getty images

La tragedia anunciada de la marquesa de Moratalla, tía de Isabel Sartorius: falso secuestro, hijo desheredado y disputa judicial por su patrimonio multimillonario

Así se rompió la inquebrantable vida buena y discreta de Soledad Cabeza de Vaca, marquesa de Moratalla, por la guerra entre sus dos hijos: uno biológico y otro adoptado en Colombia.

Situar a Soledad Cabeza de Vaca, marquesa de Moratalla, en el mapa imaginario de las familias más legendarias de la historia española es fácil: está ligada al legendario conquistador jerezano Álvar Núñez Cabeza de Vaca y, acaso, también a uno de los caballeros más destacados del reino de León en el siglo XII, Pedro Cabeza de Vaca, merino mayor del reino. Muchos títulos ha ido ganando este linaje: el marquesado de Fuente-Hoyuelo, el de Catres, el de Portago y, también, el que nos ocupa, el marquesado de Moratalla.

La quinta marquesa de Moratalla, Soledad Cabeza de Vaca (Londres, 1938), es la protagonista de una historia trágica y, desafortunadamente, paradigmática. No son pocas las familias aristocráticas o adineradas que han tenido que enfrentarse a verdaderas guerras, judiciales y familiares, por el reparto de títulos, honores y fortunas. En el caso de la marquesa de Moratalla, prima hermana de Vicente Sartorius y Cabeza de Vaca y, por lo tanto, tía segunda de Isabel Sartorius, la disputa enfrenta a sus dos hijos.

Hija de Antonio Cabeza de Vaca y Carvajal y hermana de Alfonso, el mítico décimo marqués de Portago que fue jinete, campeón de polo, boxeador, piloto para Ferrari y productor de cine, el grueso de la fortuna de Soledad Cabeza de Vaca procede de su madre, Olga Beatriz Leighton-Ayre. Tras la muerte del marqués de Portago como héroe de la guerra civil en el bando fraquista, Leighton-Ayre se casó en segundas nupcias con Frank J. Mackey, cofundador del Banco HSBC. El patrimonio de este pasó, a través de Olga, a Soledad.

Las estimaciones de la fortuna de la marquesa de Moratalla alcanzaron los 150 millones de euros, heredados en su mayor parte pero, también, ganados en el negocio de la cría de purasangres. Soledad Cabeza de Vaca entregó gran parte de su vida a los caballos. No solo vendió ejemplares al emir de Dubái o al Aga Khan, sino que ganó más de 50.000 carreras del circuito internacional. En los últimos años de su vida, antes de quedar postrada por el alzhéimer, rescató a cientos de ellos de mataderos o de la desatención de la enfermedad.

Fue su hermano, Alfonso de Portago, quien le regaló su primera yegua, Cassandra. De ese espécimen nació Blacklock, el pura sangre con el que la marquesa ganó su primer gran premio, el Prix du Président de la République de 1965. Con los 200.000 francos que ganó en ese torneo creó uno de los criaderos de caballos más importantes de Francia.

¿Cuántos hijos tuvo la marquesa de Moratalla?

En 1957, Soledad Cabeza de Vaca conoció a Maurice Labrouche, un criador de caballos con el que se casó y tuvo a Forrester Maurice, su primogénito, y a Jacques, quien lamentablemente murió con 23 años. Al perder también a su esposo, ya con 57 años, Sol (así la llamaban en familia) decidió adoptar un niño colombiano. Germán, que entonces tenía solo siete años, 28 menos que su hermano mayor. Con el tiempo, se convertirían en enemigos acérrimos.

«Al principio fue un choque para los dos. Yo era un niño y él ya era un señor. Nunca compartimos pasiones, pero con el tiempo aprendimos a llevarnos bien. Era mi hermano mayor, yo lo admiraba. Íbamos juntos a la playa, jugábamos al golf, pasábamos la Navidad en Gstaad», contó el propio Germán en una entrevista sobre su relación con Forrester.

En realidad, la animadversión que mantienen los dos hermanos comenzó mucho antes, en un enfrentamiento sin salida entre madre e hijo. Soledad Cabeza de Vaca decidió desheredar en secreto a su primogénito en 1987, después de que este la sentara en los tribunales en no menos de 20 ocasiones. Su hijo la acusaba de gastarse su herencia, la fortuna de su abuela que consideraba antes suya que de su madre.

El primogénito de la marquesa de Moratalla, alentado por su esposa Stéphanie Hug, ejecutiva de un importante banco en Ginebra, sospechaba que le habían ocultado parte del testamento de sus abuelos que, según él, lo designaba como heredero principal de la fortuna familiar. Sea como fuere, todas las denuncias fueron desestimadas, pero el cerrojazo judicial no terminó con la guerra familiar.

Ante la imposibilidad de hacerse con el dinero de su madre, Forrester decidió cambiar de táctica y atacar a través de su hermano adoptivo Germán. Le acusó de secuestrar a Sol para hacerse con el control total de la fortuna familiar. La acusación fue de nuevo desestimada y una jueza de Bayona autorizó que la aristócrata siguiera viviendo con su hijo adoptivo, nombrado su tutor legal.

Tras el fallecimiento de Soledad Cabeza de Vaca en 2017, la locura se desató. Forrester acusó a Germán de asesinar a su madre y pidió una autopsia. Además, el testamento desveló que había sido desheredado 25 años antes, cuando Sol estaba en pleno uso de sus facultades. Comenzó otro ciclo de batallas judiciales, ahora entre Forrester y Germán, que de momento se han saldado con una única victoria para el hijo biológico de Sol: la lleva el título de su madre.