NO fue Alteza real

Por qué viste de blanco la viuda de Miguel de Grecia: su historia de amor con Marina Karella, la artista a la que no dejaron ser princesa

Su historia de amor con Miguel de Grecia duró la friolera de 60 años: el año que viene habrían celebrado sus bodas de diamante. Pintora, escultora y benefactora, Marina Karella vistió de blanco para despedirse de su gran, de su único, amor.

Marina Karella, con traje de chaqueta blanco, abraza sonriente a Ana de Dinamarca, viuda del rey Constantino, sobrino de Miguel de Grecia. / GTRES

Elena de los Ríos
Elena de los Ríos

En la marea de protocolario negro que rodeaba el féretro de Miguel de Grecia , el radiante blanco del traje de chaqueta de Marina Karella subrayaba su pena. No como una mera puesta en escena. Una viuda de blanco pertenece a la cultura japonesa, donde tal color es símbolo de máximo dolor. En Occidente, añade a la pérdida la voluntad de tomar distancia del protocolo habitual. Subraya una divergencia.

Ningún miembro de la familia real griega ni Marie-Chantal Miller, de riguroso negro , ni tampoco la reina Sofía , dejó ver sorpresa por el atuendo de Marina Karella, la mujer que acompañó durante 60 largos y felices años a Miguel de Grecia. El matrimonio, a punto de celebrar su bodas de diamante, comenzó precisamente al renunciar el príncipe a sus derechos dinásticos. No sería rey, pero se casaría con aquella pintora morena que acababa de conocer en París. Qué hombre cambiaría el trono por un amor. Uno grande.

«Pensé que era absolutamente encantadora», contó Miguel de Grecia a Fox News, donde le entrevistaron tras la publicación el pasado septiembre del libro «Crown, Art, and Fantasy: A Life in Pictures», con más de 500 fotografías que ilustran su trágica biografía . La pareja se conoció en una fiesta que daban amigos comunes en la capital francesa. «Estudiaba pintura y fue deliciosamente amable conmigo. No tardé nada en decidir que quería casarme con ella».

«Recuerdo que estábamos bailando poco después en otra fiesta y, al mirarla, tuve una revelación», siguió recordando Miguel de Grecia. «Era ella. Nadie más. No se lo dije en ese momento, claro. Unas semanas más tarde, la invité a cenar a mi casa. A los postres, le dije: 'Me caso'. '¿Con quién?', me preguntó ella. 'Contigo. ¿Quieres casarte conmigo?', le dije. Se lo pensó dos minutos, y me contestó: 'Sí'. Mucho después me contó que, al llegar a casa, pensó que estaba totalmente loca por haberme dicho sí sin pensarlo. Pero no lo estaba. Todo ha resultado bien. Además, ¿qué es la vida sino una aventura?».

Miguel de Grecia renunció al trono por amor

Todo lo rápido que fue el romance, tornó lentitud a la hora de casarse. El príncipe tuvo que renunciar a sus derechos sobre el trono griego, asunto que tomó dos años. «Renunciar me proporcionó una sensación de libertad tremenda. Pude elegir mi trabajo, mi profesión, y descubrir mi vocación de escritor y mi interés por la historia», contó poco antes de fallecer Miguel de Grecia . La boda se celebró en el Palacio Real de Atenas el 7 de febrero de 1965. Su primera hija, Alexandra, nació en 1968. La segunda, Olga, nació en 1972. Marina no fue jamás princesa ni pudo hacerse llamar alteza real. Fue, siempre, consorte.

La receta del éxito de larguísimo matrimonio entre Miguel y Marina la contó el mismo príncipe: « No aburrirte jamás con tu pareja. Reírte muchísimo con ella. Y, además, que exista un mutuo interés por aquello a lo que dedicáis vuestro tiempo. A ella le importa lo que escribo y yo estoy profundamente interesado en sus pinturas». En la misma entrevista con Fox, añadió: «El otro día le dije: 'Me diste mi libertad'. Y ella me contestó: 'Miguel, tú me diste seguridad'. Supongo que es una buena combinación».

Unos jovencísimos Marina Karella y Miguel de Grecia, poco después de casarse en Atenas. / gtres

Efectivamente: Marina Karella, hija de un industrial griego, pudo dedicar toda su vida a su arte. Hubiera podido hacerlo sin su príncipe, pues su carrera de escultora ya se cotizaba como emergente a los 23, cuando se conocieron. Había sido alumna de Oskar Kokoska y del prestigioso pintor griego Yannis Tsarouchis, quien la tomó de aprendíz a los 14. Él la inició en la escenografía y el diseño de vestuario, trabajos que realizaba para los más importantes escenarios internacionales. Cuando Marina llegó a los 20, ya recibía sus propios encasrgos. Diseñó escenografía y vestuario para la obra de Jean Cocteau 'El águila de dos cabezas' o para 'Norma', en versión María Callas.

«Es un trabajo exigente y que consume muchísimo tiempo», admitió en una entrevista en 'Artflyer', en 2016. Sin embargo, no lo llegó a dejar del todo. En 2002 trabajó en el vestuario de 'Las troyanas', de Eurípides, con protagonismo para Irene Papas y estreno en Valencia. En 2003 hizo 'Hécuba', en Roma. Tampoco renunció a sus dulces acuarelas, influidas por el gusto impresionista de su padre y los paisajes marineros de la costa griega. Sin embargo, su último amor ha sido la escultura y, por extensión, el diseño de muebles.

Tras la proclamación de la república en Grecia, Miguel y Marina vivieron en París, Irán y finalmente Nueva York, donde frecuentaron a Andy Warhol y dieron fiestas en su casa de Park Avenue a la altura de las crónicas de Bob Colacello en 'Interview'. Robert Mapplethorpe fue amigo y retrató a Marina varias veces. Ella, por cierto, c ompartió asistente con Jean Michel Basquiat. «Solía comer sándwiches frente a la puerta de mi estudio en la calle Spring. El de Álex Katz estaba justo al lado, cerca del de Julian Schnabel. Todos con una política de puertas abiertas, muy distinta a la cautela de los artistas europeos», admite en dicha entrevista.

Marina Karella ha expuesto en galerías importantes

Marina fue engarzando una exposición tras otra en la Gran Manzana, Los Ángeles, Atenas, Bruselas, Roma, Londres… Sus obras llegaron a instituciones y museos, sobre todo griegos, y en 2005 el Museo Benaki de Atenas le dedicó una retrospectiva. Mientras Miguel de Grecia publicó más de una treintena de libros, la mayoría acerca de miembros de casas reales. Nada mal para dos 'outsiders' de la realeza, residentes al fin en la isla griega de Patmos, en un monasterio fortificado reconvertido en casa y estudio que mira al mar Egeo.

En sus últimos años en su refugio griego, Miguel de Grecia continuó con su carrera de prolífico escritor, sin perderse bodas, bautizos y celebraciones de la familia real. Marina Karella añadió a su carrera de artista su trabajo en Eliza, una organización sin ánimo de lucro que trabaja para prevenir el maltrato infantil. En una entrevista concedida en 2021 a la revista griega 'Unique Destination', Karella explicó la conexión entre el arte y la denuncia de la violencia.

«A pesar de la dificultad que uno encuentra cada vez que intenta conectar la dura realidad con la creación, creo que la mirada del artista, cuando es realmente libre, llega a penetrar de manera extremadamente profunda en el subconsciente del niño agredido. Su visión artística puede ayudar a liberarle para que pueda volver a imaginar en un mundo sin abusos».