parece lujo, pero es low cost

Meghan Markle vuelve a hacer el ridículo: la duquesa de Sussex ahora quiere ser tradwife y le roba el escudo a un pueblo de Mallorca

A pocos días del estreno de su nuevo show en Netflix, Meghan Markle cambia el nombre de su marca, plagia el escudo de un pueblo de Mallorca y se enfrenta a otra tormenta de críticas perfecta. Va de desastre en desastre.

Meghan Markle estrena nuevo show en Netfliz, centrado en su vocación de anfitriona y ama de casa. / netflix

Elena de los Ríos
Elena de los Ríos

Hace cinco años que Meghan Markle y el príncipe Harry pusieron pies en polvorosa y volaron de Londres a California, renunciando a (casi) todos los privilegios que conlleva ser un miembro en activo de la familia real británica. Entonces, muchas celebramos el 'Megxit' como un triunfo de las celebrities plebeyas sobre la aristocracia rancia y soñamos con un final de cuento para su épica historia de amor. O sea: que la actriz salvaba al príncipe y ambos se convertían en los nuevos novios de América. Qué ilusas.

Desde su aterrizaje en Canadá (tardaron unos meses en llegar a Montecito) hasta hoy, la trayectoria de Meghan Markle y el príncipe Harry no ha podido ser más errática. Todas las aventuras mediáticas que los duques de Sussex han intentado juntos han sido un éxito empresarial pero un desastre para su imagen de marca. Se embolsaron muchísimo dinero por sus libros, documentales, podcasts y shows en Netflix , pero su reputación ha pagado una factura irreparable. No han logrado trascender su papel de quejumbrosos royals despechados.

Comprobada la ausencia de talento a la hora de crear contenido y de carisma para comunicar, Meghan y Harry decidieron emplearse a fondo en su trabajo solidario, un empeño del que hicieron bandera desde el minuto cero de su deserción de la familia Windsor. Para ello, crearon una fundación, Archewell, a través de la cual canalizar sus gestos de beneficencia y recaudación de fondos, todos en pos de un hipotético papel como activistas royal. Desafortunadamente, a pesar de su fama tampoco prosperó .

Desde la constitución de Archewell en 2020, no cesaron los escándalos. Primero, por su inactividad: no se sabía muy bien a qué se dedicaba tal estructura empresarial. Más tarde por la deserción constante de empleados: los duques de Sussex no lograron retener a ninguno de los talentos que contrataron. Al final, por donaciones sin destino conocido. En 2024, la fundación recibió 5,4 millones de euros (más del doble que en 2023) procedentes en su mayor parte de un único donante misterioso, pero solo repartieron 1,2 millones.

Harry acaba de embolsarse 11 millones de euros

Desastre tras desastre, lo único que parece funcionar en la vida de Meghan Markle y el príncipe Harry son los compromisos previos a su huida de Londres: los Invictus Games y sus torneos de polo, ambas misiones de representación encomendadas exclusivamente al duque de Sussex. De hecho, es su imagen la que parece algo menos dañada por los fracasos sucesivos, probablemente porque jamás ha intentado ejercer de otra cosa que no sea él mismo: un Windsor. Además, se ha apuntado un tanto económico importante a cuenta de sus pleitos con Rupert Murdoch: el pasado enero llegó a un acuerdo para desistir de sus pleitos contra los tabloides del millonario a cambio de 11 millones de euros.

Meghan Markle y la actriz Mindy Kaling, en una escena del nuevo show de la duquesa de Sussex en Netflix. / netflix

Mientras, Meghan Markle no encuentra su sitio o, mejor dicho, su papel. Ha sido protagonista de una historia de amor de cuento: la de la actriz que enamora a un príncipe. Fue la heroína épica que rescató a su enamorado de un hogar cruel, en el palacio de Buckingham Palace. Se convirtió en la víctima más admirada, al denunciar en televisión los prejuicios racistas de su familia política. Quiso ser estrella de la comunicación con un podcast, Archetypes, sobre el empoderamiento de sus ya muy poderosas amigas (Serena Williams, Mariah Carey, Paris Hilton). La columnista de 'The Guardian' Emma Brockes la suma al grupo de famosos con una plataforma enorme, pero incapaces de alimentarla. Por ejemplo, Brooklyn Beckham.

