Locura royal

Luisa de Bélgica, la princesa infiel que dejó a su marido por su amante, provocó que se batieran en duelo y acabó en un manicomio

La vida de la princesa Luisa María de Bélgica como un relato de pasiones de moda en la época.

Luisa María de Bélgica. / wikipedia commons

Elena Castelló
Elena Castelló

Derroche, amores contrariados, juicios, «ménage à trois», duelo, manicomio: la vida de la princesa Luisa María de Bélgica parece más bien uno de esos relatos de pasiones y desvelos que se habían puesto de moda en la época. Fue la personificación del escándalo , pero también de la lucha por ser independiente y libre de un matrimonio desgraciado, que no había elegido.

Luisa era la hija mayor del rey de los Belgas, Leopoldo II, y de la reina María Enriqueta, archiduquesa austriaca. Nació princesa de Sajonia-Coburgo y Gotha y princesa de Bélgica, el 18 de febrero de 1858, en el palacio de Bruselas, tras cuatro años de matrimonio de sus padres. Su llegada, sin embargo, fue una decepción, porque era una niña y la sucesión de la joven monarquía belga , que apenas tiene una generación, no está asegurada. La princesa recibe los nombres de Luisa María Amelia.

La infancia de Luisa de Bélgica: amistades royals y pérdidas prematuras

El heredero, Leopoldo, llega poco después, el 12 de junio de 1859. En 1864 nacerá otra niña, Estefanía. Luisa recibe educación, junto con su hermano, de un preceptor en palacio. Aprende francés, inglés, alemán e italiano, matemáticas, historia, religión, música y equitación. Su educación es «a la inglesa», basada en la disciplina y la austeridad. Forja amistad con Beatriz de Inglaterra, hija menor de la reina Victoria , y con la archiduquesa María Cristina de Austria, futura reina de España.

La primera prueba que le pone la vida a Luisa es la pérdida de su hermano Leopoldo, heredero al trono, con tan solo 10 años, por un enfriamiento provocado tras caer a un estanque. En sus cartas escribe: «Fue un desgarramiento de mi ser, me atreví a maldecir a Dios». Más adelante, los reyes tienen un hijo que nace muerto y otra niña, Clementina, en 1872. La sucesión pasa al príncipe Felipe, conde de Flandes, hermano del rey, que tiene un hijo, poco después, Balduino.

Una boda marcada por la repugnancia hacia las relaciones sexuales y el mandado de su suegra

Luisa tiene apenas 14 años, cuando ya la pretenden varios príncipes europeos. Los dos más importantes son el príncipe Federico de Hohenzollern-Sigmaringen, hermano de la condesa de Flandres, esposa del hermano de su padre, y el príncipe Felipe de Sajonia-Coburgo-Kohary, su primo segundo. Éste reside en Viena y es el heredero de una importante casa nobiliaria húngara. Se convierte en el pretendiente elegido por los padres de Luisa. Tiene 14 años más que ella y las negociaciones del matrimonio la mantienen al margen. Pero Luisa está contenta.

La boda se celebra el 25 de marzo de 1874 en Bruselas, después de un año de noviazgo, debido a que Luisa no ha alcanzado todavía la pubertad. La novia llega al matrimonio sin saber muy bien en qué consiste, según cuenta en sus memorias. Tras la noche de bodas, Luisa se escapa del dormitorio nupcial, en el castillo de Laeken, y se esconde en el jardín. Su madre, la reina, va a su encuentro y la reconforta, explicándole cuáles son sus «deberes». El novio toma la costumbre de darle abundante vino y leerle historias eróticas cada noche. Le muestra su colección de imágenes subidas de tono traída del Japón y le presta libros que rayan lo pornográfico. A la joven le producen repugnancia.

Luisa de Belgica en un retrato oficial / D.R:

El matrimonio se instala en Viena, en el palacio de Coburgo. A sus 17 años, el palacio le resulta lúgubre y, además, debe someterse al mandato de su suegra, Clementina de Orléans, que es quien lleva el palacio. Luisa y Felipe tienen constantes discusiones. La joven no se adapta ni a su nueva residencia, ni a las costumbres sexuales de su marido. Se venga de él entregándose a una vida social derrochadora y mundana y hace las delicias de la corte de Viena, donde su belleza resulta atrayente y su actitud anticonformista.

Una vida mundana y rumores de amantes

Rápidamente, empiezan los rumores sobre distintos amantes. La pareja tiene dos hijos, Dorotea y Leopoldo. Pero Luisa multiplica los ataques de cólera y es una madre distante que, en seguida, deja a los niños en manos de una gobernanta. En estos años, Luisa traba una profunda amistad con el archiduque Rodolfo, heredero del imperio austro-húngaro, hijo de Francisco José e Isabel de Austria. Estefanía, la hermana menor de Luisa, se casará con él.

