Lord Ivar Mountbatten, primo hermano de la reina Isabel II y tataranieto de la reina Victoria afirmaba tímidamente en 2019 que todavía no se había acostumbrado a la idea de tener marido. «Supongo que soy bastante tradicional», afirmaba. Dos años después de aquella entrevista en Tatler parece haber superado su timidez con creces y tener un nuevo objetivo: hacerse famoso. Lo intentó con un primer programa de televisión en 2019 y lo intenta ahora a través de un reality llamado Keeping Up With The Aristocrats, donde explota al máximo el privilegio de pertenecer a una de las familias más ligada a la familia real británica, los Mountbatten .
Porque por más tradicional que afirme ser, lo que ha dejado claro Lord Ivar, hijo del tercer marqués de Milford Haven, es que está dispuesto a vivir su vida como le venga en gana, desde llamar a sus gansos Isabel y Felipe (y afirmar en televisión que Isabel se hace caca por todas partes) a protagonizar a los 56 años una de las tres bodas Windsor del año en septiembre de 2018 cuando se casó con James Coyle (después del enlace de Enrique y Meghan Markle y Eugenia de York con Jack Brooksbank).
Con su boda Ivar se convirtió en el primer miembro de la familia real británica que se declaró públicamente gay. El linaje de los Windsor y el de los Mountbatten están estrechamente entrelazados: Ivar es familia tanto de la reina Isabel como de su marido el fallecido Felipe duque de Edimburgo. El padre de Ivar, David Mountbatten, tercer marqués de Milford Haven, era primo hermano del príncipe Felipe y su tío abuelo Louis Mountbatten –tío también de Felipe– fue el último virrey de la India y mentor del príncipe Carlos.
La pareja formada por Ivar y James Coyle se casó en una pequeña ceremonia en la capilla de Bridwell, una histórica casa de campo, situada en Devon, rodeada de una finca de ciervos. Los 64 invitados se sentaron alrededor de una mesa en un invernadero cubierto de glicinias. Algo muy diferente a su primera boda, con la empresaria y filántropa Penelope Thompson, celebrada en abril de 1994. En aquella ocasión, el novio lucía la máxima etiqueta, con corbata blanca, y los cientos de invitados incluían al príncipe Eduardo y a la princesa Margarita, que ayudaron a Penelope a sujetarse en el cabello la enorme tiara familiar. El fastuoso banquete se celebró en Moyns Park, la gran casa isabelina en Essex que Ivar heredó de un primo.
En este segundo matrimonio, no hubo testigos reales, aunque el conde y la condesa de Wessex fueron invitados, pero no asistieron y enviaron sus mejores deseos. Los invitados, entre ellos las tres hijas de Ivar de su primer matrimonio –se divorció en 2011–, Ella, Alexandra y Louise disfrutaron de un coro de góspel. La madrina de Ivar fue la propia Penelope, su exmujer, que desde el principio apoyó en todo a la pareja.
Hace solo diez años, el hecho de que un miembro de la Familia Real se declarara homosexual y se volviera a casar con un hombre hubiera sido inimaginable. Pero las cosas han cambiado. Este verano, el príncipe Guillermo aseguró, por ejemplo, que estaría «totalmente conforme» con el hecho de que uno de sus hijos fuera gay, y que le «apoyaría plenamente en cualquier decisión que tomara». Ivar y James aseguran que todavía no han recibido una sola reacción negativa. De hecho, cuando Ivar se lo contó a Ella, su hija mayor, esta se lo tomó con absoluta tranquilidad. «Creo que esta generación no se inmuta por eso. Lo ven con total normalidad''.
Pero ¿y la generación anterior? La madre de Ivar, Janet Mercedes Bryce, que en aquel momento contaba 81 años, tiene un gran carácter. Pero los Mountbatten no han sido precisamente una familia convencional ni sosegada. Ya lo vieron y lo hicieron todo, o casi todo, antes que nadie. Infidelidades, matrimonios abiertos, bisexualidad. «Eran bastante disolutos ya en la década de 1940», asegura Ivar. Su tía, Nadejda Mountbatten, segunda marquesa de Milford Haven, por ejemplo, era lesbiana. El lema de la tercera marquesa era «hay que probarlo todo al menos una vez en la vida».
Ivar vive con su esposo en Bridwell, su hogar desde hace más de 20 años. Compró la propiedad en 1997 con su primera mujer. Por toda la casa hay fotografías con la familia real, por ejemplo, una de Ivar con la reina Isabel II en el yate real Britannia. Aunque Ivar siempre supo que era bisexual y se lo había dicho a su primera mujer Penelope antes de casarse, no creía que optara por ser abiertamente gay después del divorcio. Todo cambió cuando conoció a James. Fue por accidente, en Verbier, Suiza, cuando James, que trabaja como tripulante de cabina senior para una aerolínea, confundió a Ivar con su instructor de esquí en un bar y le gritó «¡hola!» desde el otro lado de la barra.
Enseguida se dieron cuenta de que querían estar juntos y, en pocas semanas, James conoció a la familia de Ivar. Ambos coinciden en que conocerse fue lo que los animó a comprometerse con una nueva forma de vida. James también había pasado años tratando de enterrar su sexualidad.
Penny tiene una nueva pareja y las tres hijas de Ivar aceptan por completo la elección de su padre, y hablan de ello con total naturalidad. Hasta tal punto es todo tan fluido, que Ivar participó en 2019 en un reality llamado Threasure Isalnd, que se emitía en Channel 4: para demostrar que es posible ser un aristócrata gay de cincuenta y tantos y no necesariamente ajustarse a los estereotipos (o sí porque se dedicó a pasearse por una isla secreta del Pacífico en mocasines y con camisa blanca). Ahora se está dando una nueva oportunidad en la televisión protagonizando junto a su esposo y otras tres parejas aristocráticas inglesas Keeping Up with the Aristocrats, un reality que los críticos han catalogado de «indecente» por mostrar una vida de lujos en plena pandemia.
¿Y cómo es su relación con la familia real con la que creció Lord Ivar? Parece que algo distante, porque «simplemente se ha vuelto muy grande». En la infancia y la adolescencia él, sus hermanos y sus primos acudían constantemente a eventos reales. Hoy, de vez en cuando acompaña a los miembros de la Familia Real en sus viajes al extranjero y tiene una relación muy cercana con el príncipe Eduardo y su esposa Sophie de Wessex, que son los padrinos de sus hijas (al tiempo que él es el padrino de Lady Louise Windsor ). Aunque a fecha de hoy hace mucho que no se ve a los Mountbatten visitando a la reina Isabel II, estamos seguros de que no se pierde un episodio de su primo en televisión: no todos los días se puede ver a los protagonistas del primer matrimonio gay de la realeza británica alquilando su mansión para celebrar bodas y cumpleaños.
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