Carlos III y Camilla Parker-Bowles han protagonizado una de las historias de amor 'royal' más impactantes de las crónicas 'royal' y han demostrado estar hechos el uno para el otro. El dúo era dinámico hasta que llegó la coronación y ambos ascendieron al trono del Reino Unido. El hijo mayor de Isabel II estaba deseando ceñirse la corona, tras 70 años de paciente espera. Para Camilla, sin embargo, ha sido un trago.
Evidentemente, no tiene el mismo calado la agenda de un príncipe de Gales y una duquesa de Cornwall que la de unos reyes. Aunque es cierto que Carlos III asumió muchas de las tareas de representación de su madre años antes de que falleciera. La reina Camilla, sin embargo, tuvo menos entrenamiento. Aunque contaba con una popularidad que jamás superaría a la de Kate Middleton , no se hacía una idea de lo que le esperaba más allá.
Las crónicas jamás confirmadas acerca de la vocación de Camilla Parker-Bowles y, también, la teoría que se sostiene en la serie sobre los Windsor 'The Crown', asegura que la hoy monarca jamás quiso ser reina. Camilla siempre se tuvo por una mujer más rústica que 'royal', más interesada en la cómoda vida en el campo de la aristocracia británica que en la gloria de la Corona.
Camilla Parker-Bowles no nació para ser reina, eso está claro. Además, tampoco mostró demasiado interés por desarrollar una carrera profesional, como sí hizo su hermana, Annabel Elliot . Elliot estudió Bellas Artes y es hoy una reputada diseñadora de interiores, con una tienda de antigüedades que se ha convertido en una de las más prestigiosas de Reino Unido. De hecho, ha decorado alguna que otra propiedad de Carlos III en Cornualles.
Camilla no quería reinar ni trabajar. Su objetivo en la vida era disfrutar de la misma al máximo, o sea, disponer de la mayor cantidad de tiempo posible para dedicarse a ella misma, sus amigos y su familiar. Con este panorama, normal que la monarca haya expresado quejas al respecto de sus obligaciones como consorte. El diario 'Daily Mail' sostiene que sus lamentos llegan cada día a su equipo en Buckingham Palace
El día a día de una reina está lleno de obligaciones y, de hecho, Camilla Parker-Bowles se ha quejado ya de ver cómo un documento de Excell determina, hora por hora, cada una de sus jornadas. Cada momento está programado para entrar, salir, saludar, estrechar manos, sonreír a los curiosos o encontrarse con mandatarios o personalidades. Se terminó la improvisación y, sobre todo, la libertad para disponer del propio tiempo.
La reina Camilla se ha quejado amargamente de que, pese a todo el poder que se le supone a una monarca, apenas tiene tiempo para escaparse a Ray Mill, su residencia privada en Wiltshire. Ni siquiera después de viajes al extranjero o grandes acontecimientos dispone de uno o dos días para descansar allí. Como contrapartida, algunas voces sostienen desde hace tiempo que la reina es vaga .
En realidad, la reina Camilla no reclama únicamente descanso. Echa de menos pasar tiempo junto a su familia y amigos, montar a caballo, preparar cenas y comidas para sus allegados y, comprensiblemente, disfrutar de la tranquilidad que cualquiera desea cumplidos los 70 años. No lo puede evitar: echa mucho de menos a sis nietos y bisnietos. No entiende que tenga que pasar más tiempo con la peluquera que con ellos.
La reina Camilla ha podido hacer algunos ajustes a la agenda oficial de Buckingham Palace, como no conceder entrevistas a la prens a o dar discursos largos, pues le ponen particularmente nerviosa. Aún así, continúa sin entender por qué no puede pasar más tiempo en vaqueros, con sus nietos y cocinando para sus amigos. Las obligaciones de la Corona la superan.
«Sin duda, Camilla ha aprendido disciplina y se ha vuelto mucho más organizada», desveló uno de sus amigos al diario 'Daily Mail'. «Es un logro, pues no es organizada por naturaleza. Ha tenido que aprender a organizarse por la cantidad de obligaciones sobrevenidas. De otra manera, jamás tendría tiempo para ver a sus hijos y nietos», explicó.
20 de enero-18 de febrero
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