El royal que la rechazó Se cumplen 41 años del día en el que la reina Sofía se reencontró con el amor de su vida, el rey Harald de Noruega (y cumplió su venganza)

Se cumplen 41 años del reencuentro «oficial» de la reina Sofía con el entonces príncipe heredero noruego Harald, el hombre que la sustituyó por un plebeya, pero que tuvo que recibirla como una reina.

Harald de Noruega y la reina Sofía / getty images

Silvia Vivas
Silvia Vivas

El diario El País destacaba en su crónica de la primera visita oficial de la reina Sofía y el rey Juan Carlos I a Noruega en 1982 el «cariñoso saludo del rey de Noruega a la reina Sofía». El rey en cuestión era Olaf V, padre del príncipe Harald, el primer amor oficial de nuestra emérita.

Fue el empeño de la reina Federica , madre de Sofía de Grecia, lo que hizo que su primogénita se fijara en el «soltero de oro» de la realeza europea durante los años 50. La reina de los griegos hizo de todo para que Harald y Sofía coincidieran, desde llevar a su hija a la visita oficial a Noruega de 1958 para que las fotos de Harald y Sofía bailando juntos hicieran volar la imaginación del pueblo, a invitar al príncipe a Corfú para que los jóvenes navegaran solos y juntos por aguas del Mediterráno.

Pero no funcionó y el «cariñoso saludo» del Olaf V de Noruega a pie de pista del aeropuerto de Oslo-Fornebu en 1982 tenía un cierto regusto a Judas. Porque hacía décadas el propio Olaf V fue quién decidió que el compromiso entre su heredero y la heredera de Federica no serían nunca matrimonio. ¿El motivo? Que el Parlamento griego no autorizó la dote de 50 millones de francos que pedía para acceder al compromiso.

Veinte años más tarde de aquel desplante la reina Sofía llegó a Oslo convertida en soberana, madre de príncipes y con el respeto que le confería el ser la esposa de Juan Carlos de Borbón, un rey que estaba en el punto más alto de su fama y que incluso la prensa noruega acogió con entusiasmo.

El TQM pero TGG de la reina Sofía a Harald de Noruega

El baño de multitudes que se dieron los reyes de España en aquella visita de 1982 sorprendió a los propios corresponsales españoles. La visita de la reina Sofía y el rey Juan Carlos se debería haber producido un año antes, en 1981, pero el intento de golpe de Estado cambió la agenda internacional de los monarcas al mismo tiempo que los convirtió en una especie de estrellas del rock royal de la época.

Cuando finalmente bajaron por la escalerilla del avión que aterrizó en Oslo el rey Juan Carlos se había convertido en la salvaguarda simbólica de las instituciones democráticas europeas y ganado la admiración y el respeto de, incluso, el casi siempre frío público noruego. El interés que despertaba la pareja era tal que hasta tuvieron que salir al balcón del palacio real de Oslo para saludar a la multitud que se agolpaba frente al edificio.

También hubo que repetir el mismo concierto en honor a los reyes dos días seguidos ante la avalancha de reserva de entradas para asistir a él. Incluso uno de los diarios principales de la prensa noruega, el Dagbladet, habló de Juan Carlos de Borbón como uno de los candidatos para ganar el premio Nobel de la Paz de ese año. Una fiebre por los Borbones que convertía a la reina Sofía, por alusiones, en la esposa del hombre del momento.

La reina Sofía siguió su propio circuito de visitas durante aquel baño de masas de tres días, incluyendo paradas culturales con el museo Munch y otros actos cuasi obligatorios para las integrantes femeninas de la realeza: visitas a guarderías y residencias.

Pero entre sonrisas, saludos, cálidos recibimientos y brindis llegó el momento que todo el gossip esperaba: la recepción de gala que los monarcas españoles prepararon para agradecer a la familia real noruega sus atenciones y que enfrentaría cara a cara a la reina Sofía con el hombre que le rechazó y ante la atenta mirada del que la «salvó».

Aquel mismo año, en febrero, la reina Sofía, con las infantas Elena y Cristina como carabinas habían coincidido con los príncipes herederos noruegos Harald y Sonia en la boda de la princesa Astrid de Luxemburgo. Pero lo de la cena de gala en Oslo era otra liga.

Con tiara, sonrisa y en su momento más popular, la reina enfrentó a quien todo el mundo considera que es su primer amor. Sofía de Grecia ya era reina y madre del futuro rey de España y estaba casada con el hombre del momento, un rey de sangre real.

A Harald aún le quedaba casi una década para sentir el peso de la corona y tenía un papel escaso en la corte de su padre. No en vano había abandonado en el pasado su educación en Oxford y muchas de sus obligaciones para forzar su matrimonio con una plebeya.

Vídeo. Los momentos inolvidables de la vida de la reina Sofía en imágenes

La princesa Sonia que acudió a aquella cena de gala había sido el detonante de la humillación de Sofía de Grecia en una ocasión royal anterior. Harald y Sofía debían sentarse juntos en la boda de los duques de Kent pero él se negó a ocupar su sitio: Sonia había amenazado con cometer una locura si volvía a ver a Harald retratado con la princesa griega.

Juan Carlos de Borbón, en aquel momento un príncipe sin trono en la cuerda floja, se ofreció de buena gana a sustituir a Harald y, de paso, evitarle a la princesa griega la humillación de permanecer sola durante la ceremonia.

Es imposible que este recuerdo no viniera a la mente de sus protagonistas décadas más tarde en aquella cena en Oslo. Pero ahora las tornas habían cambiado: los príncipes por los que nadie apostaba eran ahora los reyes más famosos de Europa. Y el soltero de oro noruego aún cargaba con el sanbenito de haberse casado con una costurera. Seguramente fue una buena noche para la reina Sofía.