Autorretrato de Marius Borg en su cuenta de Instagram /
Cuando la princesa Mette-Marit emparentó con la familia real noruega en virtud de su flechazo con el príncipe heredero Hakoon no llegó sola a palacio: en los posados oficiales también se encontraba su primer hijo, el hoy veinteañero Marius Borg Høiby . Como si fuera un Grimaldi de Mónaco a la altura de los hijos de la princesa Estefanía nacidos fuera del matrimonio, el joven aristócrata de melena rubia repeinada, ojos azules y look entre rockero y Draco Malfoy es uno de esos casi-príncipes europeos que lo tienen todo sin tener nada. No tiene derecho al trono pero sí toda la atención mediática de ser un miembro de la familia real, hijo de la futura reina escandinava nada menos. Sin función oficial al contrario que sus hermanastros los príncipes Ingrid Alexandra y Sverre Magnus, pero con acceso a los mismos privilegios educativos que ellos, Marius Borg está intentando encontrar su sitio en el mundo mientras la prensa rosa de su país lo tiene claro: el hijo de Mette-Marit es el «bad boy» royal que tanto necesitaban para dar salseo a sus crónicas, y estos son los motivos.
El joven, que ahora tiene 24 años y mide dos metros, entró en el palacio real de Oslo para saludar al pueblo noruego desde el balcón con apenas cuatro años. La prensa local afirma que tanto el rey Harald V como la reina Sonia de Noruega le recibieron con los brazos abiertos lo cual es difícil de creer si se tienen en cuenta las declaraciones de Mette-Marit sobre cómo vivió sus primeros años como princesa (spoiler, mal).
Las motos es una de las grandes aficiones del primogénito de Mette-Marit /
El pequeño querubín rubio que era en aquel momento Marius tenía su propio complicado pasado con el que lidiar. Nacido de una madre soltera con un pasado de drogas y rock and roll y con un padre, Morten Borg, que estuvo en la cárcel y abandonó a su madre cuando estaba embarazada, todo parecía jugar en su contra. Pero por carambolas del destino el Hakoon fue a un concierto donde conoció a Mette-Marit y decidieron vivir juntos con el pequeño Marius para escándalo de toda la sociedad.
El idilio del príncipe y la plebeya cuajó y acabó en una boda que nadie se esperaba, eso sí, con la Cenicienta moderna en la que se había convertido Mette-Marit firmando antes de la boda un documento por el cual Marius nunca estaría en la línea de sucesión del trono. Un contrato en el que también quedaba explicitado que en caso de divorcio madre e hijo se irían de palacio para siempre y sin nada.
Pero además de vivir desde entonces en una especie de cuerda floja social en virtud del matrimonio materno, Marius tuvo que aprender a lidiar con otro aspecto más: se le acabó para siempre el anonimato a los cuatro años de edad. El hecho de que su vida se hiciera pública ha tenido consecuencias incluso para las dinámicas familia real: durante años la supuesta mala relación del joven con Haakon de Noruega, su padrastro, fue la comidilla de toda la prensa rosa que se dedicó a contar las veces que se les veía juntos hablando y sin hablar. Al final tanto conflicto solo se pudo solucionar «desterrando» a Marius a otro país: Estados Unidos.
Lo de ser un ser humano anónimo es su mayor deseo, incluso hoy, de Marius Borg… pero está muy lejos de conseguirlo. La misma prensa que le seguía al parque de juegos cuando tenía tres años estaba más que dispuesta a comentar a toda página todos sus deslices a toda página a medida que iba creciendo. Como cuando se enamoró por primera vez y compartió una imagen en Instagram de su amada sin quitar la localización de la imagen, lo que le valió la gran bronca de los equipos de seguridad de la familia real y el cierre de sus redes sociales.
Marius Borg y su novia en su cuenta de Instagram /
O como cuando en 2016 decidió vender en el wallapop noruego cosas que ya no necesitaba (a la sazón un Vuitton, un motor de una lancha fuera borda, un reloj Nixon y lo mejor de todo, una Harley Davidson que había comprado… pero no podía conducir) y dejó en el anuncio su teléfono personal y la dirección de palacio. O como cuando en 2018 se aireó que estaba saliendo con la modelo Juliane Snekkestad a la que catalogaron de «chica playboy» en todos los medios.
Pero si hay algo que intriga sobremanera a los medios noruegos y que para ellos convierten a Marius en el rebelde de su familia real es su incapacidad de conservar un empleo. Con fama de tener muchos contactos pero pocas ganas de trabajar el joven ha recibido una educación a capricho, estudios de finanzas en California, de diseño en Milán, año sabático en el extranjero a gastos pagados, estancia en Londres…
Vídeo. Estos son los royal que aún están solteros
Su currículum académico es tan variopinto como su sucesión de empleos: ha sido agente inmobiliario, editor de una revista especializada en lujo, rostro visible y publicitado de una aplicación de citas, mecánico de motos… ahora dicen que trabaja para una de sus ex novias (¿ Linn Helena Nilsen quizás?).
Cuando cumplió 20 años, en 2017, Marius expresó su deseo de recuperar su anonimato y de que le dejaran en paz... para años después protagonizar un posado en el Vogue con su chica. En 2018 se compró una casa para vivir en Noruega con su novia modelo a la que llevó a la confirmación de su hermanastro Sverre. Pero mientras continúe comiendo con la familia real, viviendo a cuerpo de rey y cenando los jueves con los futuros reyes de Noruega, parece que no hay reportero noruego dispuesto a respetar sus deseos.