A pesar de los rumores, Luisa solo tiene su primera historia adúltera en 1883: se enamora del barón Daniël d'Ablaing de Glessenburg, agregado militar de su esposo Felipe. Pero el amante muere en 1888. Entonces Luisa se enamora del militar que lo reemplaza, el barón Nicolas Döry de Jobahàza. La madre de Luisa intenta convencerla para que deje a su amante, pero ella no le hace caso. La relación dura hasta el matrimonio de Döry, en 1893.

A pesar de los problemas matrimoniales, Luisa viaja mucho con su esposo viaja: a Alemania, a Bélgica, a Italia, España, a Egipto. En mayo de 1895 Luisa conoce a su gran amor, en el Prater (Parque de Atracciones) de Viena, un oficial croata, el conde Géza Mattacic, nueve años menor que ella, que se convierte en su benefactor, además de en su amante. Luisa espera verle cada día en el Prater o en la ópera. Él viaja a Abjaccia, en la Riviera austriaca, donde ella está pasando unos días. Los presentan en un baile. Luisa le propone convertirse en su profesor de equitación y en el director de sus cuadras. Poco después se convierte también en el director de sus finanzas.

Luisa María de Bélgica. / D.R.

El emperador Francisco José hace llamar a Luisa y le aconseja que deje de acudir a los bailes de la corte y que viaje para dejar atrás las historias amorosas. A partir de ese momento, Luisa se convierte en una mujer rechazada por la sociedad vienesa. Los reyes de Bélgica prohíben a su hija Estefanía, casada con el heredero austrohúngaro, que la vea. Tampoco la reciben en la corte. En enero de 1897, deja a su esposo, el príncipe Felipe, por Mattacic.

La pareja viaja primero a París, y luego Cannes, y por el sur de Francia. Sus hijos pronto la abandonan. Su historia de amor la conoce toda Europa. El 18 de febrero de 1898, Felipe reta en duelo a Mattacic. Se disparan varias balas sin rozarse y luego pelean con el sable. Felipe se hiere ligeramente en una mano. Mattacic se va a Niza al encuentro de Luisa. Felipe trata de pagar las numerosas deudas de Luisa. Finalmente es el emperador de Austria quien paga el total de las deudas, lo que supone la ruptura con el rey de Bélgica, padre de Luisa, que se había negado a pagar.

La princesa declarada como loca por su marido

El emperador Francisco José, su marido Felipe y la familia de Luisa están decididos a romper esa relación adúltera y a hacer que Luisa vuelva a Austria. Felipe decide declarar loca a su mujer y convence al emperador de que la encierre en un hospital psiquiátrico. A Luisa le dan a elegir: volver a Coburgo o ingresar. Luisa escoge la segunda opción. Es ingresada en mayo de 1898 en la clínica Döbling, cerca de Viena. Tiene sus propias habitaciones. Pero su amante es encarcelado, acusado de falsedad por firmar varios documentos en nombre de Luisa y de su hija Dorotea.

Poco después, Luisa es trasladada a la clínica de Purkersdorf, también cerca de Viena. El trato que recibe es mejor. Finalmente es ingresada en un sanatorio en Alemania, donde vive con su dama de compañía y su doncella. Pero está aislada. Su amante es indultado en 1902. Entonces traza un plan para liberar a Luisa, durante una cura termal, el 31 de agosto de 1904. Mattacic, mientras Luisa ha estado internada, se ha enamorado de la joven María Stoger. Los tres viven juntos en París, en el Hotel Westminister.

En 1905, Luisa es declarada sana mentalmente. Y su marido le propone una separación amistosa, con una pensión mensual muy generosa. El matrimonio se divorcio 15 de enero de 1906. Pero, acostumbrada. Los fastos, Luisa gasta el dinero a manos llenas. Huye por Europa con su amante de sus numerosos acreedores. Sus deudas acabarán ascendiendo a 30 millones de marcos.

Sus joyas y su guardarropa son subastados. A partir de 1907, otra joven, Anna von Gebauer, la dama de compañía de Luisa, se convierte en amante de Mattacic. Luisa y Mattacic viven en Viena, pero él es arrestado por conspiración cuando empieza la I Guerra Mundial. Luisa se ve obligada a vivir en una pequeña pensión. Su hija y su hermana la mantienen. Escribe sus memorias, que se publican en Paris en 1921. Su esposo muere ese año en Coburgo. Mattacic fallece dos años después. Luisa, que no puede volver a Bélgica, se instala poco después en Wiesbaden, en Alemania, gracias a la ayuda del cónsul general de Bélgica. Muere el 1 de mayo de 1924 por graves trastornos circulatorios. Es enterrada en Wiesbaden