La reina Letizia, la infanta Sofía y la princesa Leonor, en Lloret de Mar. /
La aparición de Letizia en lo alto de las escaleras del jardín del Hotel Meliá Lloret de Mar, bien conjuntada en beis con el rey Felipe y seguida de cerca por Leonor y Sofía, cayó como una bomba de glamour sobre los presentes. Acostumbrados a una reina en traje pantalón y zapatillas, el derroche de estilo al descender escalón tras escalón enfundada en su ajustadísimo vestido surtió el efecto Hollywood deseado.
No descubrimos ningún continente si subrayamos que la cita anual con la Fundación Princesa de Girona cobra cada vez más realce en el calendario anual de la familia real. Esta cita se siente más volcada en Leonor que la de los Premios Princesa de Asturias, donde la media de edad de los premiados triplica la de la heredera. Hay, además, razones de Estado para echar el resto aquí: la Corona desea restablecer vínculos. Relacionarse desde la amabilidad.
Aún queda para que los Princesa de Girona puedan medirse con los Princesa de Asturias, no solo por su historia sino por la entrega prácticamente fan que caracteriza al público ovetense que acude masivamente a los eventos de la fundación. En Girona no vemos audiencia enfervorizada, aunque este año Leonor y Sofía sí han saludado a un grupo de personas, alrededor de una veintena, que se arremolinaron frente al taller del artista plástico Jaume Plensa , en Sant Feliú de Llobregat, para vitorearlas. Una sorpresa, y de las buenas.
La preocupación de la organización de los Premios Princesa de Girona es, lógicamente, ahorrar gritos, manifestaciones y expresiones de rechazo a la familia real, que corresponde a su esfuerzo 'dándolo todo' en lo que a compromiso y sonrisas se refiere. El despliegue de 'charme' de la reina desarma a cualquiera. Lo mismo que la calculada candidez de Leonor y Sofía, angelicalmente vestidas de blanco .
Jaume Plensa recibió en su taller de Sant Feliú de Llobregat a Leonor y Sofía. /
En su primera salida con ocasión de esta nueva edición de los Premios Princesa de Asturias pudimos volver a ver a Leonor sin su uniforme militar, aunque sí hubo uniformidad, pero con su hermana: looks similares y mismas alpargatas. Incluso en sus personalidades: desbordan inocencia y candidez, pero responden con la fiabilidad de dos experimentadísimos soldados. Son dos mujeres hechas y derechas, algo que destacó el mismo Jaume Plensa.
«Estoy feliz, porque quien viene no es la princesa, sino la representación de nuestra juventud», confesó el artista barcelonés, Premio Velázquez de Artes Plásticas 2013. Plensa admitió que difícilmente se inspiraría en Leonor para alguna de sus icónicas piezas: «Ya es una mujer, es un poco mayor, y yo suelo utilizar modelos de mujeres en una edad muy joven, cuando la belleza está aún en transición», se justificó.
Que no confunda la apariencia de gemelas con la que Leonor y Sofía iniciaron el programa de actos diseñado por la Fundación Princesa de Girona. Princesa e infanta saben perfectamente bien que sus papeles son muy distintos. Especialmente la infanta Sofía, merecedora de un reconocimiento especial por su manera de apoyar, siempre desde un segundo plano, a su hermana. Detrás de ella en los saludos en la puerta del taller de Plensa, parecía azuzar a Leonor para que acelerara. Sin dejar que se parara, musitó a su hermana: «Entremos dentro».
Sofía y Leonor, muy atentas a las explicaciones de Jaume Plensa. /
Si Leonor debe preocuparse por dedicar una mirada y una sonrisa a cada persona que se dirige a ella, Sofía se concentra en que haya fluidez. A la futura reina le toca estar pendiente de todo lo que la rodea, de ahí que a la salida del coche frente al taller de Plensa enseguida posicionara a invitados, curiosos y prensa. Sofía, sin embargo, solo estaba atenta a Leonor.
Mientras la futura reina sonríe a la prensa, Sofía solo mira a los fotógrafos si es estrictamente necesario. No pierde comba de los movimientos y gestos de su hermana sino que los replica, así afirmándolos. Lo cierto es que durante toda la jornada de ayer contemplamos un dúo perfectamente acompasado, sin titubeos ni despistes. Infanta y princesa estuvieron irreprochables, tanto que al reunirse con sus padres no vimos en Letizia su habitual actitud de vigilante observancia. Estuvo de lo más relajada.
En el encuentro de los reyes Felipe y Letizia y de sus hijas con los galardonados de anteriores ediciones del Premio Princesa de Girona, ya en el Hotel Meliá Lloret de Mar, todo fueron sonrisas. Posaron, de nuevo, para los fotógrafos y el resto de la tarde-noche transcurrió fuera de foco. Todo terminó en una cena, celebración del decimoquinto aniversario de creación de la fundación.