La reina Isabel II. / Gtres

La reina Isabel II ha muerto a los 96 años en Balmoral: el triste adiós a la monarca más longeva y carismática de la historia del Reino Unido

Isabel II ha muerto a los 96 años de edad en Escocia. Reino Unido se despide de su monarca, que ha fallecido rodeada de sus hijos en el Castillo de Balmoral.

La reina Isabel II ha muerto. La monarca siempre tuvo muy claro que jamás abdicaría y que su destino era servir al pueblo británico. Ha sido la reina más longeva y la que más años ha permanecido en el trono. Varias revoluciones se han sucedido en la sociedad durante sus años como reina, en los que ha sido testigo de cómo ha ido cambiando el sentir de sus súbditos, desde el conservadurismo más estrecho a una forma de vivir más libre y se ha ido adaptando a esos cambios. Fue educada para ser reina hasta el final.

Elizabeth Alexandra Mary, reina Isabel II, por la gracia de Dios, del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, cabeza de la Commonwealth y Defensora de la Fe, nació el 21 de abril de 1926, en Londres, en la casa que sus abuelos maternos tenían en el lujoso barrio de Belgravia. Sin embargo, no estaba destinada a ocupar el trono. Fue la renuncia de su tío, Eduardo VIII, hermano mayor de su padre, para casarse con la divorciada Wallis Simpson, lo que la colocó en la línea de sucesión y l a convirtió en monarca el 6 de febrero de 1952. En 2015 superó a la reina Victoria como la monarca con el reinado más largo en la historia británica.

La reina Isabel II en su coronación. Gtres.

Elizabeth era la hija mayor del príncipe Alberto, duque de York, y de su esposa, Lady Elizabeth Bowes-Lyon, una aristócrata de origen escocés. Como hija de un hijo menor del rey Jorge V, la joven Isabel tenía pocas perspectivas de acceder al trono hasta que su tío, Eduardo VIII (posteriormente duque de Windsor), abdicó en favor de su padre el 11 de diciembre de 1936, momento en el que éste se convirtió en el rey Jorge VI y ella en su heredera.

La educación de la princesa fue supervisada por su madre, que confió a sus hijas a la institutriz Marion Crawford y al escritor CHK Marten, rector más tarde de Eton College, que se ocupó de formarla en Historia. Otros profesores la formaron en música e idiomas. Durante la Segunda Guerra Mundial, ella y su hermana, la princesa Margarita, pasaron gran parte de su tiempo a salvo del bombardeo de Londres y separadas de sus padres, en el Castillo de Balmoral, en Escocia donde ha fallecido la monarca, y en Castillo de Windsor. Isabel era una chica seria y responsable, muy consciente de los deberes que la esperaban.

Vídeo. La vida de Isabel II de Inglaterra en imágenes.

A principios de 1947, la princesa Isabel fue con el rey y la reina a Sudáfrica. Después de su regreso, se produjo el anuncio del compromiso con su primo lejano, Felipe Mountbatten, teniente de la Marina Real, príncipe de Grecia y Dinamarca. Ambos se habían conocido cuando Isabel era todavía una adolescente, pero desde el principio ella quedó prendada de él. El matrimonio tuvo lugar en la Abadía de Westminster el 20 de noviembre de 1947. En la víspera de la boda, su padre, el rey, confirió al novio los títulos de duque de Edimburgo, conde de Merioneth y barón de Greenwich, tras su renuncia al título de Príncipe de Grecia y Dinamarca.

La reina Isabel II el día de su boda. / gtres

La ceremonia fue un soplo de aire fresco para los ingleses que apenas habían ido saliendo de la posguerra. La novia compró la tela para su vestido, diseño de Norman Hartnell, con cupones de racionamiento. 25 costureras y 10 bordadores trabajaron en él adornándolo con emblemas florales tanto británicos como del resto de la Commonwealth con hilo de oro y plata, perlas, lentejuelas y cristales. Su ramo de orquídeas blancas y de mirto, extraído del arbusto que había plantado la reina Victoria tras su boda, fue depositado en la tumba del soldado desconocido. Fue la primera boda real retransmitida por la radio en directo a todo el planeta.

La pareja se instaló en Clarence House, en Londres, tras haber pasado una larga temporada en Malta, donde la reina siempre dijo que había sido muy feliz. Fue el único momento en el que ambos pudieron ser una pareja normal. Su primer hijo, el príncipe Carlos, nació el 14 de noviembre de 1948 en el Palacio de Buckingham.

Posado de la reina Isabel ii y su marido en Clarence House.

