BODA royal
BODA royal
El príncipe Johann-Wenzel, de 30 años, hijo de la princesa Marie de Orleans y del príncipe Gundakar de Liechtenstein y la condesa Felicitas von Hartig, de 29. Se dirán «sí quiero» en Viena, la ciudad en la que nacieron, tras casi un año de compromiso y haber contraído matrimonio civil el pasado 30 de abril, en Vaduz.
Johann-Wenzel es el tercer hijo y primer varón de los cinco que tuvieron de María de Orleans, hermana del conde de París, y Gundakar de Liechtenstein. Estudió ciencias políticas y economía en Montreal, antes de pasar por la academia militar británica de Sandhurst, y terminar un master en agricultura. Trabaja en la empresa familiar –como ya hicieron su padre, su abuelo y sus antepasados–, que gestiona las propiedades forestales de la familia.
Johan-Wenzel es bisnieto de los príncipes Enrique e Isabel, condes de París, y primo del actual soberano de Liechtenstein, Hans-Adam II. Por su parte, la condesa Felicitas von Hartig es hija del conde Lukas von Hartig y de Claudia von Toperczer. Estudio derecho e historia del arte y hoy, mientras termina su especialidad en Arte, trabaja en el ministerio del interior austriaco en Viena. La pareja asistió a la boda del heredero de Jordania el pasado 1 de junio.
Johann-Wenzel y Felicitas han vivido una historia de amor llena de romanticismo. Se conocieron en una fiesta organizada por un amigo común, en el verano de 2012. En ese primer encuentro, tenían entonces tan solo 19 y 18 años y acababan de terminar el bachillerato. Pero luego, cada uno siguió su camino en países diferentes y no volvieron a encontrarse hasta cinco años después.
Entonces Johan-Wenzel acababa de terminar su formación en Sandhurst y formaba parte del regimiento de los Golstream Guards y Feli, como la llaman en familia, estaba en Londres trabajando como becaria en Sotheby's. Él la llamó para pedirle una cita. Se encontraron en un pub y luego se reunieron con varios amigos para a la cena.
«Recuerdo su gran sonrisa y su sentido del humor, delicioso», recuerda el novio en una entrevista con la revista francesa Point de vue. «Era interesante y muy bella. Me sentí muy a gusto, como si la conociera de toda la vida. Me encantan también su mentalidad abierta y su curiosidad. Enseguida sentí algo por ella». Tras varios años sin verse, sus sentimientos no habían cambiado.
Felicitas revela que le había parecido de nuevo muy atractivo, y que se fijó especialmente en el brillo de sus ojos. «Hablamos de todo y nos dimos cuenta de que compartíamos muchos puntos de vista», cuenta también a la revista. «Nos entendimos muy bien desde el principio y seguimos en contacto. Fue el comienzo de una gran amistad». Pero, además, fue el comienzo de una historia de amor, aunque tardó en materializarse, por los compromisos militares del novio. Fue al terminar su formación cuando Johan-Wenzel se instaló en Lisboa, pero antes regresó a Viena y se encontró con Felicitas, que seguía soltera.
Empezaron a hablar por teléfono todos los días, a veces durante horas. Se volvieron a ver en Navidad. «Siempre supe que tendríamos una relación sólida y creo que Felicitas sentía lo mismo», aclara el novio. Johan-Wenzel le confió sus sentimientos y ella le confesó los suyos. Empezaron a salir en enero de 2020 y pasaron la pandemia juntos.
La pareja convivía desde hacía dos años cuando la pedida de matrimonio llegó en el verano de 2022, el 25 de agosto, en Sicilia. El novio le regaló un anillo con dos diamantes de Brasil y un zafiro rosa de Sri-Lanka, montado por la joyería vienesa Rozet & Fichmeister, la misma que ha confeccionado sus alianzas. Pero estaba tan nervioso que se le olvidó todo lo que había previsto decirle, salvo la pregunta crucial.