Marca España Las claves del triunfo total de Letizia en la Coronación de Carlos III: así funciona la poderosa influencia internacional de la reina

El paseo triunfal de la reina Letizia durante la coronación de Carlos III desvela dos asuntos trascendentales. Que se ha convertido en el relevo del emérito Juan Carlos en la influencia internacional y que las reinas no solo nacen: también se hacen.

La reina Letizia cuenta con un activo de comunicación que está fuera del alcance de Juan Carlos I: la relevancia pública de su impecable estilo e imagen. / getty images

Elena de los Ríos
Elena de los Ríos

La vindicaciónLetizia Ortiz por ella misma no podía culminar en este 2023 de mejor manera. Quién podría imaginar que la arrinconada periodista a la que mantuvieron en tercer plano durante años se iba a convertir en la figura que mejor representa las razones para mantener la institución en el siglo XXI. Su paseo triunfal durante la coronación de Carlos III y su impecable look rosa (uno de los tonos favoritos de nuestra reina) dice muchas cosas, entre ellas, que su habilidad para la diplomacia es apabullante.

Puede que la reina Letizia no se deshaga en gestos ante la corte española de Juan Carlos I, pero a la realeza internacional se la ha metido en el bolsillo. En la recepción previa a la Coronación de Carlos III pudimos constatar cómo se repetía un momento que ya hemos visto en no pocas ocasiones: el afectuoso, casi diríamos entregado, saludo entre el rey Carlos II I, jefe de la casa Windsor, y la reina Letizia. La sintonía es evidente y, aunque se extienda indudablemente al rey Felipe , la imagen que dará la vuelta al mundo será la de la monarca.

La reina Letizia, con Carlos II y Felipe VI en la recepción previa a la Coronación. / GTRES

Ganadora absoluta de la cruenta guerra del estilo royal , a nadie se le escapa la trascendencia diplomática que tiene entregar la máxima potencia estética en las visitas a un país foráneo. A Carlos III, tan consciente del poder de la imagen, no se le debe escapar el gran esfuerzo de la reina Letizia por aparecer más que impecable cada vez que visita Londres.

Su impactante presencia, inalcanzable para el resto de reinas europeas , aumenta la capacidad de atención y engorda el poder de marca de la monarquía, sea española o británica.

El afectuoso saludo del rey Carlos III a la reina Letizia en la recepción previa a la coronación en Buckingham Palace. / GETTY

Este plus de atención a los detalles, como elegir un look de Victoria Beckham cien por cien british, es hoy imprescindible para engrasar las relaciones diplomáticas entre casas reales, que pueden no tener impacto político pero sí económico. Los monarcas son embajadores del tejido empresarial, científico y tecnológico de primera. Sus acuerdos no se firman ya tanto en comidas y cenas exclusivas en reservados y yates, sino según el peso de estos intercambios de influencia, impacto y viralidad en los medios globales.

La sintonía entre Carlos III y la reina Letizia está sobradamente demostrada. / gtres

En este nuevo estado de cosas, lo inimaginable para el rey Juan Carlos I ha sucedido: la mujer que menos quiso contemplar sentada en el trono español se ha convertido en su mejor relevo, en la figura institucional que más y mejor influencia ejerce en el contexto internacional. Prácticamente le ha arrebatado la marca España para actualizarla, en clave femenina, para unos tiempos en los que la transparencia debe estar cuidadosamente planificada.

¿Imaginaría Juan Carlos I que su nuera, una plebeya divorciada, llegaría a este nivel de influencia global? Lo cierto es que Juan Carlos de Borbón culpa a Letizia de todos los contratiempos que ha sufrido en los últimos años y, en especial, de su obligatoria residencia en Abu Dabi.

De hecho, hace tiempo que ha dejado de ningunearla con su indiferencia para pasar a un desprecio indisimulado. Su animadversión que va 'in crescendo': dicen que en la intimiadad la llama «esta», «la asturiana» o «mandona».

Juan Carlos sufre con la rivalidad de la reina Letizia

A nadie se le escapa que la reina Letizia y Juan Carlos de Borbón mantienen desde hace algunos años un evidente pulso por el poder que va más allá de los problemas fiscales, judiciales y sentimentales del emérito. Y, de hecho, solo una motivación extremadamente poderosa podría convencer al padre del rey Felipe para subrayar con su desagradoa su nuera, porque con su señalamiento continuado la realza aún más.

¿Qué puede motivar este comportamiento de alguien que conoce como nadie los mecanismos psicológicos de las mejores relaciones públicas? La hipótesis ha emergido de manera sorprendente en los últimos días: una irreprimible rivalidad producto del creciente poder de la reina Letizia entre la realeza europea.

El rey Juan Carlos I y Carlos de Inglaterra están emparentados: son primos lejanos. / gtres

Nada enorgullece más al rey emérito Juan Carlos que presentarse como el mejor relaciones públicas que pudo tener España: su prestigio como defensor de la democracia le abrió los más importantes despachos del poder global. Durante años, su campechanía se convirtió en una activo marca España que rindió beneficios tanto al Estado como a su cuenta personal. Su identidad y su autoestima siguen muy trabadas en esta narrativa.

Letizia es la única persona en Zarzuela que puede acercarse al nivel de influencia que llegó a tener el rey Juan Carlos y, de hecho, lo está haciendo. Su constante presencia en publicaciones internacionales, su prestigio de reina profesional y su constante empeño en depurar su estilo la convierten en un vehículo para las  relaciones públicas perfecto para el siglo XXI. Ahora sabemos que puede haber ganado para su causa a uno de los contactos más importantes de la agenda de emérito: el rey Carlos III.

Carlos III prefiere fotografiarse con Letizia

Aunque los voceros de Juan Carlos I aseguran que habla con Carlos III por teléfono, lo cierto es que el emérito tuvo que soportar un bochorno diplomático cuando Buckingham Palace desmintió que el monarca británico había almorzado con él en su último viaje a Londres. El exiliado en Abu Dabi se empeña en un rol institucional que, de alguna manera, ya detenta Letizia.

Cuidado, porque el género del poder real está llamado a dar un vuelco en las próximas décadas, con tres reinas calentando ya en las posiciones de salida para conquistar sus respectivos tronos, entre ellas, la princesa Leonor. Letizia está abriendo camino para todas ellas mediante un inteligente uso de su ascendiente, uno que hibrida diplomacia con presencia viral. Así es el nuevo reino del soft power, ese poder blando que traspasa y convence como influencia difusa y no como imposición.

Si alguien dudaba de que una plebeya pudiera ejercer como reina de manera adecuada, ha de admitir que una Ortiz lo ha conseguido. Letizia se ha convertido en la figura que define, identifica y hace destacar a la Corona española. Jamás una monarca educada en las antiguas maneras de la realeza habría podido comprender, como Kate Middleton o Máxima Zorreguieta, los rigores de la una era en la que la imagen vale más que un millón de palabras.

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