CUMPLEAÑOS FATAL

Meghan Markle y el príncipe Harry se quedan sin corona: cómo han logrado los Beckham ser los verdaderos reyes de América

Meghan Markle cumple 42 años sin convertirse en la princesa que soñó. Su plan para conquistar Estados Unidos junto a Harry se estrella, mientras brillan como nunca los Beckham.

Meghan Markle cumple 42 años sin haber logrado su objetivo principal en Estados Unidos: convertirse en una figura de referencia de la beneficencia y el activismo de las famosas. / GETTY IMAGES

Elena de los Ríos
Elena de los Ríos

Dos parejas de la élite social británica decidieron, en su momento, conquistar nuevos horizontes de influencia en Estados Unidos. Hablamos de Meghan Markle , que hoy cumple 42 años, y el príncipe Harry (oficialmente residentes en el país de las barras y estrellas desde enero de 2020) y de Victoria y David Beckham, reyes del pop británico reciclados en excepcionales empresarios. Son incomparables y, a la vez, coinciden en un claro objetivo común: coronarse como reyes británicos en el 'salvaje' oeste americano.

Claramente, la estrategia de ambas parejas difiere de cabo a rabo. Los duques de Sussex se trasladaron a Estados Unidos terremoto mediático mediante, en una tocata y fuga de Reino Unido que provocó la mayor crisis que ha tenido que vivir la familia real británica desde la trágica muerte de Diana de Gales, en 1997. Las entrevistas que vinieron después abonaron el relato de una Meghan víctima y de un Enrique rescatador.

Los duques de Sussex explotan el papel de víctimas

Los duques de Sussex recurrieron, a su manera, a la conocida doctrina del shock: utilizar un acontecimiento dramático para forzar un cambio de las reglas del juego. No les salió muy bien, pues Carlos de Inglaterra y el príncipe de Gales se mantuvieron firmes en su decisión de expulsarle de la institucionalidad de la Corona. Les quedaba, eso sí, explotar el relato sobre el que se justifico el 'Megxit'. Así lo han hecho durante tres años.

Ahora mismo, la popularidad en Estados Unidos de la exactriz y del príncipe cae a ritmo sostenido. Se les rompió la narrativa victimista de tanto usarla por tierra (esas escandalosas memorias), mar (las polémicas entrevistas con Oprah Winfrey) y aire (el de Netflix). Y aunque parte de la élite estadounidense continúa bebiendo los vientos por los Sussex, especialmente el clan Kennedy, ahora mismo muchos se preguntan a qué dedican su tiempo libre. O, más crudamente, qué pintan en América.

Los duques de Sussex acudieron el pasado mayo a la entrega de los premios de la Ms. Fundación for Women de Gloria Steinem, donde Meghan Markle recogió el Women of Vision Award.

Según un sondeo encargado por la revista 'Newsweek', la popularidad del príncipe Harry ha caído 48 puntos de diciembre a marzo de este año, mientras que la de Meghan ha perdido 40. Un ejecutivo de Spotify les acusó de «timadores» tras finiquitar su contrato, por el que ganaron 20 millones de dólares. Esta es la mala noticia: su contenido no interesa si no tiene que ver con la familia real.

Puede que los duques de Sussex no se hayan dado cuenta, pero en Estados Unidos no existe privilegio real ni rancio abolengo que eclipse la admiración por el dinero, el talento y el trabajo. Un apellido y una familia influyente abren las puertas imprescindibles, pero no bastan para hacer brillar a una dinastía. Es importante atenerse a la mística del gran sueño americano que promete éxito y dinero a quien trabaja incansablemente para hacer valer el talento.

Meghan Markle está presa de sus sueños de grandeza

Probablemente sea comprensible que el príncipe Harry, educado por y para el privilegio, no haya caído en la cuenta del hecho diferencial de la cultura que, desde hace ya casi cuatro años, le acoge. Sin embargo, no se entiende que la duquesa se haya dejado llevar por los sueños de grandeza de la realeza hasta el punto de olvidar lo que más caracteriza la estructura de sentimiento de su propio país. Sin trabajo duro no hay paraíso en los 'States'.

¿Quién ha comprendido a la perfección el 'american way of life'? Sin duda, Victoria y David Beckham, hijos de la clase media y obrera antes de convertirse en sendas estrellas del pop, una como cantante y otro como jugador de fútbol. Gracias a sus exitosas carreras, ambos lucen la Orden del Imperio británico. Además, han sabido reciclarse más allá del show y amasar una considerable fortuna como empresarios. Ahora mismo, son más admirados en Estados Unidos que los Sussex.

David y Victoria Beckham han logrado convertir su apellido en una marca que funciona tanto en la moda y la cosmética como en el competitivo mundo del fútbol. / d.r.

Al final, los reyes británicos de Estados Unidos no han sido Meghan y Harry, escondidos y quejumbrosos en su mansión en Montecito. Les han robado las coronas los Beckham, hoy ídolos de masas en Miami, desde donde David lidera la expansión del fútbol europeo gracias a un equipo, el Inter de Miami, que ha rebautizado para el marketing 'la Familia'. Va de triunfo en triunfo: el último, desbancar los muchos petrodólares de Arabia Saudí y convencer a Lionel Messi para integrarse en su 'team'.

La lenta conquista de los Beckham de las tierras americanas ha sido producto de un esfuerzo titánico: trabajo sin parar junto a una red de contactos incalculable. De hecho, Victoria debutó como diseñadora en 2007 en Nueva York y desfila en su Semana de la Moda desde 2012. Ella siempre tuvo claro que su proyecto familiar coincidía con su empeño empresarial y que todo debía revertir en la marca Beckham. No se equivocaba.

Estados Unidos adora a los Beckham de Miami

Ahora, los Beckham poseen un ático valorado en 23 millones de dólares en Miami, una pandilla de amigos que incluye a las Kardashain, Tom Cruise, Kate Beckinsale o Eva Longoria y nuevos lazos familiares con el clan megamillonario de los inversores de Florida Peltz: su hijo mayor Brooklyn se casó en 2022 con Nicola, actriz y una de las diez herederas del cabeza de familia.

Los Beckham que aún comparten mansión londinense y ático en Miami, en la presentación oficial de temporada del Inter de Miami: David y Victoria con sus hijos pequeños, Harper Seven y Cruz: / d.r.

Jack Izzard, CEO de la consultora de relaciones públicas Rhizome Media Group, constató en 'The Telegraph' que los Sussex no han terminado de captar la idiosincrasia de los Estados Unidos como los Beckham. «Victoria y David encarnan el sueño americano: combinan prodigiosamente talento con trabajo duro. Meghan y Harry exudan altanería, cosa que no puede ser menos americana. Es irónico, porque Markle es estadounidense de pura cepa».

Claramente, los Sussex operan en la creencia de una serie de derechos adquiridos que la élite empresarial americana y el público general cada vez está menos dispuesta a concederles. «Carecen de humildad», sostiene Izzard, «David Beckham no trata de rentabilizar su labor como embajador de Unicef, pero la fundación Archewell de los Sussex se percibe también como una herramienta de autobombo».