Tatiana de Grecia es, sin duda, lo opuesto a la glamourosa Marie-Chantal de Grecia , ocupada en su marca de ropa infantil y viajando constantemente de Estados Unidos a Europa por motivos profesionales y familiares. La ( hasta la boda de Felipe de Grecia el pasado sábado ) segunda nuera de los reyes de Grecia, Tatiana Blatnik, destila también glamour personal, pero siempre con la máxima sobriedad. En 2013, después de casi medio siglo de exilio en Londres, Constantino II, el depuesto rey de Grecia, se mudó discretamente a Atenas para vivir «como un plebeyo» mientras su antiguo reino se tambaleaba al borde de la catástrofe económica.
A pesar del difícil momento, el príncipe Nicolas, su segundo hijo, aprovechó el momento y tomó una decisión similar. Nicolas se crió en Gran Bretaña, con sus otros cuatro hermanos, pero siempre había soñado con vivir en Grecia, orgulloso de su herencia y de su familia. La princesa Tatiana, con la que se casó en 2010, tuvo que acostumbrarse a este sueño. Nicolas llegó a Atenas en 2013, unos meses antes que su padre, junto a su esposa. Había estado por primera vez a Grecia a los 11 años, cuando el gobierno permitió que la familia real regresara durante ocho horas para enterrar a la abuela de Nicolás, la reina Federica , que había muerto en España por las complicaciones de una cirugía estética.
Tatiana y Nicolas de Grecia el día de su boda, el 25 de agosto de 2010.
Tatiana, aristócrata europea nacida en Caracas, Venezuela, tuvo que esforzarse. No hablaba griego y llegó a un país destrozado por la austeridad y el desempleo. A sus 40 años, tiene todos los encantos propios de una princesa de cuento: es rubia, tiene los dientes perfectos, unos ojos verdes deslumbrantes y un porte envidiable. Luce las tiaras de brillantes con la máxima elegancia, aunque lo habitual no es verla en traje de noche o de ceremonia, sino en vaquero y en zapatillas. Su boda en la isla de Spetses, el 25 de agosto de 2010, fue un acontecimiento histórico para la familia real griega del que se hizo eco toda la prensa del país.
Era la primera boda real griega en sesenta años. Asistieron desde Victoria de Borbón Dos-Sicilias, los príncipes Michael de Kent, Lady Gabriella Windsor o la emperatriz Farah Diba, a los reyes Guillermo y Máxima de Holanda, Victoria y Daniel de Suecia, Federico y Mary de Dinamarca, y la reina Margarita. Y, por supuesto, la familia real española en pleno: las infantas y sus maridos, los entonces príncipes de Asturias Felipe y Letizia, y la reina Sofia. En la cena de la noche anterior, los invitados vistieron caftanes y sandalias. La novia vistió de encaje blanco y llevó una tiara de la familia real griega. Llegó a la iglesia de San Nicolás en una calesa típica de la isla, adornada con flores.
Una imagen hoy casi impensable: los entonces príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, con la Infanta Elena, la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarín en la boda de Tatiana y Nicolas de Grecia en 2010.
Quizá Tatiana se adapta bien al cambio porque sus orígenes son muy cosmopolitas. Nacida en Caracas, Venezuela, el 28 de agosto de 1980, de padres de origen esloveno y alemán, Tatiana fue a un internado en Suiza, el Aiglon College, y estudió sociología en Georgetown, Estados Unidos. Habla perfectamente español, porque su madre, Marie Blanche Bierlein, descendiente del príncipe Guillermo II de Hesse-Kassel, se crió en Málaga. Su padre, Ladislav Vladimir Blatnik, murió cuando ella tenía seis años y fue criada por su padrastro, segundo marido de su madre, Atilio Brillembourg. Al comienzo de su carrera trabajó como planificadora de eventos y consultora publicitaria para la diseñadora Diane von Furstenberg. En esa época vivía en el elegante barrio londinense de Chelsea y llevaba una rica vida social, aunque siempre discreta. Cuando el príncipe Nicolas tomó la decisión de instalarse en Grecia, lo dejó todo para seguirle en su proyecto. Nicolas trabajaba en banca y lo abandonó para ejercer de fotógrafo de paisajes en Grecia.
Tatiana Blatnik junto al diseñador Giorgio Armani. /
En las entrevistas, Tatiana siempre muestra una actitud modesta sobre la realeza. « No me siento como una princesa«, dijo poco después de su boda. «No siento que me haya casado con un príncipe, con un título. Bueno, en realidad, sí, él es mi príncipe, pero nada más«. Siempre insiste en que su título tiene poco impacto en su existencia diaria. Vive de forma sencilla, en el centro de Atenas. Trabaja, va al supermercado, cocina, pasea a su perro. En lo que es audaz es en su compromiso para ayudar a su país adoptivo. Se asoció con Boroume, una organización benéfica que, a pesar de su reducido presupuesto, ha proporcionado seis millones de comidas a los griegos que lo necesitaban como consecuencia de la crisis. Lo novedoso de esta ONG es que pone directamente en contacto a los donantes con los receptores para evitar gastar dinero en transporte y almacenamiento.
También ha colaborado con la Cruz Roja y cofundó la ONG Elpida Youth para ayudar a niños con cáncer. Trabaja también con la asociación Bodosaki, para concienciar sobre la situación de los pequeños en los campamentos de refugiados. Además, hace unos años, p ublicó el libro «A Taste of Greece», un volumen de cocina en el que participan Tatiana Casiraghi, Margaret Atwood, Arianna Huffington o Valentino Garavani. Lo recaudado se destinó a la asociación Boroume. Pero Tatiana no para. Uno de sus últimos proyectos es la plataforma de accesorios y artículos para el hogar, Tria Etc, para ayudar a los artesanos griegos a renovar la artesanía tradicional y llegar a los mercados internacionales.
Nicolas llevó a Tatiana a Grecia por primera vez en 2004, cuando los Juegos Olímpicos, y ella recuerda el profundo impacto que tuvo el viaje en ambos. Estos años en Grecia han transformado a Tatiana definitivamente. Ha pasado de ser una mujer privilegiada en busca de un propósito, a una princesa luchadora con una misión.