Marcia Luyten no parecía a priori la persona en la que una editorial y la propia Máxima de Holanda confiaran para escribir su biografía. No por su competencia profesional, sobradamente acreditada, sino por los temas que, como periodista había abordado. Por poner un solo ejemplo, su primer libro, Het geluk van Limburg, que relata el auge y la decadencia de una comunidad minera al sur de los Países Bajos. Sin embargo, su libro Máxima Zorreguieta. Madre Patria, editado en España por Emecé. no solo ha sido un éxito editorial, también se ha ganado el respeto de la crítica por su rigor.
Hablamos con la periodista a través de videoconferencia y la primera cuestión que abordamos es cómo llegó a este proyecto: «Había leído una preciosa biografía sobre la reina Julianna, la abuela materna del rey Guillermo Alejandro . Hablé con mi editor y se lo comenté. También le dije que me preguntaba quién estaría escribiendo una biografía sobre Máxima, pues en cinco años iba a cumplir 50. No es que sea una fan de la realeza, pero estaba al tanto de esas fechas porque Máxima y yo tenemos la misma edad, ella cumple los años diez días después que yo».
A veces las ideas preconcebidas llegan a conclusiones erróneas, como nos desvela la periodista: «Mi editora contestó que era obvio que alguien las estaría escribiendo, pero buscamos en internet y descubrimos que nadie lo estaba haciendo. Insistimos en la búsqueda, fuimos más exhaustivos y, efectivamente, confirmamos que era así. Mi editora me dijo que debía hacerlo yo. Respondí que no era la persona adecuada porque no escribía sobre la realeza sino sobre política y cultura, pero ella consideró que precisamente por eso era la persona adecuada».
Los paralelismos o coincidencias entre la autora y Máxima de Holanda son diversos: «He vivido durante bastante tiempo en África y Máxima ha viajado mucho por allí. Mi editora consideró que esto nos unía, al igual que haber estudiado Económicas y me dio otras cien razones para que lo hiciera. Me comentó que iba a comprobar si era posible. Para ello necesitaba hablar con gente de su entorno. No soy de ese tipo de periodistas que se tumbaría en el campo alrededor de su casa a ver qué pasa. Para mi sorpresa, conseguimos ese permiso para hablar con todo el mundo que la rodea, con la excepción del rey, por supuesto. Fue una ocasión única, así que me dije a mí misma que estaría loca si no me embarcaba en el proyecto».
«Cuando comencé el proyecto, tenía una pregunta en mente. En muchos aspectos, Máxima es una mujer parecida a mis amigos y yo, ha recibido una buena educación, es ambiciosa en su trabajo, pero al mismo tiempo es alegre, le encanta salir, tiene un gran afecto por sus amigos, le gustan las fiestas, es una persona extrovertida…Por eso me preguntaba que teniendo una vida así se sometía a otra con tantas restricciones, cómo es capaz de realizar unas funciones tan complejas como las que tiene que desarrollar en la actualidad», nos explica Marcia Luyten.
La periodista tenía, en ese momento, una opinión muy favorable a cómo estaba gestionando su posición la reina Máxima: «Todo el mundo estará de acuerdo en que ser la mujer o el marido de un rey o una reina es una posición muy complicada. Lo estaba haciendo aparentemente con tanta facilidad, con tanta alegría... Los tres hombres que la precedieron, porque eran maridos de la reina, no tuvieron ese éxito en este sentido. No tenía, por tanto, antecedentes que hubieran cumplido con su cometido con éxito. ¿Cómo ha conseguido el milagro? ¿Cuál es el secreto? Así fue como me embarqué en el proyecto».
La escritora nos muestra de manera sutil las líneas rojas a la hora de abordar los entresijos de cómo escribió el libro, por ejemplo, al precisar quiénes fueron sus fuentes más relevantes: «Hablé con mucha gente muy cercana, incluso sus familiares, pero me comprometí a que no trascenderán las personas concretas que habían dicho esto o lo otro. Es algo que cualquiera que lea el libro habrá comprobado. Si lees el libro con atención sí que puedes sacar la conclusión de que hay determinadas cosas que solamente pueden provenir de una fuente concreta. No puedo darte nombres, porque les estaría traicionando».
