De las mil etiquetas que se le atribuyen a la princesa Charlène de Mónaco las de «novia a la fuga» y «princesa triste» son dos de las que nunca se ha conseguido librar, pero en los 10 años que lleva en el principado la mujer del príncipe Alberto continúa acumulando otras y la más reciente parece ser la de mujer siempre al borde del divorcio. Ahora la cuñada de Carolina de Mónaco debe hacer frente a las consecuencias de su desaparición durante casi la totalidad de 2021, con alejamiento de sus hijos Jacques y Gabriella incluido, y su retiro en una clínica Suiza durante meses para recuperarse de las consecuencias de una enfermedad que también dio lugar a muchas especulaciones.
A pesar de que su marido intentó salir al paso aclarando en noviembre en la revista People: «Déjenme ser claro: Charlène no tiene Covid. Su ingreso tampoco está relacionado con el cáncer. No se trata de un problema en nuestra relación. Y ya que estamos en eso, también digo esto: no tiene nada que ver con la cirugía estética«, los rumores en torno a Charlène nunca cesan y ahora que ha vuelto a la vida pública, como no, han aumentado.
Durante un tiempo se especuló con que Charlène había salido de su exclusiva clínica Suiza rumbo a la isla de Cerdeña donde se había establecido su residencia. Quizá para compensar tanta foto borrosa y tanta rumorología la pareja que gobierna el principado decidió que ya era hora de que Charlène hiciera acto de aparición en un acto público. Y así sucedió.
Charlène reapareció el sábado 30 de abril durante el E-Prix de Mónaco embutida en un sobrio traje gris, con un nuevo peinado y la misma mirada triste de siempre. Posó junto a su esposo, el príncipe Alberto II de Mónaco, y sus dos hijos, Jacques y Gabriella, y los medios se volcaron en subrayar lo bien que le quedaba el rubio platino y lo poco natural que era su sonrisa. A esa aparición sorpresiva le ha seguido este mismo sábado otra en un torneo de rugby, esta vez con vestido azul, sonrisas un 5% más naturales y abrazando a sus hijos por igual.
Pero la prensa francesa sigue desconfiando de la estabilidad del hijo de Grace Kelly y Voici ha «destapado» el verdadero motivo por el que Charlène ha vuelto a posar con escasas ganas en los photocalls monegascos: el dinero y los acuerdos ventajosos para su familia. Hoy mismo el Monaco Matin anunciaba que Gareth Wittstock, el hermanísimo de Charlène que se instaló a vivir en el principado en cuanto la ex nadadora dijo «sí quiero», el 27 de abril obtuvo la nacionalidad monegasca lo que le convierte en un ciudadano de pleno derecho del principado.
Desde 2018 es el Secretario General de la Fundación que lleva el nombre de su hermana y ahora ha subido un escalón más en el complicado organigrama de negocios/política del Principado. Al menos cuatro miembros de los Wittstock «viven» de la Fundación de Charlène y un divorcio principesco no sería una buena noticia para ellos.
Para reforzar la teoría de que tras el retorno de Charlène hay, en realidad, un motivo económico, la revista francesa Voici ha publicado un reportaje en el que afirma que la princesa y el príncipe de Mónaco han firmado un acuerdo multimillonario y secreto. Hasta 12 millones de euros cobraría anualmente Charlène por aparecer en los actos públicos de su marido.
Y para que los rumores de divorcio nunca paren, la publicación gala también apunta a que, en realidad, Charlène desea instalarse en Suiza de forma permanente y viajar a Mónaco en ocasiones puntuales. Sus hijos, los príncipes Jacques y Gabriella, se quedarían a vivir con el padre.
De ser cierta la información publicada por Voici (que de momento no ha sido desmentida por los representantes de los Grimaldi), ¿estaríamos ante una nueva versión del divorcio-no divorcio de Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover?