UNA MALDICIÓN O UN ACIERTO
UNA MALDICIÓN O UN ACIERTO
Con el fallecimiento de Isabel II, terminó el linaje de las reinas que siempre vestían lo mismo. Hoy, las monarcas se imponen mostrar looks icónicos que, a ser posible, se viralicen. Se enfrentan a un deporte de riesgo pues uno de ellos, el más impactante, tiene muchas posibilidades de definirlas para la historia. Pensemos en Diana de Gales y aquella foto de juventud a contraluz con una falda que la dejaba prácticamente al desnudo. O a la lady Di madura con su mítico 'vestido de la venganza' negro. Es increíble cómo esos dos looks ilustran su trágico trayecto vital.
No todas las reinas tienen la suerte de Diana de Gales y consiguen eternizar media decena de looks icónicos, si añadimos su vestido de novia, el entrañable jersey de ovejitas y aquel bañador azul que llevó en el yate familiar 'Jonikal', de los Al Fayed. Sin embargo, es fácil que un solo vestido, una determinada foto, termine convirtiéndose en aquella que va a definirlas para la historia porque, de alguna manera, simboliza la síntesis que se va a hacer sobre ella. He ahí el peligro de la cuestión.
Kate Middleton, futura reina de Reino Unido, debió de tirarse de los pelos al comprobar que la última temporada de 'The Crown', donde aparece como el ligue con potencial del príncipe Guillermo, vuelve a poner en el candelero un vestido que quisiera borrar de su historial de looks particular. Hablamos del diseño transparente que lució sobre la pasarela, en un desfilo solidario que hizo mientras era estudiante en la Universidad de St. Andrews y que se ha convertido en ese look icónico que, de momento, ningún otro ha logrado opacar.
El vestido en cuestión, un palabra de honor negro con ribetes en escote y bajo azul, dejaba a la vista sujetador bandeau y bragas negras, algo absolutamente impensable en una reina. No es, sin embargo, esta inadecuación la que inmortaliza este look, sino la narrativa adjunta. Parece que fue al contemplarla desfilar con este vestido desnudo cuando el príncipe Guillermo se prendó de la que sería su primera novia formal y futura esposa.
Kate Middleton lo tiene difícil para eclipsar este look con flechazo real incluido y, de hecho, es algo que no ha logrado su vestido de novia, imponente ciertamente. Sin embargo, seguro que al ver 'The Crown' habrá tenido clarísimo que necesita superar esta potente imagen de su juventud con otra aún más poderosa que le haga mejor justicia a su papel en la historia. ¿Será, quizá, la de su coronación? Podría ser una ocasión señalada para dar el do de pecho con el mejor de sus espectaculares vestidos de gala.
En este sentido, Letizia Ortiz juega con ventaja. No encontraremos fotografías de juventud en las que no la veamos vestida de irreprochable presentadora o canónica reportera de televisión. Tampoco es su vestido de novia el que más la representa o simboliza cierta síntesis de su biografía. El look que más la ha marcado, el que más la representa hasta la fecha, es el vestido rojo de Lorenzo Caprile que llevó a la boda de Federico de Dinamarca y Mary Donaldson, en 2004 en Copenhague. Fue su presentación oficial en sociedad.
Letizia arrasó en su debut de rojo en Dinamarca, en la elitista sociedad que conforman las familias reales europeas. De hecho, llegó a decirse que había eclipsado a la novia. Allí se visualizó la ambición y altísima capacidad de seducción de una mujer que, tras convertirse en princesa de Asturias, se vio obligada a ocupar un discreto, casi invisible, segundo plano. Hubo que esperar a la proclamación para volver a ver a la mujer que disfruta mostrando su poder a través de la moda.
Aquella imagen de Letizia prometida, evidentemente enamorada del príncipe que la conducía del brazo, no ha de avergonzar a la reina española tanto como el vestido transparente a Kate Middleton. Además, Letizia sí ha estado muy cerca de eclipsar aquella poderosa imagen con dos looks de color rosa de Carolina Herrera: el gran vestido de baile que lució en la cena de gala con motivo de la entronización del Emperador de Japón en Tokio. y el dos piezas que lució en la coronación de Carlos III. Icónicos, pero no tanto como para superar el shock Caprile.
El caso de Máxima de Países Bajos es, por contraste, otro planeta. La reina argentina no ha dejado de arriesgar y superarse con vestidos de mil colores y los patrones más chocantes desde su boda, en 2002. De hecho, elegir una imagen que sintetizara su figura era complicado hasta hace escasas semanas, cuando Máxima Zorreguieta acudió a la inauguración en París de una exposición dedicada a la diseñadora Iris van Herpen con un diseño de esta, la versión royal de un look que ya había lucido Beyoncé. En su gira 'Renaissance', nada menos. Quién si no Máxima podría atreverse a clonar a Beyoncé.