelló

La historia comienza durante la época del Segundo Imperio francés. La reina Victoria visitó Francia y entabló una estrecha amistad con Napoleón III y, sobre todo, con su esposa, la emperatriz Eugenia , de origen español. Eran de procedencias muy distintas, pero se sintieron muy cercanas. Victoria les recibió como exiliados en Gran Bretaña tras la caída del Imperio y la guerra franco-prusiana y los lazos entre Victoria y Eugenia se estrecharon todavía más, cuando falleció Napoleón III.

Beatriz, la hija favorita de la reina Victoria, le pidió a Eugenia que fuera la madrina de su hija y la emperatriz accedió inmediatamente. La niña se llamó Victoria en honor a su abuela, y Eugenia, en honor a su madrina. La relación entre Victoria Eugenia , futura reina de España, y Eugenia fue también muy cercana. Se escribían a menudo y, cuando regresaba a España, Eugenia visitaba a la reina.

Cuando la emperatriz falleció, en 1920, Victoria Eugenia recibió un regalo de su madrina como herencia: una caja semicircular en el interior de la cual había un abanico. Victoria Eugenia se quedó sorprendida: era un legado muy pobre para ser de su madrina. Lo guardó en un cajón y no le dio más importancia.

Meses después dio con la caja de nuevo. Pero esta vez, al examinarla y extraer el abanico, se dio cuenta de que el estuche albergaba nueve esmeraldas de talla cuadrada de una extraordinaria pureza. El legado de Eugenia era incomparable. Las esmeraldas eran sus piedras favoritas, y también las de la reina española. Las gemas procedían de una tiara con diseño de hojas de fresa de diamantes y esmeraldas de talla rectangular que la emperatriz Eugenia encargó, en 1958, al joyero parisino Eugène Fontenay y que se llevó consigo al exilio en 1871. Eugenia vendió muchas de sus joyas en Christie's, en los años siguientes, pero nunca se separó de sus esmeraldas.

Reina Victoria Eugenia / archivo abc

Victoria Eugenia las hizo engarzar en el joyero Sanz en un collar, que también lució como tiara-bandeau. Son numerosas las fotografías y los retratos en los que aparece con él. Más adelante pidió a Cartier que montara las piedras en un fabuloso collar, de estilo «sautoir», con un engaste de diamantes de dos hileras –más a la moda–, junto con un broche y un anillo, una «parure» que la reina Victoria Eugenia usó con bastante frecuencia, incluso después de su exilio de España en 1931. Solía utilizarla con la tiara Cartier de diamantes y perlas, reemplazando las perlas por esmeraldas.

De una emperatriz a otra

En 1961, la reina Victoria Eugenia vendió las esmeraldas de la emperatriz Eugenia en una subasta en Stuker, en Berna. Se dice que fue para afrontar los gastos de la boda de su nieto Juan Carlos con Sofía de Grecia , que se casaron en 1962. El collar lo compró en la subasta la joyería Cartier y utilizó siete de las nueve esmeraldas para montar un collar que había encargado el Shah de Irán, Reza Pahlavi, para regalar a su esposa, Farah Diba, para completar un aderezo creado por el joyero estadounidense Harry Winston. La emperatriz solía lucir el collar con la tiara de esmeraldas de la reina Soraya.

Tras la caída de la Monarquía iraní, el collar, junto con el resto de las joyas imperiales, fue depositado en una cámara de seguridad del Banco Central de Teherán. Sin embargo, con el transcurso de los años, se descubrió que la pieza de Farah estaba en poder de la «socialité» libanesa Rose-Mary Chagoury. El broche y el anillo de la reina Victoria Eugenia se vendieron aparte. El broche se convirtió en un colgante realizado por la joyería Meister. Estas piezas fueron parte de una subasta de Christie's en 2011.