AMOR EN ZARZUELA
AMOR EN ZARZUELA
La historia de amor entre Felipe de Borbón y Letizia Ortiz está a punto de superar su primera gran etapa matrimonial: celebran ahora 19 años de una boda pasada por agua llena de contratiempos. Un aniversario, ques sin ser redondo, es muy significativo. El suyo no fue un amor de juventud. Y, seguramente, la madurez de ambos les ha permitido construir su relación personal a pesar de las evidentes dificultades institucionales y un contexto familiar para salir corriendo. A los reyes no les han faltado crisis de pareja, trampas familiares o enemigos declarados.
Ninguna relación con historia llega a las dos décadas sin haber superado varias crisis, con lo que todos los relatos acerca de la total armonía de la pareja formada por Felipe de Borbón y Letizia Ortiz carecen de veracidad. Sí es cierto que los reyes se casaron enamoradísimos y convencidos de que lo suyo iba más que en serio (como así ha sido). Más aún: ambos se comprometieron no solo sentimentalmente, sino en su voluntad y su racionalidad, en no fundar una familia desestructurada.
Evidentemente, la historia matrimonial de la reina Sofía y el rey Juan Carlos fue el referente inverso de la pareja que quisieron fundar Felipe y Letizia: resistente, duradera, leal y comprometida. Resuelta la cuestión de las infidelidades, algo del todo ajeno al planeta afectivo de los reyes, quedaban otro tipo de dificultades que también pueden poner a prueba cualquier relación: las trampas familiares.
Trampas familiares y crisis de pareja están íntimamente relacionadas en la biografía matrimonial de Felipe y Letizia, ahora en la celebración de sus 19 años juntos. La primera década de casados fue para los príncipes de Asturias un período intensamente familiar, pues su protagonismo en la agenda oficial no era el que es ahora y la crianza de Leonor y Sofía fue exigente. Letizia sufrió lo suyo para integrarse en la familia y, sobre todo, para soportar los ataques de la prensa. Fueron terribles.
El matrimonio resistió aquellos durísimos años, con insultos, críticas ilógicas y ataques injustificados, con paciencia. Aunque Letizia ocupaba un tercer plano en la jerarquía familiar, la prensa hizo de ella un blanco perfecto: silente, sonriente y sufrido. Achacaban a la futura reina la delgadez, soberbia y frialdad. Decían que pretendía ser una reina de 8 a 5. La situación llegó a tensarse tanto, que en 2013 la princesa de Asturias ni pudo sostener la ficción de las vacaciones familiares. Huyó de Marivent.
El verano de 2013, Letizia rompió todos los esquemas. Se quedó en Madrid mientras el rey Felipe y las niñas acudían a Palma de Mallorca. Llegó para la foto y se marchó, sola, cinco días antes de finalizar las vacaciones. Se dispararon como nunca los rumores de divorcio y Zarzuela tuvo que emplearse como nunca para recomponer la situación. Jamás supimos si Letizia estuvo en Suiza o en Portugal, pero la situación se recondujo.
Ya entonces, los rumores sobre el comportamiento del rey Juan Carlos e Iñaki Urdangarin campaban libres. Siempre se tuvo la sospecha de que alguien en Casa Real azuzaba las críticas contra Letizia para tapar las inconveniencias del emérito y su yerno. Mientras los medios callaban sus vergüenzas, publicaban columna tras columna comentado la delgadez o el mal carácter de la futura reina. Las tensiones en el matrimonio llegaron a su máximo, pero al estallar los dos escándalos todo lo marital pasó a segundo plano.
La relación de Letizia con Iñaki Urdangarin, aparentemente cómplice, nunca fue buena. La intimidad y complicidad que se tenían Felipe y la infanta Cristina promovió el encuentro de las dos parejas, pero pronto se supo que el ex deportista vitoriano se reía de la princesa de Asturias en la intimidad. A la postre, no se soportaban. En 2005, con ocasión del bautizo de Irene Urdangarin, Letizia se negó a alojar a los padres de Iñaki en Zarzuela. Eso provocó una gran bronca con Felipe.
En 2008, Letizia salió espantada de la fiesta por el 40 cumpleaños del balonmanista: se llevó a Felipe a rastras y hubo bronca. Con el tiempo, se demostró que la prevención de Letizia contra Urdangarin tenía sus razones. El escándalo de corrupción del caso Nóos, destapado en 2006 y sentenciado en 2018, confirmó la pertinencia del cordón sanitario con Cristina e Iñaki. La abdicación del rey Juan Carlos en 2014 y la proclamación de Felipe y Letizia como reyes dio paso a una nueva etapa, con reglas distintas.
De 2014 hasta ahora, los rumores de crisis en el matrimonio entre Felipe y Letizia han menudeado. Con una excepción: la gran bronca que en 2018 enfrentó a la reina Sofía y Letizia en la puerta de la catedral de Palma de Mallorca. El famoso rifirrafe de las reinas Letizia y Sofía fue un momento delicadísimo porque el rey Felipe protege a su madre como a nadie.
La emérita quiso fotografiarse con sus nietas sin tener en cuenta que Letizia había hecho otros planes con los fotógrafos y el malentendido escaló de manera brutal. Provocó, además, el cisma internacional más sonado de Letizia: su enemistad con Marie-Chantal Miller, recientemente resuelta. La princesa estadounidense criticó a Letizia en un tuit y esta la castigó con su indiferencia durante todo un lustro.
Los rumores señalan un último motivo de conflicto entre los reyes Felipe y Letizia que tiene que ver con el futuro de Leonor. El más inmediato de la joven ya no está en manos de la reina, sino que ha pasado a dirimirse en el despacho del rey Felipe y por razones institucionales. Letizia ha de acostumbrarse a tener menos voz y voto en la vida de la futura monarca. Mientras lo hace, la tensión crece en Zarzuela. Dicen que ha habido gritos y portazos por la temprana entrada de la princesa en las academias militares.