Las inconsistencias vitales de la duquesa de Sussex, su empantanamiento existencial total, aburre hasta a las piedras. Y, sin embargo, Meghan Markle ha aceptado dar otro salto mortal para intentar una nueva aventura con Netflix con una nueva personalidad: la de tradwife. En preparación, hace un año resucitó su aventura como musa lifestyle (antes de ser royal tuvo un blog de estilo llamado The Tig) bajo la marca American Riviera Orchard: lanzó nueva imagen, website y redes sociales, pero solo alcanzamos a ver que vendía mermeladas caseras. ¿Tanto ruido para tan poca cosa?

Meghan Markle ya no quiere ser feminista

Esta es la ironía: la misma mujer que defendió un podcast que celebraba las mujeres empoderadas, profesionales y exitosas, se presenta ahora como la perfecta tradwife del lujo. Recordemos que las tradwives no tienen nada que ver con las mujeres que se quedan en casa por razones prácticas, por ejemplo criar a sus hijos, o que sencillamente prefieren el trabajo en el hogar a, pongamos, una oficina. Las tradwives son mujeres que defienden el papel tradicional que el ideario conservador reservó a las mujeres: como madres entregadas, cocineras perfeccionistas y esposas sumisas. Lo que en España se llamó «el ángel del hogar».

Este modelo de mujer se puso de moda en las redes sociales conservadoras y trumpistas estadounidenses, aunque muchas de estas pretendidas tradwives son en realidad perspicaces influencers que fingen este papel para encantar a sus seguidores y seguidoras, embrujados por vídeos en los que todas las tareas de la casa se embellecen exageradamente para hacer desaparecer el esfuerzo, sacrificio y trabajo que en realidad requieren. Gracias a este rol, muchas de ellas se embolsan cantidades ingentes de dólares en publicidad. No son, en realidad, sumisas tradwifes, sino listísimas empresarias.

Meghan Markle defiende en su nuevo show su vertiente 'tradwife'. / netflix

Está por ver si Meghan Markle es o no convincente como perfecta ama de casa, cosa que dictaminaremos tras ver en Netflix su nuevo programa, 'With Love, Meghan'. Y lo hará no ya con American Riviera Orchard como marca asociada de 'lifestyle', sino con un cambio de nombre inexplicable y a pocos días del estreno de su show. As Ever, o sea, 'Como siempre', es la nueva marca que defiende la duquesa de Sussex, en lo que parece una alusión nada inocente a los tiempos en los que aún no la había tocado la realeza y tenía éxito con The Tig. Lo que iba a ser una nueva mutación es, en realidad, un necesario paso atrás.

«Y este es el momento: se llama As Ever», dice Meghan en un melifluo vídeo publicado en su perfil de Instagram. «Significa, esencialmente, 'como siempre ha sido'. Si me seguís desde 2014 con The Tig, sabéis que siempre me ha encantado cocinar, las manualidades y cultivar mi jardín. Es lo que hago, pero en los últimos años no he podido compartirlo con vosotros de la misma manera. Ahora puedo (…). Por supuesto, habrá mermeladas, creo que ya está claro que este producto es lo mío. Pero también muchos otros productos que adoro y que utilizo en mi hogar. Ha llegado el momento de compartirlos con vosotros. Estoy deseando que los veáis. ¡Gracias a todos!». En The Guardian, Brockes confiesa que contemplar el vídeo «es doloroso».

Tras fracasar en su intento de convertirse en princesa, activista solidaria y comunicadora pseudofeminista, Meghan Markle ha querido soltar todo el lastre royal que le quedaba. De hecho, American Riviera Orchard incluía en su logo un monograma dorado de inspiración claramente Windsor, mientras que As Ever incluye un diseño con palmeras y dos colibríes que remite directamente a California. A California o a Porreres, un pueblo de 5.000 habitantes de Mallorca. Resulta que su escudo de armas es prácticamente el mismo que ahora la duquesa de Sussex presenta como suyo.