FELICIDAD SIN TALLA
FELICIDAD SIN TALLA
Vicky Martín Berrocal tiene razones sobradas para celebrar en estos días, y no solo porque su ex, Manuel Díaz El Cordobés, se haya reencontrado por fin con su padre. La diseñadora de las famosas cumple 50 años en plena forma: ha soltado lastre en forma de kilos y también ha aligerado su vida amorosa, a la que ya que desde hace más de un año ya no pertenece Joao Viegas, su última pareja. Publica, además, un libro de autoayuda superventas: 'La felicidad ni tiene talla ni tiene edad'.
Gracias precisamente a este libro, 'La felicidad ni tiene talla ni tiene edad', conocemos algunas interioridades de la vida de Vicky Martín Berrocal que, aunque sabidas, no contaban con el testimonio de la propia protagonista. La diseñadora sevillana habla de los hombres de su vida, Manuel Díaz El Cordobés y Joao Viegas, pero sobre todo de su relación con los kilos. Es un 'strip tease' en toda regla.
Evidentemente, Vicky Martín Berrocal está en un momento inmejorable, tal y como ella misma ha ido contando a propósito de la promoción del libro. Pasea su proceso de autoaceptación con suficiente convicción como para regalar a sus miles de fans, las mujeres que siguen sus entrenamientos, dietas, viajes, vestidos y apariciones en televisión. Sin embargo, relata pequeñas grandes tragedias que la han marcado.
Vicky Martín Berrocal, en la celebración de su cumpleaños el año pasado /
«Ella ha sido y sigue siendo un espectáculo de guapa», dice en un momento de su libro Vicky Martín Berrocal, refiriéndose a su madre. «Era el ideal de belleza de la época y yo una niña que a mis catorce años tenía una talla cuarenta y cuatro. Y con eso te lo digo todo», remata. La diseñadora narra la traumática experiencia de ir a comprar ropa en tiendas sin tallas para cuerpos no normativos. «Me sentí despreciada».
Vicky Martín Berrocal le da voz a la niña gorda que fue, probablemente para sanarla. «Me han llamado gorda toda mi vida», cuenta. «No recuerdo a primera vez que lo hicieron, simplemente sé que ocurrió y que siguió ocurriendo. Por eso es tan importante tener carácter y que te impriman valores pronto. Mi abuelo me decía aquello de que te tiene que entrar por un oído y salirte por el otro. Y me lo he aplicado desde pequeña. A la gordura y a los muchos desafíos que me han ido poniendo en el camino».
Sin embargo, de aquellos sufrimientos algo queda, aunque sea un conocimiento prematuro de la crueldad ajena. «Si hay algo que he aprendido con el tiempo y la experiencia, propia y ajena, es que con la gordura no hay empatía», confiesa Vicky. «A las personas gordas se las señala, se las aparta y se las limita para cuestiones que los demás no se pueden ni imaginar».
Vicky Martín Berrocal de niña y vestida de flamenca, junto a su madre. /
Lo peor, al menos en lo que se atreve a relatar en 'La felicidad ni tiene talla ni tiene edad', es echar la vista atrás y comprender cómo la gordura fue un límite que ella misma se infringió. «Me puse límites por culpa de mi peso y acepté que había cosas que no eran para mí», admite Vicky Martín Berrocal. «No me di cuenta entonces de lo equivocada que estaba. Me perdí momentos que debería haber vivido».
«Hubo una etapa de mi vida en la que me llené de miedos», desvela Vicky Martín Berrocal en su libro. «Tenía pánico a salir a la calle. Notaba que la gente me miraba Y creía que sabían casi todo sobre mí. Eso hizo que mis inseguridades brotaran. Y que conste que siempre he llevado bien ser una persona conocida. Pero aquella etapa, que coincidió que estaba saliendo con Manuel, no gestioné nada bien lo que podrían opinar de mí».
«Salía con una de las personas más queridas de España: el «hijo de todo el mundo», porque así era el sentir de la gente con respecto a Manuel», va contando la diseñadora. «Sin embargo, yo me sentía cuestionada. Necesitaba que la gente me diera el ok. No sabía si estaba dando la talla al estar casada con Manuel. Tenía el conflicto de si, cada vez que toreaba, debería estar en casa esperándole o si estaría bin visto que saliera. Sufría mucho por ello».
Al final, esta situación de tensión fue empeorando, hasta que Vicky tuvo que tomar cartas médicas en el asunto. «Llegó un punto en el que tenía tal ansiedad, que me veía incapaz de entrar en un sitio sola. Cogí pavor a los ascensores, a las caravanas, a los lugares donde no tenía vía de escape… Fue entonces cuando decidí acudir a un profesional que me ayudó a hacer frente a todas esas limitaciones en mi cabeza».
Vicky Martín Berrocal en su espacio de trabajo, el lugar donde ultima las colecciones de su firma de moda, Victoria. /
Una de las revelaciones más sorprendentes de su libro de autoayuda, 'La felicidad ni tiene talla ni tiene edad', tiene que ver con la vida sentimental de Vicky Martín Berrocal. Quien se preguntaba por qué sus relaciones no parecen dar para mucho, más allá que la que mantuvo con Manuel Díaz El Cordobés, aquí encontrarán una posible respuesta.
«Cuando se impone la rutina, mi cuerpo como que pierde el interés», confiesa la diseñadora sevillana. «Ya no siento igual», insiste. «He sido una enamorada de la conquista, de los inicios, cuando todo vale, cuando no hay que renunciar a nada y todo te sorprende, sea bueno o malo». Inevitablemente, la intuición lleva a conectar esta inconsistencia sentimental con su particular infancia, sin su padre en casa.
«Es cierto que pasaba las Navidades sola con mi madre y mis abuelos, pocas veces estuvo él, pero entendía que debía ser así», relata Vicky Martín Berrocal en su libro. «Para mi madre él siempre fue su prioridad. Había veces que hasta me dolía, porque aparecía y era él, él, él y después él». ¿Se prioriza Vicky ante la figura femenina por compensación? ¿Se resiste, aunque sea inconscientemente, a jugar el amor de la misma manera que lo hizo su madre?