Su historia de amor fue más grande que ellos mismos , pero también una tragedia que marcó para siempre a Romy Schneider, la atormentada actriz que encarnó a Sissy en una Europa devastada y terminó sus días por voluntad propia, tras una vida llena de pérdidas y sufrimiento. Schneider no pudo soportar el fallecimiento de su hijo adolescente y se suicidó, pero en su mochila ya llevaba mucho. La primera piedra se la echó Alain Delon , el desconocido que ella misma eligió, a través de una foto, para que se convirtiera en su partenaire en la película Christine. Romy era, a sus 19 años, la estrella más adorada del continente gracias al personaje de Sissy emperatriz . Alain era guapo, vestía a la moda e iba sobrado de ambición: tenía 23 años. El director de la película le envió a recoger a Romy al aeropuerto de Orly en París, con un ramo de rosas. Era agosto de 1958.
«Los productores habían organizado un encuentro con la prensa en los salones del aeródromo. Al pie de la escalera mecánica, descubro a un tipo joven muy guapo, muy bien peinado, con corbata, impecable en un traje muy a la moda. Era Alain Delon», contaría después Romy Schneider. Aquel primer encuentro fue frío: él tenía su orgullo y no hablaba alemán, Ella era tímida y no tenía ni idea de francés. «Es una chica muy guapa, pero muy caprichosa y aburrida», diría Delon nada más conocerla. Por suerte para las portadas y por desgracia para ellos, el sol de verano aceleró el deshielo y, una vez comenzado el rodaje, firmaron la paz. «Fui a Viena, donde rodábamos el film. Y allí me enamoré perdidamente de ti. Y tú te enamoraste de mí», recordó Delon en una carta póstuma tras la muerte de la actriz en 1982, a los 43 años.
El romance fue un bombazo con implicaciones geopolíticas. Europa aún se recuperaba de las profundas heridas causadas por la Segunda Guerra Mundial y un flechazo entre una estrella alemana y otra francesa se leía, en principio como sanador. A la postre, pudo jugar hasta en contra de la pareja, pues al instalarse en París indignaron a la prensa alemana, que los atacó sin compasión. En Francia, sin embargo, Romy Schneider y Alain Delon fueron en la viva imagen de la belleza y el deseo y los bautizaron «los prometidos de Europa». Él se convirtió en una estrella, el hombre más guapo del mundo con permiso de las estrellas de Hollywood, y quiso prometerse en matrimonio en 1959, en una visita a los padres de ella en su casa en el lago Lugano (Italia). Nunca contrajeron matrimonio.
El primer gran amor de Romy, la relación que la marcaría para siempre, fue tan apasionada como tormentosa. Ella estaba totalmente enamorada, , ciega y sometida, hasta el punto de que perdonaba las constantes infidelidades de él, deslumbrado por la gran vida de un sex symbol que no ha cumplido los 30. Solo cinco años después de convertirse en el ideal de la juventud europea, Romy Schneider y Alain Delon rompieron de la peor manera posible.
Cuenta la leyenda que, a su regreso a París tras una estancia en Hollywood, Schneider descubrió un ramo de rosas Baccara acompañadas de unas breves líneas: «Me he ido a México con Nathalie. Mil cosas. Alain». Algo más tarde recibió una carta de 15 páginas en las que Delon explicaba con más detalle que se marchaba con la actriz Nathalie Barthélemy, la mujer que se convertiría en su primera esposa y con quien tendría a su primer hijo, Anthony.
«La razón me obliga a decirte adiós. Hemos vivido nuestro matrimonio antes de casarnos. Nuestro trabajo nos arrebató toda esperanza de sobrevivir (…) te devuelvo tu libertad dejándote mi corazón», escribió, dejándola totalmente desconsolada, rota y muda. Su única reacción fue un primer intento de suicidio en el que trató de cortarse las venas. Romy Schneider jamás tuvo un reproche para Delon, al menos en público.
De hecho, su amistad continuó a través de las décadas y Alain Delon la eligió como coprotagonista en La Piscina (1968), la película que pudo resucitar la carrera de una Romy Schneider en horas bajas. «Romy fue el gran amor de mi vida, el primero, el más fuerte, pero también, desgraciadamente, el más triste», afirmó recientemente el actor francé, quien a la muerte de su primera novia admitió que se sentía culpable por la manera en la que la había tratado.
Bajo la mirada del siglo XXI, la relación de Romy Schneider y Alain Delon no puede pintarse de rosa: podríamos decir que Delon la destrozó, tratando su amor como si fuera nada. La madre de Schneider no era ninguna santa, pero admitió que mientras estuvieron juntos la familia temía por la estabilidad emocional de la actriz. Han tenido que pasar varias décadas para que el fantasma de Romy Schneider ponga en su sitio al actor que la maltrató con su toxicidad machista, confirmada con sus sucesivas relaciones y manifestaciones.
En 2019, la concesión de la Palma de Oro del Festival de Cannes, un homenaje a toda su carrera, sacó de debajo de la alfombra todas sus miserias: «Racista, homófobo, misógino y simpatizante de la extrema derecha», le acusó la asociación Women and Hollywood. La asociación feminista francesa Osez le féminisme consideró que «Cannes envía una señal negativa a las mujeres y las víctimas de violencia al homenajear a Delon».
20 de enero-18 de febrero
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