El funeral celebrado ayer en Madrid en recuerdo de Carlos Falcó, el último marqués de Griñón, se ha convertido en el involuntario evento social del año. Al homenaje acudieron los cinco hijos del marqués ( Manuel y Xandra, de su primer matrimonio, Tamara Falcó, de su unión con Isabel Preysler, y Duarte y Aladra de su tercer matrimonio) y, por supuesto, su viuda, Esther Doña, la primera vez que acudieron todos juntos a una cita social desde que el marqués se casó con la modelo en 2017. Pero también acudieron personalidades como Carlos Fitz-James Stuart, duque de Alba; Fernando Martínez de Irujo, Carmen Lomana, Adriana Carolina Herrera, Nieves Álvarez y la infanta Elena. Esto es todo lo que pasó en la ceremonia de ayer.
Es vox populi que la relación de la cuarta esposa de Carlos Falcó, Esther Doña, con los hijos mayores del marqués es distante por no decir nula. Xandra, Manuel y Tamara Falcó, por ejemplo, fueron los protagonistas absolutos del homenaje que se realizó a la figura del aristócrata y bodeguero en Madrid Fusión a principios de junio… un homenaje al que la viuda del marqués no fue invitada.
En la escenografía que ayer tuvo lugar en la basílica de San Francisco el Grande de Madrid tanto la viuda como sus hijos dieron una exquisita lección de buenas formas, como suele ser habitual en la familia por otra parte. Esther Doña llegó acompañada de Verónica Fernández de Córdova, prima de Carlos Falcó, y ocupó el primer banco durante la ceremonia junto a las hijas y nietas del marqués. Una escenografía perfecta de la paz familiar entre las ramas de olivo que decoraban la basílica y que habían sido recogidas en la finca favorita del marqués.
Además del reencuentro de la viuda con los hijos del marqués y las sentidas palabras que le dedicaron estos a la memoria de su padre el momento más relevante de la ceremonia fue sin duda la presencia de la infanta Elena entre los 300 invitados al funeral.
La relación de la familia real con la familia del fallecido marqués de Griñón es antigua y se remonta a la propia infancia del rey Juan Carlos. Durante los años de exilio de los Borbones el padre de Carlos y Fernando Falcó, el duque de Montellano, fue uno de los valedores de los condes de Barcelona en España. De hecho, los hijos del duque y el entonces infante Juan Carlos comparten recuerdos de juventud y de infancia.
Juntos pasaron veranos en Estoril y compartieron confidencias durante el bachillerato que el infante cursó en España en el propio palacio de la Castellana que el duque de Montellano cedió a la familia real para ese efecto. Con los años la amistad permaneció y los momentos de ocio juntos, también. El rey era asiduo a las cacerías junto a Carlos Falcó y el marqués siempre defendió el papel de «don Juanito» (como llamaban al rey cuando era pequeño), incluso cuando abdicó.
Desde su retiro en Emiratos el rey ha visto cómo el coronavirus y el cáncer le ha arrebatado en menos de un año a dos de sus amigos de la infancia (Carlos Falcó falleció en marzo por la pandemia y seis meses más tarde murió su hermano Fernando). Quizá por eso don Juan Carlos de Borbón haya querido que su hija favorita, la infanta Elena, le represente en su ausencia en el homenaje a uno de sus compañeros de la infancia.