El poder en la sombra de los Wittstock
El poder en la sombra de los Wittstock
Se llaman Reigen y Aiva Grace –sí, en homenaje a Grace Kelly– y son los hijos de Sean Wittstock, hermano pequeño de la princesa Charlène de Mónaco. Y el pasado fin de semana centraron todas las miradas durante el torneo Master 1000 de Montecarlo, una de las competiciones de tenis más prestigiosas del mundo, antesala de Roland Garros.
Allí acudieron con los mellizos Jacques y Gabriella, hijos de los príncipes de Mónaco. Vestidos con un estilo informal pero muy chic –blusa blanca y falda oscura, ella, pantalones chinos y chaqueta azul marino con camisa, él– Aiva Grace y Reigen hicieron un tándem perfecto con Jacques y Gabriella de Mónaco y su look divino, quienes, como ellos, lucieron gafas de sol.
Pequeños y muy cool, son la nueva generación que toma las portadas y da lecciones de estilo. De los mellizos de Mónaco, los pequeños royals con la agenda más cargada, lo sabemos casi todo y nos tienen acostumbrados a la naturalidad con la que se mueven ante las cámaras y lucen sus «minilooks» fashion. Pero, ¿y Reigen y Aiva Grace, estos nuevos reyes del «chic» infantil?
Su padre es Sean Witstock, uno de los dos hermanos pequeños de Charlène, y al que hemos podido ver en varias ocasiones en actos públicos de los príncipes y en el balcón de palacio junto a Gareth, el otro hermano de Charléne, en el Día Nacional del Principado.
Ambos se han convertido en un apoyo indispensable para la princesa y estuvieron cerca de Alberto en los meses en que ella estuvo ausente por sus problemas de salud. Gareth reside en Mónaco, con su familia, y Sean sigue en Sudáfrica, con su esposa Chantell y sus hijos, pero viajan con gran frecuencia al Principado.
Los pequeños príncipes hicieron de perfectos anfitriones de sus primos. Gabriella lució un vestido azul marino sin mangas y con cuello blanco en forma de pétalos. Su prima, Aiva Grace, algo menor que ella, lucía zapatillas y un minibolso en bandolera, peinada con un moño desecho muy original. Jacques, el heredero, y Reigen, de la misma edad, iban casi idénticos, con chaqueta y pantalón, camisa y mocasines.
Gareth, de 40 años, y Sean, de 37, consensuaron con Alberto el internamiento de Charlène a su regreso de Sudáfrica. Para ellos, la salud de su hermana es lo primero y cerraron filas en torno a ella, tras haberse convertido en sus principales pilares durante su convalecencia en Sudáfrica.
Alberto siempre ha estado muy unido a sus cuñados. Chantell, la esposa de Sean fue, de hecho, una de las primeras personas del entorno de la princesa, en dar alguna información sobre ella, aludiendo a que se estaba recuperando y todavía no sabía dónde iba a alojarse, tras su regreso de Suiza.
Sean fue también quien defendió a Charlene cuando se dijo que había intentado escapar en la víspera de su boda. «Todo el mundo inventa historias. Les puedo decir que mi hermana está muy feliz. Ella y su dama de honor estaban en Sudáfrica en una granja de caza una semana antes de la boda y podría haberse quedado allí si hubiera querido», dijo en una entrevista a una revista de Ciudad del Cabo.
Sean es piloto de helicóptero y hoy trabaja en ventas. Se casó en 2013 con Chantell Serfontein en Sudáfrica y en la boda estuvieron Charlène y Alberto. Reigen nació en 2014 y Aiva Grace en 2016.
Fue Charlène quien solicitó a su hermano y su cuñada que impusiera a la niña ese segundo nombre en hoimenaje a la princesa Grace. Los Wittstock- Serfontein son muy amantes del esquí y suelen frecuentar las pistas de Courchevel, en los Alpes franceses, cuando están en Europa. Chantell es miembro de la directiva de la Fundación Princesa Charlène de Sudáfrica.
Gareth, por su parte, está casado con Roisin Gavin y tiene dos hijos, Kaia Rose y Bodie, a los que es también muy frecuente ver con sus primos Jacques y Gabriella. Gareth tiene cada vez más peso en la alta sociedad monegasca. Al igual que la princesa de Mónaco, sus hermanos nacieron en Bulawayo, Rodesia, la actual Zimbabue. «Somos una familia muy unida. Gareth, Sean y yo fuimos educados con los mismos valores y los deportes son un legado familiar», contaba hace unos años Charlène en una entrevista.