Lejos de la escalinata y los célebres balcones del palacio de Mónaco, los Grimaldi poseen todo tipo de inmuebles a lo largo y ancho de Europa. El más inexpugnable de todos es el château de Marchais, al norte de Francia, un castillo del siglo XVI que ocupa un lugar especial en el corazón de Carolina de Mónaco y el resto de la familia porque es siempre su último refugio.
Cuando permanece en La Roca, Carolina de Mónaco se puede permitir el lujo de acudir andando a los eventos oficiales de su agenda gracias a la excelente ubicación de su vivienda oficial, la Villa Clos-Saint Pierre.
Atrás quedaron los años en los que la princesa Carolina compartió vida junto a Ernesto de Hannover en la famosa «bombonera» de la Costa Azul, La Vigie. Desde que se despidiera del príncipe de Hannover, padre de su hija Alexandra, Carolina de Mónaco retornó al centro de Mónaco ocupando de nuevo Clos-Saint Pierre, la villa Belle Epoque situada frente el Oceanográfico de Mónaco en la que ha hecho construir edificios anexos para que sus hijos gocen de intimidad y autonomía.
Pero no nos engañemos, cuando un Grimaldi desea intimidad de la buena, o bien huye a la Provenza, como hizo la propia Carolina tras la muerte de Stefano Casiraghi, o recurre a la fortaleza inexpugnable de la familia: el castillo de Marchais.
El complejo de este château, situado en el norte de Francia, tiene una extensión seis veces superior a la del propio Mónaco. Es tan grande que en los años 80 Rainiero decidió que era buena idea establecer allí su propia manada de camellos (entre otros animales exóticos) que rescató de un zoo en quiebra.
Oficialmente Marchais es solo la residencia oficial de Alberto de Mónaco y Charlène durante en verano, pero durante un tiempo fue también conocido como el lugar donde los paparazzis se apostaban en los setos durante días para intentar captar una imagen de las Carolina y Estefanía. La obsesión de la prensa gráfica por las princesas era tal que el propio Rainiero descubrió a algunos fotógrafos subidos a los árboles cercanos al palacio y blindó aún más la seguridad del lugar.
Aunque el edificio forma parte del patrimonio Grimaldi sólo desde 1854, ya ocupa un lugar importante en la historia familiar y ha vivido todo tipo de acontecimientos históricos (además del asalto de los periodistas). Por ejemplo, sus muros fueron testigos de la boda de los bisabuelos del príncipe Rainiero III (el padre de Carolina, Alberto y Estefanía).
El enlace entre Alberto I de Mónaco y Lady María Victoria Hamilton, en 1869, supuso el espaldarazo definitivo de la casa Grimaldi en términos de nobleza (la novia escocesa tenía bastante más sangre azul corriendo por su venas que el novio).
Aunque María Victoria fue un «premio» de consolación para el príncipe de Mónaco, que había intentado concertar una boda con una de las primas de la reina Victoria, esta enlace cumplió su objetivo real: consiguieron engendrar un heredero para el principado, Luis, antes de firmar el divorcio y la anulación del matrimonio en 1880.
La compra de este castillo-fortalceza-palacio fue idea de la madre del propio Alberto I, que buscaba una propiedad cercana a su Bélgica natal. Esa idea de que el castillo es un refugio para las mujeres de la familia pasó de generación en generación y ha llegado a nuestros días. La propia madre de Rainiero, la princesa Carlota (la mujer que le complicó la vida a Grace Kelly), convertirá el castillo en su residencia personal cuando abandone Mónaco, su matrimonio con el príncipe Luis y a sus propios hijos.
Durante la estancia de Carlota en Marchais, la princesa se volcará en la lucha por los derechos de los presos franceses e incluso permitirá que algunos de ellos vivan en el castillo a modo de centro de rehabilitación. Seguramente las paredes del palacete fueron testigo del amor entre la princesa de Mónaco y un famoso ladrón de joyas.
En la actualidad se sabe que Alberto de Mónaco y Charlène acuden con sus mellizos al castillo cada verano para disfrutar de la naturaleza, los paseos en bicicleta y el anonimato; hasta se ha visto al príncipe en el bar del pueblo (una población de apenas 450 habitantes).
Vídeo. Los mejores looks de Carolina de Mónaco
Pero Carolina es más aficionada aacudir a las 1500 hectáreas de Marchais en septiembre y febrero, los meses en los que se inicia la temporada de caza. Mientras que Alberto es incapaz de disparar, Carolina de Mónaco ha encontrado en cuidar de los sabuesos y cobrarse piezas a tiros una forma de relajarse, como hemos podido comprobar en numerosas ocasiones en las la han pillado cazando en fincas de Cáceres y Castilla la Mancha.
Que sirva esta información de aviso para los que intentan acosarla con tal de conseguir una foto suya paseando en los bosques del castillo de Marchais.