La reina Letizia posa para un selfie con una persona del público. /
Como cuando se decía que Juan Carlos I recorría las carreteras de España en moto socorriendo automovilistas en apuros hay un rumor que persigue cada cierto tiempo a la reina Letizia: el de que tiene sus propias redes sociales secretas. ¿Conseguiremos nuestro propósito de año nuevo y que este 2023 las haga públicas?
La última en apuntarse de forma involuntaria a la expansión del rumor del Instagram de la reina fue la actriz Kate del Castillo a finales de 2022. La protagonista de La reina del Sur coincidió con la reina Letizia en su último viaje a Los Ángeles y aseguró en una entrevista en Televisa que habló con la mujer de Felipe VI sobre este tema.
«Somos de la misma edad y me dijo que veía mi Instagram y que le encanta todo lo que hago. Fue muy divertido», explicó la actriz ante las cámaras, una confesión involuntaria. La duda que nos queda es con qué cuenta de Instagram «cotillea» la reina Letizia.
La versión oficial e institucional dictamina que nuestra monarca no posee redes sociales propias, aunque para algunos expertos esta política es un desperdicio de uno de los mejores recursos de la casa real española: la propia reina.
Si Letizia tuviera cuentas, por ejemplo, en Instagram o Twitter, la monarca podría atreverse a mostrar una cara más natural que acercara la institución a los ciudadanos. Una reina con sus propias redes sociales limaría asperezas, acercaría la familia real a los ciudadanos y ayudaría a perpetuar esa imagen de calma por la que apuesta la institución.
Nerea Sanabria, consultora de comunicación política e institucional de la agencia de comunicación LaBase, asegura que las redes sociales son los carriles adecuados para que la monarquía se acerque al siglo XXI. «La imagen lo es todo, es la visión que tú quieres dar», añade sobre un mundo contemporáneo que se diluye entre lo online y lo offline. «Crearse un perfil supone un impacto imprescindible», asegura.
La decisión de abrir un perfil en Instagram es algo más que un pasatiempo divertido que la reina pueda utilizar sin miramientos. «Es una decisión estratégica, y querrán que siga lo aséptico, en la línea del tono de la Zarzuela», desgrana la consultora. Sanabria ve un objetivo claro: «Hay que ser prudentes, por los tiempos convulsos en la monarquía. Están intentando sortear la etapa con serenidad y pueden considerar que esa decisión es un peligro».
El lenguaje de las redes sociales es diferente, ágil y sin florituras. «No es tan fácil», comenta la especialista. Y añade que los royals «deberían dar un giro de 180 grados». Desde su punto de vista, quedarse anclado en el pasado es un factor que, según las encuestas, daña su imagen. Sobre todo entre los jóvenes, que viven una etapa en la que las pantallas triunfan. «No teniendo perfiles se perpetúa una imagen antigua, arcaica», sentencia.
Imagen de la reina Letizia. /
Esta necesidad de renovarse es también la apuesta de María y Laura Lara, dos profesoras expertas respectivamente en Historia Moderna y Contemporánea, y en Casas Reales. «La identidad transparente y los riesgos están ahí, pero, si comparamos con otras monarquías, las redes sociales suman en adhesión más que restan», comenta Laura.
Estas hermanas escribieron a cuatro manos su libro Princesas en Jeans, donde retratan cómo este sector ha avanzado en el último siglo. Para bajar a la tierra a la realeza, a María le parece fundamental la creación de un perfil personal. Lo apoya por dos motivos: «por la naturalidad y por expresar sentimientos que en un comunicado quedan fríos».
En el supuesto de que Letizia pueda dar el paso para crearse una cuenta, ¿sería algo suyo o un brazo de las cuentas oficiales existentes? La respuesta es que la institución probablemente apostarían por medir los pasos de la reina. «No es fácil y menos para un personaje con tantos ojos encima», cuenta Sanabria.
Su saber estar ante los focos vino de antes de casarse con Felipe VI, pero lo hacía de otra manera, como periodista. En esa etapa de su vida aprendió a informar, pero con su nueva vida dejó su profesión atrás. «Es complicado volver a esa rueda para una persona que ha estado desconectada de su dedicación a la comunicación. Le falta bagaje». Haberse quedado atrás en algunos conocimientos tampoco es definitivo. «Estamos hablando de la Zarzuela, recursos no faltan», sostiene la experta de LaBase.
