La elegancia bohemia de Tatiana Santo Domingo ha encontrado su lugar en el mundo, concretamente desfilando este fin de semana por las calles de Roma camino de una boda que a pesar de ser anónima ha congregado a los Casiraghi en pleno. Carlota Casiraghi, Carolina de Mónaco y Alexandra de Hannover, esponsorizadas por Chanel, no pudieron competir con el look de Tatiana Santo Domingo en su confirmación como la elegante de la familia.
Nadie habría apostado hace años que la esposa de Andrea Casiraghi desde 2013, esa joven de pelo largo que se casó vestida de Missoni, fuera a convertirse en una estrella deslumbrante del glamour por méritos propios. Tímida, de melena siempre suelta y aficionada a los vestidos largos y fluidos, Tatiana Santo Domingo parecía poco más que otro ligue ibicenco de Andrea cuando posaba en los photocalls en los que deslumbraba la siempre eficaz Carolina de Mónaco y su fiel seguidora en los pasos de vestir alta costura de la cabeza a los pies, Carlota Casiraghi.
Pero los que auspiciaron a Tatiana los mismos sinsabores que padece la princesa Charlène cada vez que tiene en la agenda una cena de gala se confundieron de medio a medio. En contra de los pronósticos y las malas lenguas Tatiana se ha llevado el gato al agua y ha logrado que su forma de vestir sea la única que se puede considerar mínimamente interesante en los posados de las mujeres Grimaldi.
A pesar de su imagen «natural» tras los looks de Tatiana se esconde la elegancia sostenible de toda una rica heredera que ha sabido entender por dónde se mueven los nuevos códigos del buen vestir. Los que le auguraban que con el tiempo se mimetizaría con el bling bling europeo y la sosería intrínseca de ciertas realezas (ejem, los Windsor en el Jubileo, ejem) o que acabaría mustia (como le ha sucedido a Charlène) porque en el principado no hay semana tranquila, tienen que reconocer que no ha pasado ni una cosa ni la otra.
No hay rumor sobre los Grimaldi que pueda competir con los que ha soportado su propia familia, encabezados por los que se asocian a su propio padre, el excéntrico y ya difunto Julio Mario Santo Domingo Jr. que gastó millones de dólares en su colección de libros y objetos relacionados con las drogas, el sexo y el rock (y que se dice que se iba de fiesta con Mick Jagger). Así que por ese lado Tatiana accedió a dar el sí quiero a Andrea Casiraghi bien tranquila.
Y los que cayeron en la tentación de creer que acabaría cediendo y llegaría a los eventos esponsorizada de arriba a abajo por la alta costura parisina habrían hecho bien en recordar que desde que nació Tatiana Santo Domingo tenía a su alcance un patrimonio de 8.300 millones de dólares y eso da para comprar todo el glamour que uno quiera (si quiere).
Ha pasado casi una década desde que Tatiana Santo Domingo se casó y sigue liderando el boho chic pijo al que aspiran actualmente todas las invitadas de boda con un mínimo de gusto y lo hace con conocimiento de causa. Desde que en 2011 lanzara su propia firma de ropa con Dana Alikhani, la marca Muzungu Sisters, Tatiana Santo Domingo tiene un lugar seguro donde exhibir su ideario sobre estilismo: sencillez, color, buenos materiales y economía circular. Y si hace falta dar el do de pecho, un Giambattista Valli o un Valentino también ayudan. Pero en esta ocasión le ha bastado con un vestido de lunares de Alessandra Rich y unas Ray-Ban para demostrar una vez más que hay vida (y glamour) hasta en los diseños más sencillos.