Así es la curiosa (e intensa) relación de Tamara Falcó con Isabel Presyler, su apoyo incondicional durante el escándalo de Íñigo Onieva

Si algo ha demostrado la ruptura de Tamara Falcó con Iñigo Onieva es que en su mundo siempre hay dos cosas inmutables: su fe y su madre, Isabel Preysler.

Tamara Falcó y su madre, Isabel Preysler / gtres

Silvia Vivas
Silvia Vivas

Tamara Falcó ha sido la protagonista de la noticia rosa de la semana y, si nos apuramos, del año. Su compromiso con ruptura exprés la ha convertido en la estrella de las parrillas televisivas y la prensa del corazón con una participación involuntaria de su madre, Isabel Preysler.

Pero si algo nos ha quedado claro esta semana (además de que no va a perdonar a Iñigo Onieva ni aquí ni en el metaverso) es que la actual marquesa de Griñón tiene una relación maternofilial especial con su madre.

Isabel Preysler , la madre que avisó a Tamara Falcó de que había más vídeos comprometidos reencarnándose en un «amiga, date cuenta» maternal. La misma que puso a disposición de su hija su casa cuando Tamara abandonó su piso de lujo dejando el anillo de compromiso en la mesa del salón y a su ex sentado en el sofá. La mujer de la que se sospechó que había llamado a Iñigo para ponerle unos cuantos puntos sobre sus íes.

Y la misma a la que Tamara acusaba entre risas de haber filtrado los vídeos del infiel para evitar su casamiento con semejante perla; porque no hay nadie que haya visto «La marquesa» y piense ni por un momento que entre la Preysler y el pretendiente de Tamara existía una entente cordial. Puede que Tamara haya roto con Iñigo Onieva, pero quien se ha adueñado de la narrativa de su ruptura sin pretenderlo ha sido su propia madre.

Cómo se gestó el fuerte vínculo de Tamara Falcó con su madre

Tamara Falcó nació hace 40 años, el 20 de noviembre de 1981, ocupando el puesto de cuarta hija de Isabel Preysler y tercera de Carlos Falcó , marqués de Griñón. Fue una niña deseada, el símbolo de la unión de dos protagonistas de la crónica social de los 80 que además llegó en el mejor momento posible para Isabel Preysler: los hijos que había tenido con Julio Iglesias iban rumbo a Miami en una dolorosa migración forzosa.

Desafortunadamente para todos los implicados el matrimonio del marqués y la socialité se rompería en 1985 y Tamara Falcó, como toda hija de divorciados, viviría las consecuencias de esa ruptura. Hoy por hoy, y como ella misma confesó a El Periódico, aquella ruptura familiar se ha convertido en el momento más duro que ha superado en toda su vida.

Vídeo. Una lección magistral de Tamara Falcó: así se gestiona una ruptura viral

Entre unas cosas y otras madre e hija sobrevivieron juntas al divorcio, el escándalo posterior y el resto de obstáculos que se desplegaron durante la etapa infantil y juvenil de Tamara. Isabel Preysler se volcó con la niña que nunca fue una gran estudiante y tenía problemas en el colegio porque padecía un Trastorno de Déficit de Atención.

Tamara acabó convertida en una especie de sombra, alguien que siempre estaba por ahí acompañando a su madre, tanto en las entrevistas que esta concedía a la prensa rosa de postín como en las sesiones de fotos en las que Preysler ejercía de modelo.

Al lado de su madre Tamara aprendió todo lo que no explican en los máster de las universidades privadas sobre el «escaparating» (así llamaba Miguel Boyer al oficio de Tamara) e interiorizó la habilidad de afrontar con elegancia cualquier tipo de situación. Esta misma semana ha hecho una exhibición de 10 sobre todo lo que ha aprendido.

Pero a pesar de la evolución y el paso de los años algo quedaba claro delante y detrás de las cámaras entonces (y ahora): Tamara Falcó y su madre siempre iban de la mano. Tanto que cuando la pequeña de la casa, Ana Boyer, estaba a punto de comprometerse con Verdasco, Isabel Preysler no dudaba en decir a Tamara entre la prensa: «¡Ay, chiquitina, no quiero que te vayas nunca!».

Finalmente la «chiquitina» abandonó el hogar materno por primera vez a los 30 años, y su madre no se lo tomó bien. Para aquella primera mudanza Tamara Falcó escogió la vía de los hechos consumados y dio a su madre la noticia cuando ya había alquilado y decorado un piso en Madrid. Afirma que Isabel Preysler le retiró la palabra durante una semana.

Isabel Preysler, el pilar de la vida de Tamara Falcó (hoy, ayer y siempre)

Para Tamara Falcó, su madre es perfecta. Ni photoshop necesita, como declaró ante las críticas de cierto tipo de prensa a uno de los múltiples reportajes de su progenitora. « Mi madre no necesita photoshop, sólo hay que mirarla para ver cómo está. Es todo envidia cochina«, afirmó sin pestañear ante la prensa.

Por su parte Isabel Presyler sigue esperando que su hija pueda superarla. « Una madre siempre quiere que su hija le supere, que sea mejor que ella. A mí, desde luego, me hace muy feliz que sea así», confesó a Vanity Fair en el mismo reportaje firmado por Boris Izaguirre en el que Isabel posaba de la mano de Tamara y con una chica de servicio detrás.

¿Ha superado ya Tamara a su madre? ¿Es acaso eso posible? Quienes vieron «La marquesa» pueden sospechar que no, a pesar de que la serie de Netflix es un éxito si se compara con la anterior incursión de Tamara en televisión, el personality show «We love Tamara».

Pero tras el visionado de los capítulos de la plataforma de streaming cada vez resulta evidente, episodio tras episodio, que la cena final en el restaurante pop up de El Rincón es, en realidad, una compleja puesta en escena de Tamara Falcó para validar su Le Cordon Bleu ante su madre.

La sombra de Isabel Preysler sobre la vida de Tamara Falcó es alargada y se nota en todo lo que hace. Si escribe un libro de recetas, se titula «Las recetas de casa de mi madre», Isabel Preysler sale en la portada, critica la elección de las vajillas (« me ha caído una pequeña bronca porque no he escogido las más bonitas», aseguró Tamara) y se hace cargo del prólogo.

Vídeo. Cronología de una infidelidad

Si Tamara Falcó ficha por El Hormiguero su segunda intervención consiste en pedirle excusas públicas a su madre en directo por haber dicho en un programa anterior que la había llevado a un convento.

El guión de las excusas se lo escribió Isabel Presyler y la intervención de Tamara terminó con un: « ¡Lo he hecho mami! Es mi primer día de curro y lo he hecho. No sé si lo habré dicho bien, ya verás el tercer programa (le decía a Pablo Motos), me va a mandar con otros deberes«.

Por detalles como estos se podría afirmar, que aunque Tamara creciera como la adorada hija de un marqués, en realidad, siempre fue y seguirá siendo la «niña de mamá». No es que Isabel Preysler sea una madre gallina y quiera proteger a su polluela bajo sus alas, es que para ambas pocas cosas hay más fiables en esta vida que el vínculo que las une.

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