Nueva demanda de agresión sexual para los Windsor: el caso Epstein le complica la vida al príncipe Andrés (y a la reina Isabel II)

Una de cal y otra de arena. En el que va camino de convertirse en el segundo annus horribilis de la reina Isabel II (con la muerte de su esposo, Felipe duque de Edimburgo incluida) a las amenazas veladas de los duques de Sussex desde el otro lado del océano, la monarca británica le toca lidiar, además, con los escándalos sexuales que están salpicando a los Windsor. En febrero de 2021 supimos que uno de sus primos segundos, Simon Bowes-Lyon, fue condenado por agredir sexualmente a una mujer en el castillo escocés de Glamis a 10 meses de prisión. La buena noticia para la reina es que esta misma semana su primo ha salido de la cárcel tras cumplir seis meses de su condena, la mala es que el caso Epstein ha resucitado y el siguiente integrante de la familia real británica en ser juzgado por un delito de agresión sexual va a ser su propio hijo el príncipe Andrés, duque de York (y ex de la también polémica Sarah Ferguson ).

Virginia Roberts Giuffre ha interpuesto una demanda contra el príncipe Andrés en Nueva York por agresión sexual acogiéndose a una ley de 2019 que permite juzgar delitos sexuales que han prescrito si se han cometido contra menores de edad. Las tres agresiones sexuales que relata haber padecido Virginia Giuffre a manos del príncipe Andrés tuvieron lugar cuando ella tenía 17 años.

No es un caso nuevo, de hecho, las declaraciones de Virginia Giuffre y la extraña relación de amistad del príncipe Andrés con Jeffrey Epstein son las que propiciaron que el duque de York tuviera que desaparecer del mapa en 2019 y acabara renunciando a todos los deberes públicos que realizaba en representación de la corona. Justo antes de tomar esta drástica decisión el duque de York concedió una desastrosa entrevista televisiva en la BBC en la que intentó aclarar su relación con el multimillonario y delincuente sexual.

La entrevista se concedió cuando Epstein ya se había suicidado en la cárcel y en ella el propio príncipe no supo dar una imagen de credibilidad. afirmó que no era amigo de Epstein, sino de amigos comunes… lo que no dijo es que esos «amigos comunes» eran, en realidad, uno: Ghislaine Maxwell , la mujer que será juzgada este mes de noviembre por ser la «conseguidora» de menores para Jeffrey Epstein.

En aquella entrevista el príncipe Andrés llegó a afirmar que aunque simpatizaba con las víctimas del magnate no conocía de nada a Virginia Giuffre y que las imágenes que en Daily Mail publicó que los sitúan en los mismos lugares eran, en realidad, un fotomontaje. También afirmó que desde 2006 el contacto con Epstein era apenas anecdótico… para después confirmarse vía foto que s e había alojado en el domicilio neoyorquino del magnate en 2010.

Sus palabras no convencieron a los numerosos sponsor de la organizaciones benéficas que el príncipe representaba en nombre de la corona y para salvar fundaciones, asociaciones y el buen nombre de los Windsor desde 2019 el duque de York vive en el ostracismo. Solo se le ha podido ver rodeado de más Windsor en el funeral de su propio padre.

Una situación que se complicará aún más cuando su hermano, el príncipe Carlos, ascienda al trono ya que los rumores afirman que este pretende seguir el ejemplo de otras monarquías europeas y reducir la familia real a él, sus hijos y sus nietos y así, de paso, librarse de un hermano molesto con el que nunca se ha llevado bien.

Por si la pérdida de peso en la familia real no fue suficiente para convencer al príncipe Andrés de que su amistad con Epstein fue una muy mala idea, ahora llega desde Nueva York esta nueva demanda de Virginia Giuffre.

La mujer de 38 años insiste en su versión de los hechos: afirma que temía por su vida por lo que no se sentía capaz de desobedecer la órdenes que recibía de Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell y que tuvo relaciones sexuales con el príncipe Andrés cuando aún era menor de edad en tres ocasiones motivo por el cual le demanda por agresión sexual, daños emocionales y una buena cantidad de dinero.

El relato de Virginia Roberts Giuffre es muy explícito. Detalla el año de las agresiones (2001) y los lugares en los que tuvieron lugar: en la casa que Ghislaine Maxwell tenía en Londres, en la mansión de Jeffrey Epstein poseía en la isla neoyorquina de Manhattan y en la isla privada que el magnate poseía en el Caribe.

Así mismo, Giuffre adirma que en ningún caso las relaciones con el príncipe fueron voluntarias sino que fue « obligada por amenazas expresas o implícitas de Epstein, Maxwell y/o el príncipe Andrés a participar en actos sexuales« con el duque y que temía la muerte o lesiones físicas a sí misma o a sus seres queridos así como graves consecuencias para sí misma y su entorno si desobedecía a Epstein, Maxwell y el príncipe Andrés « debido a sus poderosas conexiones, riqueza y autoridad''.

El texto de la demanda interpuesta en Nueva York va más allá y explica que «el abuso sexual que cometió el príncipe Andrés de una menor que sabía que era una víctima de tráfico sexual, y cuando tenía aproximadamente 40 años, va más allá de todos los límites posibles de la decencia«. El documento también acusa al duque de York de fingir públicamente ignorancia sobre el alcance de la operación de tráfico sexual de Epstein y de negarse a cooperar con el FBI en la investigación sobre el caso.