El 7 de octubre de 1952, Isabel y Felipe emprendieron una gira de gran éxito por Canadá y Washington, DC. Después partieron, en enero de 1952, para una gira por Australia y Nueva Zelanda. Fue de camino a Kenia, en un lodge en el que la pareja hacía un descanso en el camino, cuando les llegó la noticia de la muerte del rey Jorge VI, el 6 de febrero de 1952. Isabel, ya reina, voló inmediatamente de regreso a Inglaterra. La muerte de su padre fue un duro golpe para la joven princesa que siempre culpó a su tío Eduardo VIII por el empeoramiento de su salud debido al súbito peso de la responsabilidad. Los primeros tres meses de su reinado, el período de luto total por su padre, transcurrieron en relativa reclusión. Pero en el verano, después de mudarse de Clarence House al Palacio de Buckingham, asumió sus deberes y presidió la primera apertura del Parlamento, el 4 de noviembre de 1952. Su coronación tuvo lugar en la Abadía de Westminster, el 2 de junio de 1953.

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Con el ascenso al trono de la reina Isabel, su hijo, el príncipe Carlos, se convirtió en su heredero. Fue nombrado príncipe de Gales el 26 de julio de 1958 e investido como el 1 de julio de 1969. Sus otros hijos son la princesa Ana, nacida el 15 de agosto de 1950, Princesa Real, el príncipe Andrés, nacido el 19 de febrero de 1960, duque de York, y el príncipe Eduardo, nacido el 10 de marzo de 1964, conde de Wessex y vizconde de Severn. Todos ellos tienen el apellido «de Windsor», pero en 1960 Isabel decidió crear el nombre con guión Mountbatten- Windsor para otros descendientes sin el tratamiento de príncipe o princesa y de alteza real. Este asunto causó una de las pocas crisis que sufrió el matrimonio real. «Soy el único hombre de Inglaterra que no puede dar su apellido a sus propios hijos. Soy menos que una ameba», dijo entonces el príncipe Felipe.

Isabel II procedía de una monarquía anclada en la distancia, el protocolo y las tradiciones y ella misma siempre consideró que mantener la tradición era un pilar del trono. Su divisa fue siempre «ni dar explicaciones, ni disculparse» y su actitud fue de una gran fortaleza en los múltiples momentos de zozobra que atravesó su reinado. Poco a poco fue cada vez más consciente de cómo debía ser el papel moderno de la monarquía. Se materializó en decisiones que hoy parecen una minucia, pero que entonces suponían un enorme contraste con la monarquía que ella había heredado. Permitió, por ejemplo, la retransmisión televisiva de la vida doméstica de la familia real en un reportaje, en 1970, aunque después ese documental se retiró. Tuvo que enfrentarse también a al divorcio del matrimonio de su hermana Margarita de Inglaterra, en 1978.

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Sin embargo, fue la década de 1990, la que supuso un auténtico tornado para una familia, cuyos ritos parecían inamovibles hasta entonces. La propia reina lo denominó «annus horribilis». El príncipe Carlos y su esposa, Diana, princesa de Gales, se separaron, al igual que el príncipe Andrés y su esposa, Sarah, duquesa de York. Además, Ana se divorció y, por si fuera poco, un incendio destruyó la residencia real del Castillo de Windsor. El país luchaba, además, contra una recesión, y ello aumentó el resentimiento por el estilo de vida de la realeza. Isabel decidió entonces pagar impuestos sobre sus ingresos privados. La separación y posterior divorcio, en 1996, de Carlos y la inmensamente popular Diana erosionaron aún más el apoyo a la familia real, que muchos empezaron a considerar anticuada e insensible.

Pero lo peor estaba por llegar. Las críticas se intensificaron de forma exponencial tras la muerte de Diana en 1997. Detalles rutinarios como que la bandera nacional no ondeara a media asta sobre el Palacio de Buckingham –aunque la razón fuera que no estaba la reina– causaron un enorme malestar y levantaron un clamor contra la monarquía entre la ciudadanía. A partir de entonces, Isabel tuvo claro que había que modernizar los ritos.

En la primera década del siglo XXI, la reputación pública de la familia real se recuperó, e incluso pudo celebrarse el matrimonio de Carlos con Camilla Parker-Bowles, en 2005, con mucho apoyo entre los británicos. En abril de 2011, la celebración de la boda del príncipe Guillermo, el hijo mayor de Carlos y Diana, y Kate Middleton, devolvió todo el «glamour» a la familia y a la institución. En agosto de 2017, el príncipe Felipe se retiró oficialmente de la vida pública, aunque después de eso apareció periódicamente en algunos compromisos oficiales. Mientras tanto, Isabel comenzó a reducir sus propios compromisos, transfiriendo algunos deberes al Príncipe Carlos y otros miembros importantes de la familia real. Felipe de Edimburgo falleció en abril de 2021.

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Isabel siempre mostró su amor por el campo y por los caballos –era una estupenda amazona– y era una reina muy detallista a la hora de preparar recepciones, viajes y visitas. En sus últimos años, combinó la solemnidad del trono –uno de los más ricos del mundo– con su cara más humana, como madre, pero, sobre todo, como abuela. Isabel ha muerto en lo más alto de su popularidad, después de casi setenta años en el trono, y convertida en un auténtico icono pop.