Así es cómo Meghan Markle ha conseguido que los estadounidenses odien a Carlos III: la guerra que oculta la reconciliación

Aunque la escenificación de la relación familiar entre Guillermo, Enrique y Carlos es la de una reconciliación, la guerra de Meghan Markle continúa. En Estados Unidos no olvidan sus acusaciones a los Windsor.

Meghan Markle y el príncipe Enrique de Inglaterra están en el punto de mira de la prensa británica como 'los enemigos' de la monarquía de Carlos III. / gtres

Elena de los Ríos
Elena de los Ríos

Cuando los 'fabuloso cuatros' aparecieron juntos en público durante los días de duelo por la muerte de Isabel II demostraron que suscitan tanta o más expectación que hace un lustro, cuando HArry y Meghan se daban el sí quiero. El cuadro que forman el príncipe Guillermo y Kate Middleton y Enrique de Inglaterra y Meghan Markle es espectacular, aunque la belleza de la superficie oculte tensiones ciertas. Los príncipes de Gales y los duques de Sussex se han unido para mostrar su dolor por la muerte de Isabel II al unísono, pero la esperada reconciliación suena más bien a simple tregua. Por mucho que el rey Carlos III diga lo contrario.

Nada de lo que Meghan Markle ha dicho en sus famosas entrevistas en Estados Unidos ha caído en saco roto, como se pudo comprobar en los desplantes que sufrió cuando saludaba al público que se arremolinaba junto a la verja del castillo de Windsor. En el Reino Unido la animadversión hacia los duques de Sussex es cierta. Sobre todo hacia MeghanMarkle, a la que se responsabiliza de la ruptura familiar del príncipe Enrique.

Recordemos: las acusaciones más duras de los Sussex contra la familia real británica se dirigieron sobre todo al actual rey Carlos III, presuntamente responsable de negar títulos a los hijos de Meghan y Enrique, Lilibeth y Archie, y de cuestionar el color de la piel de Archie. Dado el escándalo suscitado por los Sussex, se entiende que no hubiera contacto alguno entre hermanos, ni entre padre e hijo, durante meses.

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Sobre el paseo a cuatro, fuentes cercanas a Buckingham explican que fue improvisado «para que el foco de atención esté únicamente en su difunta abuela» y no en si los hermanos se hablan o no. De hecho, se baraja la posibilidad de que la integración de la pareja huida de Londres en los distintos actos de duelo por Isabel II haya sido expreso deseo de la abuela, consignado así en sus últimas voluntades.

Guillermo, Kate, Enrique y Meghan vestidos de luto en su última aparición juntos en Londres / GETTY

Este movimiento se ha interpretado como la prueba de que Meghan y Enrique desean volver al redil de la familia real. Apoyaría esta teoría su docilidad a la hora de aceptar las condiciones de la corona para su participación en el Jubileo de Platino de la reina Isabel II o el funeral de Felipe de Edimburgo.

Sin embargo, lo que sí parece ser algo más que un rumor es la intención de los príncipes de Gales de viajar próximamente a Estados Unidos para recuperar el favor de sus socios preferentes.

Por qué el rey Carlos III no puede reconciliarse con su hijo Enrique y su nuera, Meghan Markle

Lo cierto es que las entrevistas que concedieron los duques de Sussex ocasionaron un daño cierto a la reputación de la monarquía británica y, sobre todo, de Carlos III. Aunque el hoy rey diga públicamente que desea «expresar mi amor por Harry y Meghan mientras continúan construyendo su vida en el extranjero», ambos le colocaron en el ojo del huracán de sus críticas y su figura sumó otra mancha acumulada a los escándalos que viene protagonizando recientemente.

El nuevo rey acumula pasos en falso. No solo tienen que ver con maletines de dinero, hasta un millón de dólares, de procedencia dudosa y catarí, sino con sus arranques de mal genio y soberbia que han captado las cámaras y que se han convertido en momentos virales.

El rey Carlos III no cae bien ni se percibe como un monarca de unión y consenso, algo que obsesionaba a la fallecida reina Isabel II. Las graves acusaciones de racismo y clasismo de los Sussex son la guinda negra de este amargo pastel.

La verdadera relación entre los Windsor y los Sussex se lee mejor en los titulares de prensa que en las imágenes de la familia real. De hecho, las dos cabeceras más influyentes de Estados Unidos y Reino Unido se han declarado una especie de guerra a cuenta de este cisma familiar, con el New York Times y otros medios norteamericanos centrados en señalar los fallos del rey Carlos.

En Reino Unido, diarios como The Telegraph se burlan de Meghan Markle tanto por grandiosidades injustificables como comparar su boda con la obra de Nelson Mandela (no hay palabras) como por detalles insustanciales, como que vaya constantemente de la mano del príncipe Enrique. En el contraataque desde Estado Unidos , algún medio ha llegado a titular «El reinado de Carlos y sus perretas ha empezado», llamándole a continuación esnob, maleducado y malcriado.

Los medios estadounidenses no se cansan de recordar la crueldad de Carlos III con Diana Spencer o las escandalosas rutinas de su día a día: el personal que debe planchar los cordones de sus zapatos o poner pasta de dientes en su cepillo cada mañana. Por lo visto, necesita que lo vistan cuatro personas. En estos días hemos sabido que se deshizo de su staff de confianza de la peor manera: de un día para otro.

«¿Por qué New York Times odia a Gran Bretaña?» , se ha preguntado un columnista de The Telegraph, asombrado porque en Estados Unidos se hable tanto del sangriento colonialismo británico. Es la misma incomprensión que causa la denuncia de racismo de los duques de Sussex. Una displicencia que aduce: «¡Pero si no es para tanto!». Carlos III y los príncipes de Gales tendrán que hacer frente a la cruda realidad: para gran parte del mundo sí es para tanto. Y, ahora, esa parte puede hacerse escuchar.