Todo el mundo habla de 'Mon Roi déchu' ('Mi rey caído'), el ensayo publicado esta misma semana en Francia en el que la escritora e historiadora Laurence Debray publica sus impresiones al respecto de Juan Carlos I, tras unas largas conversaciones (por teléfono y WhatsApp de Paris a Abu Dabi), en las que ha podido salvar todas las barreras que separan al emérito del común de los mortales. El libro se ha diseccionado ya en todas las cadenas de televisión, pero lo que llama muchísimo la atención es comprobar cómo vuelve el relato de un rey seductor, que baja sus defensas ante mujeres halagadoras que, además, parecen cortadas por el mismo patrón físico. ¿Por qué le sucede esto al rey Juan Carlos?
La persona que afirmó que existía una relación sentimental entre Laurence Debray y el rey emérito fue el periodista Ernesto Ekaizer, autor de otra investigación sobre el rey emérito titulada 'El rey al desnudo', en unas declaraciones para la televisión catalana. De nada sirvió la la ostensible diferencia de edad de 38 años entre la escritora, de 45, y el monarca, de 81.
Por mucho que ella admita una fascinación juvenil con Juan Carlos –ha confesado que en su adolescencia tenía fotos de él en la habitación y siempre lo ha considerado 'su héroe'– o que se constatase que está felizmente casada desde hace 15 años, la sugerencia de que Juan Carlos I ha vuelto a seducir a una bella mujer ya ha calado en la opinión viral.
Hasta su marido, el experto en marketing Emile Servan-Schreiber, ha tenido que desmentir esta supuesta relación carnal, que menoscaba no solo la constitución psicológica del padre del rey Felipe VI, sino a la propia escritora. De hecho, esta reducción a objeto sexual de todas las mujeres que se acercan al rey parece destinada a desacreditar su trabajo y a ellas mismas. Parece que no debe tomarse en serio el ensayo que Laurence Debray publica ahora en Francia y el próximo abril, en España. Pero, recordemos, su acceso a Juan Carlos I es inédito: hace siete años, Debray ya fue la elegida para recoger sus memorias en el documental 'Yo, Juan Carlos I, rey de España' (2014), junto al guionista Miguel Courtois, cuando Rafael Spottorno era el jefe de la Casa Real.
Las disculpas de Ernesto Ekaizer a través de Twitter no han detenido la avalancha de rumores sobre la escritora francesa: el periodista no desmiente la relación, que es calificada como 'extraña' por otra experta real, Pilar Eyre. No es la primera vez que el rey Juan Carlos se coloca a sí mismo en una situación complicada debido a su franqueza con una joven periodista.
En 1992, la británica Selina Scott se las arregló para saltar todas las barreras de protocolo y, por intermediación de Constantino de Grecia, logró la entrevista más polémica del rey emérito. Recordemos: además de pasear por Marivent, en el yate Fortuna y en el velero Bribón con la periodista, el rey respondió a preguntas que jamás hubiera admitido a un profesional español. Hasta bromeó sobre no pagar impuestos. Y no salió bien parado: se dio una imagen frívola del entonces rey de los españoles.
Es razonable el parecido circunstancial entre la entrevista a Selina Scott y la de Laurence Debray. En los años 90, lograr declaraciones de Juan Carlos I era misión imposible para la prensa española, que solo tenía acceso a la familia real durante los actos oficiales. Que rompiera el cerco con una periodista extranjera llamó la atención entonces tanto como lo hace hoy, cuando se encuentra de nuevo totalmente fortificado en su residencia en la isla de Zaya Nurai, a quince minutos en barco de Abu Dabi. Una vez más, es una mujer mucho más joven y también extranjera la que logra el privilegio de obtener sus declaraciones. Incluso resulta más que razonable el parecido físico entre ambas: mujeres de ojos azules, tez pálida y silueta delicada, con cierto aire deportivo, desenvuelto o, como se decía en el siglo XX, 'moderno'.
Los parecidos razonables continúan entre las confidentes del rey emérito. Las facciones de Selina Scott y Laurence Debray recuerdan inmediatamente a las de la mujer más importante en la vida de Juan Carlos I desde 2004, cuando se conocieron en la finca La Garganta de Ciudad Real, propiedad del VII duque de Westminster: Corinna Larsen. Larsen sí que conoce todos los secretos del rey, como han desvelado las investigaciones fiscales y las entrevistas que ha concedido la misma Larsen. Todas ellas podrían ser herederas de la belleza de la que pudo ser reina de España, si no le hubiera caído rematadamente mal a Franco por 'demasiado moderna': María Gabriela de Saboya, la primera novia del emérito.
Hija del último rey de Italia, Umberto II, y de la Reina María José de Bélgica, María Gabriela de Saboya fue la primera novia de Juan Carlos I, cuando ambos eran adolescentes y vivían con sus respectivas familias en el exilio de Estoril (Portugal). Amigos desde la infancia, 'Juanito' y 'Gabriela' estaban siempre juntos, paseaban de la mano e iban al cine y al casino los domingos. Se escribían constantemente cuando el rey emérito tenía que cumplir con sus obligaciones escolares en San Sebastián y Zaragoza.
El noviazgo entre Juan Carlos y María Gabriela no prosperó porque ella era demasiado 'liberal' y él debía casarse con el beneplácito de Franco. Puede que su recuerdo se haya mantenido vivo a través de sus confidentes, mujeres tan libres, decididas y 'modernas' como la propia María Gabriela, que se convirtió en una de las 'socialites' más brillantes del continente, hasta su boda con el millonario Robert de Balkany. Solo estuvieron casados siete años y tras el divorcio no volvió a casarse.