2023, EL AÑO LEONOR

Leonor aprende a ser reina: su año más complicado con aterrizaje en el Ejército, persecución de la prensa y la incómoda leonormanía

Leonor no va a olvidar 2023, el año en el que fue de cero a cien con motivo de su mayoría de edad. Se aplicó en todos los frentes: el militar, el parlamentario, el familiar y el mediático. Y salió triunfante.

Leonor de Borbón, en el día de su Jura de la Constitución en las Cortes. / GETTY IMAGES

Elena de los Ríos
Elena de los Ríos

Una fecha estaba marcada en rojo en el calendario de Leonor de Borbón desde el mismo día de su nacimiento: el 31 de octubre de 2023. Según nuestra corta tradición democrática, su 18 cumpleaños debía subrayarse con el ceremonial que la confirma como la próxima reina y jefa de Estado. Así ocurrió con su padre, el rey Felipe VI, faro y guía de su hija en el debut de su hija como adulta y futura monarca. Daba vértigo ver el mes de octubre que esperaba a la princesa.

La tensión imaginada desde la barrera debió ser importante en Casa Real. De hecho, las cámaras pillaron a la reina Letizia conteniendo la respiración mientras su hija, por primera vez vestida con uniforme de gala, se acercaba en solitario a la centenaria bandera para besarla . Todos los ojos estaban puestos en la dama cadente Leonor aquel 7 de octubre.

Tras superar el test de marcialidad de su primer desfile, la reina suspiró, evidentemente aliviada. Puede que la inmersión militar de Leonor haya sido el trago más duro a nivel familiar. La despedida en la misma puerta de la Academia General Militar de Zaragoza el 16 de agosto fue, de hecho, un pequeño drama para la reina.

La sentida despedida de Leonor y Letizia en la puerta de la Academia General Militar de Zaragoza, donde la princesa de Asturias ingresó como dama cadete, el pasado agosto. / LIMITED PICTURES

El giro de guión fue importante: Leonor pasó de estudiante internacional en Gales, con carta blanca para vivir a su aire una experiencia colegial al más puro 'woke chic', a someterse a la instrucción militar mano a mano con el común de la juventud española. En marzo supimos que la princesa española, a diferencia de sus homólogas europeas, pasará por tres años de formación militar en las academias de Tierra, Mar y Aire para convertirse en capitana general de los tres ejércitos. O sea, el mando supremo de las Fuerzas Armadas. El itinerario no se aparta apenas del que hizo su padre: hasta embarcará en el buque escuela Juan Sebastián Elcano.

Entre su graduación, con las fotos más 'Instagrameras' que hemos visto de la familia real, y su ingreso en la Academia General Militar de Zaragoza, hubo confirmación de Sofía sin la presencia del abuelo Juan Carlos, Premios Princesa de Girona con su discurso más aturullado hasta la fecha y las preceptivas vacaciones en Marivent. El verano sirvió de entrenamiento para una Leonor a punto de convertirse en objeto de persecución por parte de la prensa y la ciudadanía. Sola o, mejor, en compañía de esa parte de la familia que incomoda: las infantas Elena y Cristina y sus primos Marichalar o Urdangarin.

La reina Letizia tomó este 'selfie' familiar en la graduación de Leonor, el pasado junio. / D.R.

Casa Real procuró alimentar el interés de medios y públicos con salidas de toda la familia: bucólicas fotos en los Jardines de Alfabia , salida dominguera para ver 'Barbie' y foto sorpresa en una escuela solidaria. Se quiso aplacar lo inevitable: la persecución de las cámaras. Aunque no hubo fotos, supimos que la princesa y sus amigas navegaron en barco por territorio protegido para bañarse en aguas libres de paparazzi. La foto en bikini de la princesa se revaloriza cada año que pasa sin publicarse. La que inmortalice su genuflexión frente a su abuelo puede valer incluso más.

