Ha cumplido un año de reinado, y el de Carlos III está siendo uno de los más convulsos, más por razones personales que por temas relacionados con el desempeño de sus funciones: su enfermedad , el cáncer de Kate Middleton, el distanciamiento de su hijo Harry , la sombra del escándalo de su hermano Andrés… Y por encima de todo eso, tratar de que su legado esté a la altura del de su madre, la reina Isabel II.
Aunque el punto de partida era complicado, desde su coronación el nuevo rey ha tratado de imponer su propio sello personal: su interés por el cambio climático, recorte en gastos (empezando por la propia ceremonia de la coronación ), más cercanía con el pueblo… Incluso en las cosas más pequeñas, también ha querido distanciarse de su madre. Pequeñas como una piña, por ejemplo.
En el segundo banquete de estado ofrecido por el rey Carlos III, el que sirvió para agasajar a los emperadores de Japón Naruhito y Masako, los más fans reales más observadores se percataron que entre tanto centro floral, cubertería magnífica, cristalería fina y buenos alimentos, faltaba un elemento que ha estado presente en las cenas de este tipo desde tiempos inmemoriales.
De hecho, desde el reinado de Carlos I (rey desde 1625 hasta 1649), la piña ha sido un elemento decorativo en la ornamentación de las mesas en las que se reunía la flor y nata de la corte y sus invitados. ¿Por qué si la 'pinneple' no es una fruta autóctona de las islas británicas se recurría a ella? Pues precisamente por eso, porque era un elemento tan caro y exótico que se convirtió en el símbolo de la hospitalidad, ya que mostraba que se trataba de mimar, obsequiar y sorprender a los invitados con los elementos más excéntricos.
Desde entonces, y ha llovido mucho desde aquello, la piña ha estado presente en todas las grandes ceremonias que se han celebrado en el palacio de Buckingham. No había cena sin su piña decorando las mesas por las que han pasado gran parte de las monarquías reinantes. Hasta la que Carlos III y Camilla presidieron para honrar a los emperadores nipones.
La visita, que en principio estuvo programada para la primavera de 2020, tuvo que ser aplazada debido a la pandemia provocada por el covid-19. Con una mesa presidida por los reyes ingleses, tampoco el menú, que incluía langostinos escoceses escalfados, rodaballo de Cornualles y un helado con un inserto de sorbete de melocotón sobre melocotones prensados, incorporaba piña por ningún lado.
Desde que los ojos más avispados se dieron cuenta de la desaparición de la piña en las mesas de Buckingham , las teorías (especialmente en redes) empezaron a rodar. Para algunos, se trata de pequeños matices que está introduciendo el nuevo rey para distanciarse del reinado de su madre introduciendo ligeros cambios.
Para otros, y esta teoría es la que va ganando más adeptos, Carlos III ha querido ser consecuente con su línea de pensamiento ecologista. Defensor a ultranza del medio ambiente, el monarca no es solo un apasionado de la naturaleza, sino que fue uno de los primeros en dar la voz de alarma sobre la creciente cantidad de residuos plásticos que contaminaban el entorno. En un discurso pronunciado por el padre de Guillermo y Harry en 1970 (cuando tenía 21 años) ya daba la voz de alarma.
Unos años antes, en una entrevista televisiva emitida en 1986, el entonces príncipe de Gales afirmaba: « Hablo con las plantas, de verdad, es muy importante hablar con ellas, me responden». Aunque la sincera confesión le convirtió en objeto de burla, ya daba una idea del espíritu eco del ahora monarca.
Y para muchos, sería precisamente esa sensibilidad por cuidar todo lo que tiene que ver con el medio ambiente lo que habría llevado al rey a retirar un producto que nada tiene que ver con la geografía británica y todo lo que implica poner sobre la mesa una fruta que lleva una huella de carbono implícita en su presencia sobre el mantel.
Habrá que esperar a la próxima vez que se abran las puertas de palacio para comprobar si esa desaparición es definitiva, ya que en el banquete de Estado ofrecido al presidente de Sudáfrica y al de Corea del Sur sí estuvo presente.
20 de enero-18 de febrero
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