La pequeña princesa Gabrielle se ha convertido en el talismán de su madre, Charlène de Mónaco, en sus apariciones públicas. A ella se abraza y de su mano aparece en los escasos actos a los que ha asistido la esposa de Alberto de Mónaco tras su reincorporación a la vida social del principado. Un buen ejemplo de ello ha sido la última aparición de esta pareja estelar: madre e hija acudieron juntas (y en solitario) a la inauguración de la 10ª edición de la Semana de la Moda de Montecarlo.
De los mellizos principescos de Mónaco, Gabrielle ha sido definida por sus padres como la extrovertida de los dos, la que no tiene vergüenza, mientras que Jacques se ha retratado en sus apariciones como un niño más tímido que prefiere observar en vez de actuar. Gabrielle se mueve en la silla, balancea las piernas, bosteza, saca la lengua. Jacques, más discreto y obediente, se queda quieto y serio en su sitio. Para el recuerdo está la ocasión en la que los mellizos posaron de la mano, al principio de la ausencia de su madre el año pasado, cuando Gabrielle se convirtió en el mejor apoyo (y el más divertido) de su hermano, el heredero al trono.
Las imágenes de Charlène posando abrazada a su hija se han sucedido desde que decidió volver a hacer acto de aparición en abril. Al principio tímidamente y desde la «cita de chicas» de ayer de forma explícita, podemos decir que Gabrielle es la «muleta» que la esposa de Alberto de Mónaco parece necesitar para enfrentarse de nuevo a las cámaras. En los posados monegascos se ha convertido en la tónica habitual que el heredero del trono pose de la mano de su padre y la niña de la de su madre.
Como ya lo hiciera con su hermano, Gabrielle se ha convertido en el escudo y talismán de Charlène en todos los actos protocolarios a los que asiste. Quizá simplemente estén usando de nuevo la estrategia que puso en marcha Alberto de Mónaco en los largos meses en los que la princesa permaneció aislada en Sudáfrica: ni un acto público sin agarrar las manos de los mellizos. Una técnica destinada sin duda a dar a los fotógrafos y periodistas algo amable de lo que hablar que no sea el eterno tema del principado: la crisis matrimonial con divorcio incluido de Alberto y Charlène.
La última aparición de Charlène siguió este mismo esquema. Comenzó con una declaración en Instagram posando con Gabriella en su regazo: «Me ha encantado cada momento que he pasado preparando a mi princesa para su primer evento oficial. Esperamos una gran noche en los Fashion Awards«. Continuó con unas declaraciones al medio más amable posible para los Grimaldi, el Monaco Matin: «Esta salida de moda madre/hija para los Montecarlo Fashion Awards me ha encantado. Ha sido nuestra primera vez subiendo juntas al escenario. Gabrielle no estaba nada nerviosa, sino más bien divertida, ¡y hasta podría haber hecho un show en el escenario!».
Y por último unos pocos consejos de estilo de vida de una niña de siete años: «A Gabrielle, como a todas las niñas de su edad, le gustan los vestidos de princesa, peinarse y hasta probarse mis labiales. Gabrielle tiene su propio estilo y me gusta fomentar esa individualidad». Tras asegurar que en su regreso a Mónaco en noviembre su prioridad era poner toda su energía en sus hijos, su marido y su salud, la princesa Charlène dio por terminada su última aparición pública en la que se habló más de la niña que de la crisis matrimonial e institucional que vive el principado. Aunque hubo una pregunta que no pudo esquivar, la de su estado de salud. Afirmando que ahora se encuentra «más serena», Charlène cogió la mano de su hija y no respondió a nada más. En junio tiene una cita importante en su agenda oficial, ¿acudirá de nuevo de la mano de Gabrielle?