Retrato oficial de Federico de Dinamarca y la futura reina Mary.. /
«Novia, pero difícilmente reina», titulaba en el año 2000 el diario El País su crónica sobre el conflictivo noviazgo del reciente Federico X de Dinamarca con una desconocida plebeya llamada Bettina Ödum, tan anónima como Mary Donaldson , pero descartada en tiempo récord como posible monarca danesa por la propia reina Margarita .
El motivo de semejante descarte fue el mismo que hizo que Rainiero de Mónaco rechazara de plano el matrimonio de su hija la princesa Carolina con su primer marido Philippe Junot : un top less indiscreto con paparazzi incluido en la idílica costa azul francesa.
Sucedió en el verano de hace ya 24 años cuando el entonces príncipe heredero Federico pasaba unas vacaciones idílicas con su novia, Bettina Ödum en un yate en Saint Tropez. Sus intenciones de matrimoniar con ella se hundieron en la costa azul francesa cuando un paparazzi captó a la supuesta futura reina danesa haciendo top less y vendió la exclusiva a la revista Se og Hör.
El escándalo estaba servido y fue tan sonado que no sólo la casa real tuvo que emitir un comunicado al respecto, sino que los propios daneses escribieron a la redacción de la revista cuando Federico se lió con Mary Donaldson para pedir que no hundieran a la australiana como hicieron con la danesa.
Por decirlo de forma diplomática, para cuando llegaron las fotos galas, la reina Margarita estaba hasta las narices de los amoríos de su hijo mayor . Había pasado de ser pillado borracho con su novia conduciendo en idénticas condiciones a pasear de la mano por las playas de isla Mauricio con una modelo que posaba en ropa interior (anatema), para añadir más leña al fuego y protagonizar portadas en la prensa amarillista por su idilio con la cantante María Montell.
La guinda del pastel fueron las fotos engorrosas de Bettina, Federico y sus encantos al viento. Enough is enough debió de pensar su majestad, y no se mordió la lengua, el rapapolvo real se sirvió bien caliente desde palacio. Pero aunque la reina Margarita no se caracterizó jamás por no inmiscuirse en la vida privada de su hijo e incluso en el pasado obligó a Federico a «divorciarse» de alguno de sus amores, en esta ocasión parece injusto achacarle a ella toda la carga de la ruptura con Bettina.
De hecho, los rumores de palacio de la época afirman que, después de que el príncipe declarara en público tras una de aquellas rupturas forzosas «cuando me miro en el espejo y pienso en mi vida, siento tentaciones de quitármela», la reina se limitaba a sugerirle a su hijo que la muchacha no era apropiada, pero que la decisión final era suya. Aunque en este caso Federico en vez de decidir, decidió jugar a dos bandas.
Nadie puede acusar a Bettina Ödum de no haber dejado huella en la vida de Federico de Dinamarca, al principio para bien, después para regular. A pesar de la recomendación real de que se buscase una chica que no fuera danesa, Federico convirtió a Bettina en la última piedra en la que quería tropezar y se empeñó en una relación que duró dos años contra viento y marea.
Para él Bettina era una buena candidata a reina, modelo y danesa, sí, pero también la menos relampagueante de sus amoríos. Hasta llevaba North Face, salía de casa con la cara lavada y apoyaba al príncipe en sus proyectos más locos con determinación, como cuando el heredero al trono decidió que necesitaba participar en una expedición al ártico montado en un trineo tirado por perros.
Federico y Mary de Dinamarca en una recepción en Tokyo en 2019. / /
Bettina no se achantó y North Face en mano acudió al aeropuerto de Copenhague dispuesta a despedir a su novio, al que no vería hasta cuatro meses más tarde, barbudo, cansado y oliendo a perro. Lo más alejado que existe del glamour royal.
Pero las cosas se torcieron definitivamente para ella tras el 16 de septiembre del año 2000, momento en el que los destinos del príncipe y Mary Donaldson se cruzaron en Australia. Mientras Bettina se escondía de los paparazzis en Dinamarca, el príncipe heredero acudía a los Juegos Olímpicos de Sídney y, de paso, se llevaba de vuelta a casa el teléfono y un beso en la mejilla de una joven de larga melena castaña.
Hoy Federico vende a los medios (como todos los royals) que lo suyo con Mary fue amor a primera vista, pero a primera vista lo que todos podemos cotejar es que en octubre del 2000 con quién se iba de fiesta era con Bettina, con quién pasó las navidades en París fue con Bettina y con quién se comió las uvas de Fin de año y quemó la tarjeta de crédito en compras fue con la danesa.
No fue hasta marzo de 2001 cuando la prensa se hizo eco de que la modelo y el príncipe lo habían dejado. Aunque las pistas estaban ahí para los que las quisieran ver y Bettina las vio todas. No en balde el mismo día de su fiesta de cumpleaños el príncipe la dejó plantada para irse a Australia ¿a santo de qué? A santo de Mary Donaldson con la que mantenía encuentros esporádicos, visitas secretas y largas llamadas internacionales.
Federico y Mary de Dinamarca tras la abdicación de la reina Margarita. / /
Tras meses simultaneando las dos relaciones, al final, la modelo fue quién decidió que ya estaba bien. O al menos eso declaró a Billed Bladet, donde dejó claro que lo había dejado ella y que no era infeliz por ello (de hecho para demostrarlo aún más se casó antes que Federico y Mary ). De regalo, la danesa también dejó caer en el oído de la periodista Anne Johannesen el nombre y paradero de la «misteriosa chica australiana» del príncipe.
Una pequeña venganza que el príncipe parece que nunca le tuvo en cuenta. De hecho, los adictos a los cotilleos royal daneses aseguraban que las lágrimas que vertía desconsolado el royal el día de su boda con Mary Donaldson eran en recuerdo de la novia danesa que podría haber sido y no fue y con la que fue incapaz de cortar: Bettina.