
CELOS EN BUCKINGHAM PALACE
CELOS EN BUCKINGHAM PALACE
En el backstage de la biografía de las monarquías europeas se encuentran, sin duda, las historias royal más apasionantes. Lo estamos comprobando en 'Spare', el libro de memorias del príncipe Enrique de Inglaterra que destapa tantas escenas íntimas. No es la primera vez que un heredero se las ve con su hermano menor. Puede que el rey Carlos III no tuviera este problema, pero su madre, la reina Isabel II, lo sufrió con la princesa Margarita. Y cómo.
La relación entre Isabel II y su única hermana Margarita se benefició de un ecosistema de medios de comunicación limitado (no habían llegado las redes sociales) y más controlado que el actual. Aún así, los periódicos y revistas del siglo XX dieron cuenta de las diferencias entre la heredera al trono y su hermana, aquejada de un complejo de segundona brutal. Similar al que, ahora, sufre el duque de Sussex.
La problemática relación entre hermanas, disimulada, aligerada y finalmente superada, fue uno de los argumentos más atractivos de las primeras temporadas de 'The Crown', el primer producto cultural masivo que sí retrató el fondo de las diferencias entre Isabel II y la princesa Margarita. Se fraguó en la infancia: la heredera era tímida y apocada; su hermana, un bellezón de la realeza, sí deseaba protagonismo.
La princesa Margarita llegó a la ceremonia de su boda en la abadía de Westminster en la carroza real. /
Seguramente hubiera exageración en los artículos de los tabloides, pero la princesa Margarita acostumbraba a dar mucho que hablar. La crónica social se puso las botas con su 'affaire' con el capitán de la Royal Air Force, Pete Townsend, casado y con dos hijos. Quiso casarse, y la negativa de la reina Isabel fue un duro golpe para Margarita. El gobierno denegó la boda y esta tuvo que publicar en 1955 un comunicado en el que confirmaba su compromiso con la corona.
Se segunda relación importante tampoco fue del agrado de Isabel II: el fotógrafo Antony Armstrong era tan excéntrico y aficionado a las fiestas, el alcohol y las drogas como Margarita, pero cargaba con un historial lleno de amantes, tríos, relaciones poliamorosas y rumores de homosexualidad, por otro lado de lo más común entre la juventud hippy y liberada de finales de años años 60.
Si Isabel II hubiera preferido no llevar corona ni sentarse en el trono, Margarita había nacido para reinar. Guapa a rabiar, inteligente hasta el ingenio y con un carácter ingobernable, se volvió ácida, casi amarga, al verse siempre en segunda fila. Para rebelarse, la princesa Margarita se volvió una insolente. Y una provocadora: todos sus romances se lo pusieron difícil, muy difícil, a su hermana.
La princesa Margarita tuvo una boda histórica: recibió a 2.000 invitados y fue la primera que se retransmitió por televisión. La vieron unos 300 millones de personas. (Foto: GETTY IMAGES)
«Atractiva y amante de la diversión, la princesa Margarita tuvo la reputación de ser un espíritu libre durante sus años de juventud», escribió 'The New York Times'. «Isabel siempre fue la hermana buena. Como era una narrativa a aburrida, la prensa decidió retratarme a mí como la endiablada», confesó Margarita a Andrew Duncan, autor de 'The Reality of Monarchy'. Se parece muchísimo a la acusación que hoy el príncipe Enrique le hace a la prensa británica, ¿verdad?
La reina estuvo a punto de negarle esta boda, pero no tuvo valor. La princesa Margarita, al fin, ganó. La boda entre Margarita y Antony Armstrong-Jones fue un triunfo para la eterna segundona , que quiso celebrarlo con una ceremonia digna de una reina. El vestido de Norman Hartnell, modisto real, fue calificado de obra de arte fue uno de los más copiados de la historia. La princesa lo acompañó de una pieza también histórica: la tiara Poltimore.
El vestido de novia de la princesa Margarita fue considerado una obra de arte, tan espectacular como la tiara Poltimore. (Foto: GETTY IMAGES)
La princesa Margarita no quiso lucir ninguna joya de su hermana en su boda, hasta ese punto representó para ella su emancipación y un triunfo personal absoluto. Ni siquiera se ayudó del joyero real para conseguir su tiara, una pieza obligada para cualquier novia royal y, por descontado, la más cara. Margarita no quería ser una novia de segunda mano: basta de ser pasto del segundo plato.
Decidida a hacer historia, la princesa Margarita llevó en su boda una tiara comprada por ella misma con la que, de hecho, se coronó: así es de espectacular y ostentoso el diseño de la tiara Poltimore. La hermana de Isabel II se encandiló con la tiara en una subasta: le costó 6.600 dólares. Era un diseño de Garrard & Co. prestigiosa joyería británica y proveedora de la Corona, realizado en 1870 para Florence Bampfylde, esposa del segundo barón Poltimore.
La tiara Poltimore, una de las mejores inversiones de la princesa Margarita, podría desmontarse para formar un collar u once broches distintos de diamantes. (Goto: GETTY IMAGES).
Se trata de una pieza de estilo victoriano, con diamantes montados sobre oro y plata que evocan motivos florales y vegetales. Incluye una cinta del mismo color que el pelo de la princesa Margarita, para lograr el efecto de que flota encima de la cabeza de su propietaria. Además, puede desmontarse para convertirse en un collar o en 11 broches diferentes.
Entonces no era nada habitual que las mujeres compraran joyas para sí mismas: debían regalárselas sus pretendientes, amantes o maridos. Un dato definitivo en favor de las abuelas que se dejaron una fortuna en joyas: la tiara Poltimore se vendió tras la muerte de la princesa Margarita, en 2002, por 1.1 millones de dólares. Lleva años en paradero desconocido: su propietario o propietaria la luce en la intimidad.