Rodrigo Cuevas / gtres

Transgresión rural

Quién es Rodrigo Cuevas, el visionario del folclore asturiano, fan de Lina Morgan, que es un superviviente del bullying

El artista vive feliz en una aldea asturiana, apartado del mundanal ruido, y se ha convertido en un referente de la música folclórica, que sazona con códigos contemporáneos y transgresores.

¿Hipérbole o realidad? ¿Por sus obras les conoceréis? Pues ambas cuestiones las podemos aplicar a la definición que en la promo de Lo de Évole se hace sobre Rodrigo Cuevas: «Es nuestro Freddy Mercury, nuestra Gloria Fuertes, nuestro Dylan y Mocedades. Es una estrella y tenemos suerte de que exista».

Quien es y cuántos años tiene Rodrigo Cuevas

Para los neófitos, debemos incluir también las autodefiniciones de este artista multidisciplinar que seguramente, para bien y para mal, no ha sabido nunca lo que es generar indiferencia. « Diva del folclore», « Agitador Folclórico» son dos de los apelativos que se aplica a sí mismo y reivindicaba este tipo de términos hace meses en El intermedio, también en La Sexta, en una entrevista que le realizaba Thais Villas, donde, además, daba la receta para llegar a un público joven con una receta tan poco fast-food como la suya: « No hay que ser un erudito sino divertirse».

Lo dice alguien que a sus 37 años ha estado en evolución permanente y cuya formación está en las antípodas de bandas como Nancys Rubias, que reivindican que el único instrumento que saben tocar es el triángulo, o cantantes que no pueden presentarse ante el público sin autotune porque, para triunfar, la excelencia vocal es ya lo de menos.

¿Qué tipo de música hace Rodrigo Cuevas?

El propio Rodrigo resume en los siguientes términos su formación musical en su página web: «Con ocho años pedí a los Reyes Magos un Casio CTK 510 que nunca me trajeron pero, en cambio, sí que recibí otro con muchos menos sonidos para tocar música más seria. Así empecé a tocar el piano. Me formé en el conservatorio de Oviedo y en la ESMUC de Barcelona. Paralelamente, me fui interesando por las músicas del mundo, el cabaret y el circo, y comencé a estudiar tuba. Pero la verdadera revelación se produjo cuando fui a vivir a una pequeña aldea del interior de Galicia donde entré en contacto con la música tradicional más pura gracias a mis vecinas pandereteiras.»

Si hay algo de ironía en la construcción de su personaje público, Rodrigo Cuevas se la guarda en el bolsillo para hablar de otras experiencias mucho menos gratificantes como el acoso escolar: « Me hicieron mucho bullying, muchísimo. La profesora me apartaba de los demás y me decía: ven aquí para que no te insulten. ¿Sabes dónde no me hacían bullying? En el pueblo. La gente que vivió en el campo siempre no es ignorante. Todo el mundo sabe. Todo tiene su refrán, todo tiene una copla», le ha contado a Évole.

El giro Amante del mundo rural y del folclore

Rodrigo vive en Piloña, en un concejo en la zona oriental de Asturias, cuya capital es Infiesto, localidad muy popular ahora gracias a la película homónima dirigida por Patxi Amezcua, en la que intervienen entre otros, Luis Zahera, Juan Fernández, José Manuel Poga, Iria del Rio e Isak Férriz. Es en esta pequeña comunidad rural donde ha encontrado más paz y sosiego y donde ha descubierto una España que creía que ya no extinta, la de los vecinos solidarios: «Si no nos ayudamos entre nosotros, nadie nos va a salvar».

Imagen promocional de Rodrigo Cuevas (@lacostastudio).

Sus opiniones no son precisamente tibias y quizás ahora el público de Évole descubra a un artista que en 2019, en una entrevista para la revista Shangay manifestaba sobre el ambiente gay (expresión, por cierto, ya muy demodé), que «me resulta muy aburrido, lo veo en general muy casposo ahora mismo. Está hipermasculinizado, es misógino, hasta machista. Qué pronto se nos olvida de dónde venimos, de la discriminación y de la marginación. Me cuesta mucho creerlo, es fuerte».

Reivindicaba ya entonces su aldea asturiana de siete habitantes y recordaba que había sido hasta cabrero, que había tenido todo tipo de animales, burros, gallinas, conejos patos… y ahora en su último videoclip Más animal, que en seis días acumula más de 43.000 visualizaciones en YouTube, aparece con una cerda en brazos y reivindicando, como siempre, el folclore como signo de identidad.

Sus referentes son eclécticos y en la mencionada entrevista de hace cuatro años aseguraba que entre sus divas predilectas se encuentran Lila Downs, Lina Morgan, Lola Flores y María Dolores Pradera, pero en el olimpo de sus diosas destaca sobre las demás Mari Luz Cristobal Caunedo, cantante de tonada asturiana, gigantesco referente en la región y cuyo disco Onde la ñublina posa cuenta con la colaboración de los mejores músicos tradicionales de su generación.

Por qué y cuándo sufrió bullying Rodrigo Cuevas

Lejos de victimizarse en cuanto al bullying, le desvelaba a Shangay que «fue una experiencia vital sin más, tampoco me marcó en exceso. Ni llegó a oídos de mis padres. Lo llevaba para adentro, no lo compartí con nadie, por una cuestión de orgullo, te daba hasta vergüenza hablar del tema».

Sin embargo, otra cosa muy distinta es haber sentido miedo por su condición sexual, como reconocía en Mi Gijón en 2021: «Sí, muchas veces. Una persona heterosexual igual no se da cuenta, pero las personas homosexuales todavía miramos hoy en día a nuestro alrededor antes de darnos un beso con tu pareja. Cuando la gente niega que existe la homofobia no se dan cuenta de eso, lo dicen desde la visión del que nunca se ha planteado el mirar hacia a los lados para dar un beso a la pareja.»

No le gusta la palabra «gay» porque la considera un eufemismo y prefiere el término «marica», se desnuda ante el público porque lo considera un gesto liberador, considera que la pluma «es maravillosa y muy divertida». No es ajeno al uso de Tinder y sabe sacar una alta rentabilidad a Instagram, no en vano tiene más de 78.300 seguidores con solo diez post y en los últimos 30 días, según la herramienta de medición SocialBlade, ha ganado 1.249 followers. Una cifra nada desdeñable. No olviden su nombre, Rodrigo Cuevas, porque tendrá mucho que decir. No ha tocado techo, ni mucho menos.

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