Fiasco royal

El escandaloso viaje de la princesa Margarita, hermana de Isabel II, a Estados Unidos que acabó con la prohibición de que volviera

El príncipe Harry no está haciendo nada que su propia tía abuela, la princesa Margarita, no haya hecho ya en 1965: ir hasta Estados Unidos y liarla una y otra vez. Quien a los suyos se parece, honra merece.

La princesa Margarita de Inglaterra y su esposo en una imagen de finales de los años sesenta. / GETTY IMAGES

Silvia Vivas
Silvia Vivas

Para cuando Lady Di llegó a los Windsor, la reina Isabel II ya estaba curada de espanto, no en balde llevaba todo su reinado lidiando con la «peor enemiga» de la buena fama de la casa real británica: su propia hermana la princesa Margarita . Su hermana menor fue la primera miembro de la familia real nacida en Escocia en 300 años y la que proporcionó durante buena parte de su vida los titulares más jugosos en la prensa sensacionalista. Su gira americana de tres semanas de 1965 alimentó buena parte de esos titulares.

El viaje de la hermana de la reina Isabel II al continente por el que ahora se pasea su nieto el príncipe Harry llegaba en un momento diplomático complicado. Reino Unido necesitaba inversión extranjera urgentemente y la aprobación de los Estados Unidos para lograrla. Enviar a la más descarriada de los Windsor de la época para lograr ese apoyo parecía una jugada arriesgada. Spoiler, no salió como la monarca británica hubiera deseado.

La princesa Margarita ya había cultivado para entonces una extensa mala fama. Su primer amor imposible fue un plebeyo, 16 años mayor que ella y divorciado. La reina le prohibió casarse con él. Con su primer marido, Anthony Amstrong-Jones , no le fue mejor: la fue infiel desde el primer día de noviazgo (de hecho su amante dio a luz a un hijo suyo mientras aún estaban de luna de miel) y la dejaba notas con listados de razones para odiarla. Gracias a él Margarita se convirtió en la primera royal británica en divorciarse en 600 años.

Pero si por algo destacaba la princesa Margarita era por su amor a la fiesta, el whisky escocés y el tabaco: se dice que pegaba cajas de cerillas en el culo de los vasos para poder encender un cigarrillo tras otro. Aunque característica más escandalosa en toda cena, fiesta o celebración a la que acudía era su arrogancia y malos modos. Lo ideal para enviarla a un viaje diplomático tenso.

Las dos caras del viaje de la princesa Margarita a EE.UU.

En un principio el viaje fue planeado como una visita no oficial de la princesa a un antiguo diplomático británico retirado, pero acabó convertido por orden de la reina azuzada por el primer ministro en una gira de costa a costa de tres semanas de duración con cena en la Casa Blanca incluida.

La prensa oficial afirmaba que la gira fue todo un éxito. A cada aparición de la princesa en público las masas de adoradoras royals se enardecían y ella se dejaba querer por las masas y por los periodistas. Junto a su marido, Lord Snowdon, montó en tranvia en San Francisco, visitó Hollywood, pasó un tiempo estupendo en un rancho de Arizona y encandiló al presidente estadounidense Lyndon B. Johnson en una cena oficial en la que él la definió como «un ángel».

El problema llegó cuando empezaron a llegar detalles del viaje a los medios británicos, como el retrato que Lord Snodown hizo de su señora en la bañera en la que sólo llevaba puesta la tiara que se puso el día de su boda o como cuando se filtraron detalles de las juergas post actos oficiales que la royal y su marido se pegaban después de sus intervenciones oficiales. Sin ir más lejos la noche de la cena en la Casa Blanca hubo una fiesta en el hotel tras encuentro presidencial que duró hasta las cuatro de la mañana.

Las celebridades estadounidenses que tuvieron que lidiar con el carácter de la princesa Margarita en todos aquellos saraos tampoco definieron a su majestad como «un ángel». En la biografía de Theo Aronson sobre la princesa hay todo un párrafo que describe cómo Margarita envió a una persona al otro lado de la habitación en una fiesta en Beverly Hills para que le exigiera a Judy Garland que cantara para ella.

La contestación de la actriz al pobre emisario del mandato real estuvo a la altura de las ácidas réplicas de la propia princesa Margarita: «Ve y dile a esa princesita desagradable y grosera que nos conocemos desde hace mucho tiempo y charlamos en suficientes baños de damas como para que se salte la aburrida rutina real y simplemente venga aquí y pregunte ella misma si quiero cantar. Dile que cantaré si ella bautiza un barco primero».

yndon Johnson y su mujer con la Princesa Margarita con Lord Snowdon

También se habló de que en realidad el «ángel» de Lyndon B. Johnson se ganó su favor dedicándole poemas subidos de tono durante la cena en Washington más que por sus habilidades diplomáticas. Y entre unas cosas y otras, mientras en EE.UU. la alababan en Europa los medios titulaban la gira principesca como una «vulgaridad insensible de gastos ostentosos» centrada más en conocer estrellas de Hollywood que en conseguir lo que Reino Unido necesitaba en aquel momento: fondos y buena imagen.

Finalmente fueron esos gastos los que hicieron que a la princesa Margarita se le prohibiera oficialmente volver a Estados Unidos en otro viaje oficial. Lo del hedonismo adquirió tales dimensiones que la visita llegó a ser debatida en la Cámara de los Lores británica el 7 de diciembre de 1965.

Ante el alud de titulares sobre los excesos reales el Ministro de Hacienda fue interrogado sobre cuál había sido el coste total para los fondos públicos de la visita de Su Alteza Real la Princesa Margarita y Lord Snowdon a EE.UU.. Sin dar las cuentas detalladas se calculó que Margarita, a grosso modo, había gastado unas 30.000 libras del erario público, más de 660.000 euros, en tres semanas.

Con semejante panorama no es de extrañar que cuando Margarita expresó su deseo de volver a Estados Unidos una década más tarde el embajador británico en el país contestara con un contundente «no, gracias». Y la reina le hizo caso.

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