Esa escena sucedió, dicen, en la fiesta posterior a la jura de la Constitución que se produjo el mismo día del cumpleaños de Leonor. En aquella reunión en el Palacio de El Pardo se escenificó la lealtad familiar a la figura de la futura reina: acudieron todos, menos Victoria Federica (de vacaciones) y Miguel Urdangarin (quizá de exámenes). Coincidió, además, con el momento álgido de la llamada 'leonormanía' y la irrupción de algo llamado 'generación Leonor' en el articulismo.

El peligro de convertir a Leonor en una celebrity más

Estos supuestos fenómenos que tratan de ensalzar la figura de la hija mayor de los reyes Felipe y Letizia no producen, quizá, revalorización, sino cierta vulgarización. Casa Real y, sobre todo, el equipo asesor de la reina Letizia tratan de alejar a Leonor del universo influencer , de la relevancia a través de la moda y de la tentación de 'celebritificar' a la princesa.

Sería un error confundir la figura de una reina titular con una consorte y hacerle pasar por los mismos filtros de frivolidad. Por otro lado, Leonor es una mujer, una mujer joven, y no puede enterrarse ese hecho. De momento, entre los uniformes militares y los trajes se va salvando la cuestión.

En todo caso, no se puede decir que exista ninguna 'leonormanía' más allá del 'clickbait' de los medios de comunicación, y menos mal. En ningún caso interesa convertir a la princesa de Asturias en objeto de fenómeno fan. Tampoco parece apropiado nombrar ninguna generación con su nombre, siendo Leonor de Borbón una joven tan excepcionalmente única y tan desconocida. En realidad, apenas sabemos nada de lo que considera importante, de sus sueños o valores. Sus coetáneos, aquellos que han de darle un sentido a su figura, seguro que prefieren ser identificados con aspectos más relevantes de su coyuntura.

Leonor de Borbón vistió el uniforma de gala del ejército de Tierra en el Día de la Hispanidad. / getty images

La exigencia fue y es altísima para una aparentemente ingenua Leonor, a la que vimos fruncir graciosamente el ceño cuando probó el cava en el almuerzo con autoridades en el Palacio Real, tras la jura de la Constitución y la imposición del Collar de la Orden de Carlos III. ¿Será verdad que era la primera vez que lo probaba? Si es así, debió sorprenderse bastante ante la furia por identificar a sus compañeros cadetes, en especial los que acudieron a la recepción del 12 de octubre en el Palacio Real, la primera en la que participó una uniformada princesa de Asturias. La movilización de recursos para identificar a un supuesto novio fue exagerada y denota la vigilancia a la que se va a someter a quien esté cerca de Leonor, por el motivo que sea. Si la princesa es tan ingenua como parece, tuvo que impresionarle.

El desmentido indirecto de una noticia falsa sobre Leonor

Más indicios de la incomodidad que va a rodear de aquí en adelante a Leonor y sus acompañantes públicos: el problema de las noticias falsas. La publicada el pasado 6 de este mes fue tan flagrante –se afirmaba que Leonor había sido vista en el reservado de una discoteca a altas horas de la madrugada, bebiendo vodka con limón y protegida por un contrato de confidencialidad- que tuvo que desmentirse. La revista 'Hola' publicó las fotos que demostraban que, ese día, la princesa había estado en una hamburguesería de Zaragoza con unas amigas.

Es fácil colgar sambenitos a una mujer joven y destinada a ser una desconocida como Leonor: de quien no se sabe nada, puede creerse casi todo. Ella misma se presentó como un folio en blanco, vestida con un traje pero vestal, ante los diputados y senadores en las Cortes. Su discurso escrito por funcionarios solo tuvo un momento de humanidad, cuando la princesa de Asturias, inmaculada, nos dijo: «Les pido que confíen en mí». Poco después, el rey Felipe reconfortó a su hija cuando, en su propio parlamento, le aseguró: «Querida Leonor, no estarás sola en tu camino». Es lo menos que se espera de un padre.

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