Por su parte, Letizia mantiene cierta conexión con los nuevos formatos. El pasado abril aprovechó para mostrarlo en la entrega de los premios de la 44.ª edición de los premios SM de Literatura Infantil y Juvenil, El Barco de Vapor y Gran Angular.
«No conviene mitificar un pasado sin redes sociales y tecnologías de la comunicación modernas, pero tampoco sería bueno glorificar un presente de acceso continuo a todo tipo de contenidos en una especie de bucle permanente de sobreestimulación que propician las redes sociales», destacó la reina.
Hay un personaje que le ha dado la vuelta a la costumbre de las redes sociales de la familia real, Victoria Federica de Marichalar. La hija de la infanta Elena se ha deshecho de las imágenes de cámara profesional y pose insulsa. Fuera de toda la táctica institucional, consiguió impulso en su nueva vida precisamente por usar Instagram para compartir su estilo y dejar constancia de todos los exclusivos eventos a los que asiste.
«No habría tenido tanta fama a través de los medios tradicionales, pero gracias a su trabajo en redes sociales contrasta a lo que se ve desde la Zarzuela. A esa parte de la familia se les consideraba como los frikis y no hubo tanta atención a que siguieran la línea de madre, padre e hijas perfectas», describe Sanabria.
Esa imagen de familia de revista se ha construido con mimo. Como aquel día, a finales de agosto del año pasado, en el que Leonor se despedía de sus padres rumbo a Gales. Las imágenes recogen abrazos entre madre e hija, el vistazo de la reina que observaba partir a Leonor con su enorme maleta, o una mirada cómplice entre el rey Felipe y su primogénita. «Se hicieron tan virales estas fotos porque la gente estaba deseosa de conocer a la princesa y la infanta personalmente», prosigue la experta.
Leonor es una adolescente que no vive ajena a las pantallas. Que no pueda tener redes sociales oficilamente no quiere decir que no las conozca, aunque no sea de primera mano. La consultora también tiene claro que si en algún momento se decide a seguir los pasos de su prima Victoria Federica, deberá hacerlo en serio. Si abre una cuenta en una plataforma la tendrá que utilizar. «Es mejor no tenerla de decoración. Al fin y al cabo, la falta de comunicación potencia la imaginación».
María Lara anima a que las hijas de los reyes tomen la decisión de crearse una cuenta más adelante, cuando sean mayores de edad. «Además de sus primos, en las casas reales británica o griega, los allegados a los herederos de su misma generación tienen redes sociales».
Todas las expertas coinciden en un nombre y un modelo a seguir para la reina Letizia: Rania de Jordania. María cuenta que la reina consorte, con 7,1 millones de seguidores en Instagram, emplea las redes con estilo propio, con fotografías elegantes aunque más desenfadadas que las oficiales. «Otro ejemplo sería el de Máxima de los Países Bajos, que tiene publicados vídeos de cómo se grabaron entrevistas que le hicieron o practicando tareas domésticas, como la jardinería».
Por su parte, la Casa Real española tiene perfiles en Twitter y en YouTube, pero no en Instagram ni en Facebook. «Sin embargo, otras familias tienen un despliegue en las redes sociales a nivel corporativo y también con perfiles personales de sus miembros».
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La historiadora describe también la faceta dura: « Victoria de Suecia ha tenido que soportar críticas por compartir fotos hogareñas con sus hijos Estela y Óscar, cuando ese gesto va a favor de la institución monárquica, ya que se transmite la imagen de una familia con las mismas inquietudes de todos».
Su hermana Laura se decanta por la princesa Charlene de Mónaco. «Se expresa en primera persona, publica reels [vídeos] sobre conmemoraciones y acerca de campañas solidarias que apoya». Y ambas resaltan a los actuales príncipes de Gales. «Dan una imagen de preocupación por los ciudadanos y de estar a su lado. Cuando es tan difícil que los royals concedan una entrevista a un medio o a un periodista, las redes sociales cooperan en el acercamiento de la monarquía al ciudadano».
Lo comparten en su libro: para la realeza, el tener un teléfono y mostrar lo que deseen, se comparan a ponerse unos jeans en la segunda mitad del XX. «Ver a Isabel II, a Grace de Kelly o a Diana de Gales en vaqueros daba más puntos a la causa monárquica que el manto de armiño».