¿Ha habido comunicación entre la reina Máxima y la periodista? No, según nos cuenta: «De la reina Máxima no he recibido ningún feedback directamente. Sería imposible. porque si ella dijera públicamente que le gusta y que es un buen libro, a partir de ese momento la gente podría poner en tela de juicio lo que aparece en él. Y te aseguro que todo lo que se cuenta son hechos y las valoraciones sobre ella, sobre su carácter, sobre su familia, o sobre la vida de su padre, son mías. Todo lo que cuento está doblemente verificado, contrariamente a lo que ocurre con otros libros que se han publicado sobre la reina Máxima, que están llenos de fantasía y ficción».
Sin embargo, la periodista nos devela un detalle crucial para entender cómo ha recibido la mujer del rey Guillermo de Holanda esta publicación: «Cuando la reina Máxima cumplió 50 años, mi libro se había publicado diez días antes, y dio una entrevista en la televisión nacional, en su oficina de palacio. En medio de la mesa estaba mi libro. Sabiendo cómo es Máxima y cómo le gusta controlar las cosas el libro, no estaría ahí si no le hubiera gustado o no considerara que es correcto. Sentí en ese momento que aprobaba mi trabajo, aunque no pudiera decirlo públicamente».
Esta biografía de Máxima de Holanda aborda su vida en Argentina en profundidad y especialmente sus orígenes, como relata la autora: «Máxima nació en un ambiente privilegiado, pero a veces la gente da por hecho que nació en las clases más altas o en la élite de los terratenientes, aunque definitivamente no es así. Su padre es un trepador social espectacular, porque nació sin tres títulos imprescindibles para pertenecer a las élites de Argentina. El primero, ser propietario de tierras. El segundo, tener titulación universitaria, pero él dejó sus estudios de Química. El tercero, tener un nombre patricio, que no era su caso. Empezó desde menos tres y ascendió hasta la cima del poder, en la Sociedad Rural de Argentina. Son unos logros excepcionales».
El ascenso social de la familia de Máxima Zorreguieta no estuvo exento de dificultades y restricciones: «Cuando estaba ascendiendo en la escala social, él y su mujer, María del Carmen, se manejaban entre las grandes élites de Argentina. Así que Máxima creció rodeada de las hijas de todos los terratenientes, de hombres poderosos… Aun así tenía que ser prudente con el dinero porque una vez que su padre salió del gobierno, no era un hombre adinerado y tenía bastantes hijos (tres de su primer matrimonio con la filósofa Marta López Gil y cuatro del segundo con María del Carmen Cerruti). Los colegios privados a los que iban eran muy caros. Lo mismo ocurrió cuando fueron a la Universidad, tenía que pagarlas».
Otra de las cuestiones que abordamos es la relación de Máxima con sus hermanas, fruto del primer matrimonio de su padre, que, a tenor de las declaraciones de la periodista, no parece particularmente estrecha, salvo con una excepción: «Creo que Máxima si veía ocasionalmente a sus hermanas mayores, en algunas fiestas o cenas los domingos, pero no tenía una relación muy estrecha con ellas. Sí con Dolores, o Loli, como ella la llama. Era la pequeña de las tres del primer matrimonio y pasaba los fines de semana en la granja de los padres de Máxima».
