Lo que no vimos de Letizia en la recepción de Marivent: cariño, complicidad y el fin de la rivalidad con la reina Sofía

La recepción anual en Marivent que los reyes Felipe y Letizia ofrecen a la sociedad civil balear discurre bajo un guión bastante previsible: se trata de abrir simbólicamente la residencia oficial de los monarcas a la ciudadanía para agasajarla. Los monarcas ofrecen un cóctel y dedican a una pequeña representación de las islas la misma atención que suelen merecer reyes, presidentes o empresarios.

La logística de la fiesta, una celebración que este año sumaba la conmemoración de los 50 años de Marivent como residencia oficial de los reyes en Palma, no ha variado un milímetro a pesar de que la lista de invitados era especialmente larga. El año pasado, Felipe y Letizia estrecharon la mano a alrededor de 300 personas. Este año fueron más de 500.

Sorprendentemente, los reyes y la reina emérita Sofía lograron saludar personalmente a cinco centenares de personas en algo más de veinte minutos. Resulta apabullante la mecánica manera en la que funciona la rutina del besamanos real: solo se detuvo al final, cuando el equipo de Palma Futsal, campeón de la UEFA Champions League de Fútbol Sala. ofreció su trofeo a los monarcas. La reina trató de sostenerlo, pero el rey la disuadió: demasiado pesado.

Tras el saludo inicial de los invitados, los reye Felipe y Letizia se reintegran al cóctel que se dispone al aire libre y van conversando con personas que, normalmente, han solicitado previamente audiencia o los monarcas interpelan. Todos ellos llegan en autobuses que salen de Porto Pi y aún deben hacer unos pocos metros a pie hasta llegar a la explanada frente al palacio de Marivent , donde todo comienza.

La espera merece la pena, no solo por estrechar la mano a los reyes, sino por disfrutar de un cóctel con estrella Michelin (este año, servido por la chef Macarena de Castro) en un bello paraje trufado de pinos con vistas al mar. También por contemplar en vivo y en directo la dinámica familiar que mantienen los monarcas con la reina emérita Sofía. Una cuestión todavía polémica.

Todos los veranos surge alguna cuestión que abreva en la rivalidad entre reinas , una tensión que ha continuado vibrando en el ambiente, sobre todo en los posados en los que están presentes la princesa Leonor y la infanta Sofía. El último, en la confirmación de Sofía , con la reina Letizia volviendo a colocar a su suegra en un lugar que a esta no la convencía demasiado.

Este verano, se ha apuntado a 'timing' de las agendas de la reina Letizia y la reina emérita Sofía para hacer notar que la segunda abandonó Marivent a las 24 horas de llegar la monarca para cumplir con un compromiso en Motril (Granada). La conmemoración del trigésimo aniversario de la muerte del rey Balduino de Bélgica, un acto al que asistieron el rey Felipe de Bélgica y su hija Eleonore.

Así las cosas, este verano aún no hemos visto a la familia real al completo . De hecho, los monarcas solo han coincidido con la reina emérita Sofía en esta recepción en Marivent, una cita que la madre del rey Felipe jamás se pierde. Está en boca de todos: ¿de verdad este año no vamos a ver a la abuela Sofía paseando por cualquier mercadillo con sus nietas?

La decepción general ante al reducida agenda pública de Letizia y sus hijas se compensa, sin embargo, con las escenas de complicidad que la reina Letizia y Sofía de Grecia protagonizaron en la recepción en Marivent. Por fin pudimos contemplar una relación familiar de lo más natural, en la que Letizia cuidaba en todo momento que su suegra (recordemos, 84 años) obtuviera las explicaciones que solicitaba. No se vio tanto a dos reinas, como a una nuera atenta y a una abuela.

Pocas veces vimos un lenguaje no verbal que indicara tanta normalidad en la relación entre Letizia y Sofía de Grecia: hasta observamos afectuoso contacto físico entre ellas, algo que no suele verse en sus apariciones en público. La reina le hablaba constantemente a su suegra, le indicaba quién era quién, aclaraba sus dudas… A veces intervenía el rey Felipe , prueba de lo pendientes que los monarcas están de la emérita. Por fin, un poco de calidez entre reinas.