No era la primera vez que la princesa de Asturias asistía a la apertura de una legislatura en las Cortes , pero sí escuchaba por primera vez a su padre con la madurez necesaria para entender la relevancia de su discurso y, sobre todo, con la conciencia de que, algún día, ella deberá ejercer el mismo papel. Vestida con discreción, con el único adorno de las medallas del Congreso y el Senado, escuchó atentamente al rey Felipe. Algo nos dice, sin embargo, que Leonor conocía su discurso perfectamente bien.
La llegada de los reyes Felipe y Letizia y de la princesa Leonor visibilizó por primera vez el núcleo duro de la Corona, en una foto de familia que trasladó la delicadeza del momento que viven las instituciones. Sin la nota alegre y despreocupada de la infanta Sofía , la reina y su hija lucieron sobriedad en sus vestidos minimalistas, flanqueando a un monarca que debía dar su tercer discurso de apertura ante las Cortes de su reinado. No defraudó.
Había expectación por escuchar al rey y ver a la princesa Leonor en este trance, con unas Cortes más enfrentadas que nunca en una legislatura contestada desde múltiples frentes. Entraba en las quinielas que Felipe VI volviera a subrayar la circunstancia de la presencia de su hija como evidencia de la continuidad de la Corona, porque lo ha hecho en todas sus intervenciones importantes desde su jura de la Constitución. Sin embargo, fue más allá.
El discurso del rey Felipe pivotó prácticamente en toda su extensión alrededor de la figura de la princesa Leonor, como representante de una generación de jóvenes que ya no observan la democracia como «una aspiración», sino como «una realidad en la que han nacido». El monarca reprochó a los diputados el descuido del parlamentarismo al que los jóvenes también tienen derecho. Y, además, recordó que no puede ser un mecanismo meramente retórico, sino vehículo de la Constitución «que establece la libertad, la igualdad, la justicia y el pluralismo», como valores «que no están anclados en el pasado y deben proyectarse hacia el futuro».
Nuestra vida colectiva se debe enriquecer con las aspiraciones, necesidades e inquietudes de los jóvenes», dijo le rey. «Los jóvenes son quienes más desarrollan las energías sociales, impulsados por la ilusión de quienes tiene por delante un amplio horizonte y una capacidad natural de adaptación a los nuevos tiempos. El futuro siempre es promesa de algo mejor y nuestros jóvenes, que serán sus protagonistas, aspiran con todo derecho a esa mejora«.
La princesa Leonor , a buen seguro, conocía el contenido del discurso de su padre y, de hecho, observaba con su ya conocido gesto inescrutable a los diputados mientras el rey iba desgranando frase tras frase. Hubo cierto tono paternal, no solo al colocar en el centro el papel simbólico a futuro de su hija sino al reconvenir a los diputados, convertidos repentinamente en pupilos descarriados. El monarca pidió legar a los jóvenes «una España unida».
«Para afrontar ese futuro con confianza, una época de grandes cambios y transformaciones, los jóvenes precisan de un marco democrático como el que representa la Constitución, que les permita convivir y prosperar el libertad y necesitan una España cohesionada y unida en la que puedan desenvolver sus vidas y proyectar sus ilusiones», subrayó el rey Felipe. «Cada generación es depositaria de los logros de las generaciones anteriores y tiene la obligación cívica de perfeccionar y acrecentar esos logros. Tiene el deber moral de proteger y salvaguardar lo alcanzado y la responsabilidad de entregarlo a las generaciones que les suceden.»
Desafortunadamente, la señal que Televisión Española ofreció para la retransmisión de la Apertura Solemne de la XV Legislatura no preparó debidamente el plano más interesante y, al enfocar al rey, la reina y la princesa durante el discurso, la ventana destinada a la persona que traducía a signos tapaba completamente la cara de Leonor. Nos privó, por tanto, de contemplar el gesto de la heredera mientras su padre hablaba.
Sintomáticamente, este histórico discurso del rey Felipe, probablemente el más importante de los que ha pronunciado hasta la fecha, coincide con una intervención de la reina Letizia que también llamó la atención por su compromiso con las jóvenes generaciones, a través de su preocupación por el clima y la sostenibilidad . No hay que dejar pasar la gran influencia que, evidentemente, están ejerciendo Leonor y Sofía en sus propios padres. Existe una preocupación real en las familias por el futuro que vamos a legar y los monarcas lo expresan.
Al terminar el discurso, la familia real estrechó la mano a los más de 300 diputados, en un besamanos que hay que destacar por su celeridad. Parece que la reina Letizia ha entrenado a Leonor para superar este tedioso momento con la misma rapidez que suele hacerlo ella. De hecho, terminaron el trance de los saludos con más de 15 minutos de antelación y tuvieron que hacer tiempo en el Salón de los Pasos Perdidos, charlando con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la presidenta del Congreso, Francina Armengol , y el presidente del Senado, Pedro Rollán. Sin duda, momentos.
Hubo, una vez más, referencias a la seriedad de la reina Letizia durante todo el acto solemne, aunque esta demanda de sonrisas a la monarca resulta cada vez menos justificable. Las mujeres no deben a nadie sonrisas que hagan más agradable circunstancias en las que ellos sí pueden solemnizar. Poco se habló, sin embargo, ante la insistencia de la ministra de Igualdad, Ana Redondo , en llevar de nuevo pendientes con plumas. ¿Qué quieren decir exactamente? Ante el desconcierto general, Letizia y Leonor respondieron con circunspección. Como si no los vieran.
20 de enero-18 de febrero
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