La reina Máxima adoraba a su padre y era un referente para ella en muchos aspectos, como nos cuenta Marcia Luyten: «Cuando su padre se convierte en Secretario de Estado de Agricultura, en el estadio de Palermo, en el gran día de la Sociedad Rural Argentina, Máxima está ahí y ve llegar a su padre, que por su manera de hacerlo se le podía comparar con un emperador romano. A su lado está Videla en pie, llegan en un coche abierto, seguidos por la caballería. Su padre da un discurso y es aclamado y para Máxima es un momento clave de su vida, aunque solo tiene ocho o nueve años. Piensa que es natural que un Zorreguieta tome el escenario. Cuando vuelve a casa también lo ve en televisión con su hermano Martín. Por eso, para ella es algo natural aspirar a alcanzar los lugares más importantes».
La influencia de su madre en la actual reina de Holanda también fue crucial, pero de otra forma: «La madre de Máxima, María del Carmen, tuvo una influencia enorme en ella, su padre también. Se parece mucho a su padre, era un hombre muy carismático, sociable, amigable, ambicioso en el mundo exterior. María del Carmen, por el contrario, era ambiciosa en el mundo interior, en la familia, en la casa. Era muy estricta. Máxima, como su padre, es algo caótica en su naturaleza. María quería amoldar las cosas en determinadas formas y Máxima sufría por eso. Algunos amigos me confesaron que sus madres también eran estrictas, pero ninguna tan exigente y estricta como la de Máxima. No pretendo decir que era una bruja, nada más lejos. Madre e hija tienen una muy buena relación. Aun así, creo que no siempre fue fácil entre ellas, especialmente en la adolescencia».
El momento más duro para la familia de Máxima de Holanda antes de que se produjera la tragedia de la muerte de su hermana fue cuando impidieron a Jorge Zorreguieta asistir a la boda de su hija por haber sido partícipe de la sanguinaria dictadura de Jorge Videla: «Aquí, en Holanda, si tu padre no puede asistir a tu boda es algo extremadamente doloroso, pero en Argentina es imposible. No solo es triste y trágico sino que es algo inconcebible. Es lo que les ocurrió a los Zorreguieta. Fue un largo proceso muy doloroso y una decisión muy dura. Era algo que al principio Guillermo y Máxima no estaban dispuestos a aceptar, en el parlamento hubo una protesta gigante y una revuelta para que Jorge Zorreguieta no pudiera asistir, porque había participado de este régimen cruel culpable de la violación de los derechos humanos».
La crisis, lejos de resolverse, fue a más, como recuerda la autora: «Las protestas fueron cada vez a peor. Si querían casarse necesitaban el permiso del parlamento, porque si no contaban con él no podía ser rey. Decidieron entonces convencer al padre de Máxima para que su padre se quedara en casa. Máxima estuvo muy triste, porque es una persona sensible que está muy unida a su familia. Todos los días llamaba a sus padres por teléfono. Especialmente para ella su padre era su héroe. Fue difícil convencerle. La noche antes de la boda no dejaba de llorar, según me cuentan mis fuentes. Fue un sacrificio enorme para ella.»
Sin duda, la tragedia familiar fue la muerte de la hermana de la reina, Inés, en 2018, un año después de perder a su padre, como recuerda la biógrafa: «Inés había estado enferma, había sufrido mucho y la familia intentó muchas cosas, todo tipo de terapeutas. Para Máxima fue devastador. Voló hasta Argentina acompañada por su hermano Juan, que en ese momento estaba en Austria. Todo el mundo se sintió mal por ella en Holanda y entendió que se mantuviera apartada unas semanas de la vida pública».
Y concluye: «Cuando reapareció decidió dar un comunicado, algo que me pareció increíble, cuando fue a una visita de trabajo al norte del país. Estaba llorando cuando explicó que su hermana menor no pudo encontrar la felicidad y no podía curarse. Es muy de Máxima lo que hizo a continuación… Comenzó a trabajar en asuntos relacionados con la salud mental de los jóvenes. Mientras tanto, cada vez ha ido menos a África y su trabajo para la ONU era extremadamente importante para ella, porque es algo que había logrado por sí misma. Después de la muerte de Inés ha bajado la intensidad en esta actividad y se ha centrado más en la salud mental de los jóvenes».
20 de enero-18 de febrero
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