Rosa María Calaf, más allá de la polémica con Letizia: el mechón de Llongueras, 183 países visitados y la peor noticia que le ha tocado dar

A sus 78 años y prejubilada desde 2009 de Televisión Española, donde alcanzó el estatus de leyenda del periodismo como José María Íñigo o María Teresa Campos , Rosa María Calaf está lejos de haber dicho su última palabra y de haber realizado su último viaje. La catalana puede presumir de la muy complicada proeza de haber visitado 183 de los 196 países del planeta Tierra y como ella dice, no vale con haber llegado solo hasta el aeropuerto.

Inspirada por su abuelo, la invitada de esta semana en el 'Late Xou con Marc Giró' comenzó a recorrer mundo cuando con solo 14 años sus padres la enviaron a estudiar fuera de España. Luego vendría un intercambio en Estados Unidos y al llegar a los 18 años, ya estaba recorriendo Europa en autostop. Algo muy poco habitual para una española a principios de los años sesenta.

No es de extrañar que tras iniciar la carrera diplomática, que luego cambió por el periodismo, 'la Calaf' cosechara una fructífera carrera como corresponsal, después de arrancar en 1970 su labor profesional en TVE, siendo una de las pioneras del reporterismo en nuestro país.

Tras solicitar una excedencia especial para liderar la creación de la cadena autonómica catalana TV3, de la que fue la primera jefa de programas, regresó al ente público para pasar sucesivamente por las corresponsalías de Nueva York, Moscú, Buenos Aires, Roma, Viena, Hong Kong y Pekín, que fue su último destino.

La intensa carrera profesional que ha desarrollado la barcelonesa es una de las razones por las que nunca llegó a ser madre. Una decisión de la que hablaba en el vídeo 'A mí también', en el que también aparecían otros rostros conocidos como Eva Amaral o Leticia Dolera . En esta producción, sus protagonistas denunciaban experiencias de machismo cotidiano.

«Si no tienes hijos, eres sospechosa. Y si lo tienes y viajas sin ellos, también», aseguraba la periodista, confesando que en el pasado ha sido cuestionada por su decisión de no tener hijos. También se refería al doble rasero sobre sus compañeros y compañeras que sí han sido padres. «Fíjate, esta aquí jugándose la vida y sus hijos en casa», recordaba mientras compartía que nunca llegó a escuchar una afirmación similar de compañeros que también tenían hijos.

Siempre combativa, reconoce que «si no digo ahora lo que pienso, ¿cuándo lo voy a decir?», algo que ponía en práctica por ejemplo al criticar a Sara Carbonero desde las páginas de 'Vanity Fair' en 2012. Sobre la manchega reflexionaba sin tapujos asegurando que «hace un flaco favor a la mujer y al periodismo, pues frivoliza la imagen de la mujer y hace que la apariencia sea más importante que el contenido. Ella no tendrá esa intención, seguramente, pero creo que para eso es mejor dedicarse al espectáculo o a hacer mamarrachadas en la tele que a la información«.

Del mismo modo, y en esa ocasión en una entrevista con 'El País' en 2020, tuvo duras palabras para la reina Letizia . «Ha hecho lo que ha podido y luego ha tirado la toalla, porque en la estructura actual, que es obsoleta, es difícil», manifestó entonces la periodista. «Lo que me irrita es que se ha desaprovechado un buen activo y la posibilidad de que se convirtiese en un referente, no solo de moda, sino como mujer. Al final es un personaje reducido a la esfera privada y al típico rol de los cuidados que se asigna a las mujeres», afirmó sobre la esposa de Felipe VI .

Su característico pelo rojo y su mechón blanco o dorado son señas de identidad de Rosa María Calaf, de cuyo origen hablaba en el programa de TVE 'La Matemática del Espejo'. Allí reveló que el culpable de su característico look fue el legendario peluquero Lluís Llongueras . «Yo me dejaba hacer todo», reconocía al presentador Carlos del Amor. «Él empezaba. Por aquel momento tenía una peluquería. Pero, ya era muy innovador, de los que estaba todo el tiempo fuera y traía cosas».

Aquella entrevista nos dejó otros detalles curiosos sobre la vida de la periodista, cuya faceta personal ha llevado siempre con mucha discreción. Por ejemplo la gran bronca que tuvo con su jefe a finales de los sesenta por culpa de su manera de vestir. Era 1968 cuando le llamaron la atención por aparecer en televisión con minifalda. «Tuve una pelea tremenda», recuerda, pero pese a que en su opinión iba «dignamente vestida», finalmente tuvo que tirar la toalla y salir más recatada en pantalla.

Más cercano en el tiempo estuvo su peor trago a la hora de relatar una noticia. Para ella, que nos contó el accidente de Chernóbil o la guerra de los Balcanes, la peor fue el tsunami de Indonesia en 2004. «Era la devastación absoluta y, sobre todo, la ruptura total del tejido social. Y, claro, esas sociedades no tienen infraestructuras, no hay una posibilidad de protección civil y, por supuesto, a sus gobiernos, sus gentes les interesan más bien poco», dijo sobre un terrible suceso donde vivió «el desamparo total y absoluto».