Guadalupe Sabina y María Carmen, así son, así han vivido y así se han educado las anónimas hijas de la baronesa Thyssen

Adolescentes escondidas a los ojos del mundo desde su nacimiento, pero con una educación exquisita, las hijas mellizas de la baronesa Thyssen, Carmen y Sabina, pueden presumir de haber llevado hasta el momento una vida tan privilegiada como discreta.

Carmen (a la izquierda) y Sabina (a la derecha) posan con su madre la baronesa Thyssen. / gtres

Silvia Vivas
Silvia Vivas

Pocas adolescentes pueden permitirse un total look de Chanel como el que ha lucido Carmen Cervera este misma semana en Madrid o protagonizar portadas y posados del Hola desde los dos años como ha vivido Sabina Cervera-Thyssen desde que cumplió dos años, pero esas son al menos dos de las ventajas que tiene ser hija de la baronesa Thyssen, la incombustible Tita Cervera.

Protegidas a los ojos del mundo desde el mismo momento de su llegada al mundo (algunos detalles de su nacimiento sorpresivo por gestación subrogada en 2006 siguen siendo un misterio para los que no formamos parte del clan Thyssen, como por ejemplo la identidad de su padre) pocas veces habíamos disfrutado de una imagen de Tita Cervera junto a María Carmen y Guadalupe Sabina hasta esta misma semana. Hasta el momento los curiosos sobre las novedades familiares de una de las familias más ricas de Cataluña debían conformarse con las «migajas» en formato portada del Hola que la baronesa concedía de pascuas a ramos acompañada de sus hijas.

Gracias a esos reportajes descubrimos lo rubias y guapas que eran a los dos años, los rizos que lucían a los tres, cómo pasaron su primera Navidad en Madrid, el estilismo que llevaban en su comunión o lo divertidas que eran sus vacaciones en Ibiza. Y poco más. Pero esta semana las adolescentes de 15 años han llegado a las portadas de todos los medios y se impone un poco de investigación sobre cómo son y cómo se han educado las futuras herederas del legado de Tita Thyssen.

Carmen y Sabina, las mellizas Thyssen y su educación peregrinaje de élite

Durante los primeros años de vida parece que las pequeñas y su madre la baronesa se refugiaron en uno de los lugares donde Carmen Thyssen se siente más cómoda: Mas Mañanas, la finca que posee en la Costa Brava catalana, concretamente en la localidad de Sant Feliu de Guíxols, donde además está fondeado el velero Mata Mua que tan buenos ratos le hace pasar en verano y donde firmó la paz con su hijo Borja y su nuera Blanca Cuesta.

Esta mansión de tres plantas propiedad de Tita en exclusiva es especialmente importante para ella porque está construida en un terreno que su padre le regaló tras su boda con su primer marido, Lex Baker. Además de una imponente colección de arte privada ahora conserva en sus muros los recuerdos de la primera infancia de sus mellizas.

Tras esos primeros años de estancia en Cataluña parece ser que la familia se instaló en la impresionante Villa Favorita, en Suiza, a las orillas del lago Ceresio. Una espectacular finca de 35.000 metros cuadrados que Carmen Thyssen decidió vender en 2014, por lo que las mellizas no podrán volver a disfrutar en el futuro de sus vistas (o quizá sí, porque parece que Villa Favorita acabará convertida en un hotel de lujo).

Vídeo. Tita Cervera: de Miss a baronesa, filántropa y coleccionista

La vida de las hijas de la baronesa Thyssen en Andorra

Tras el paso por Cataluña, Suiza, Madrid y las vacaciones veraniegas en España que su madre no perdona, parece que la baronesa decidió instalar definitivamente su residencia física y fiscal en la vecina Andorra en 1992, casualmente en el mismo lugar donde se acabó instalando su hijo Borja (de hecho son vecinos).

Ha sido Andorra el lugar desde el que nos han llegado más noticias sobre la progresión académica de las mellizas Cervera-Thyssen que, según confiesa su madre cada vez que tiene ocasión, no solo son «buenas niñas» sino que son unas excelentes estudiantes de las de notable y sobresaliente. Y por supuesto, multidisciplinares.

Carmen y Sabina hablan con fluidez castellano, catalán, inglés y francés, tocan el piano y el violoncelo, estudian solfeo, hacen ballet de los cuatro años, acuden a un colegio «buenísimo», pintan como hobby y su madre tiene la esperanza de que en el futuro muestren interés por el mundo del arte. «Ahora les doy la educación que deben tener, pero, una vez que sepan el camino, deben elegir lo que ellas quieran y yo las apoyaré en todo. Sí me gustaría mucho, eso sí, que fueran coleccionistas, como yo, o al menos que entendieran lo que es el coleccionismo«, explicó la baronesa (como no) en una entrevista en el Hola.

De su carácter sabemos que son independientes (Carmen Thyssen llegó a decir el año pasado que sus hijas «van a empezar a volar pronto») y que se pasaron el confinamiento por el covid haciendo de reposteras para su madre. También sabemos que comparten con su madre el amor por el mar, lo cual no es extraño porque navegan desde que eran bebés.

«Carmen y Sabina han navegado en el Mata Mua desde que eran muy chiquitinas. La primera vez que las subí fue en Sant Feliú con un añito. Y ya estaban encantadas«, contaba en 2016 su madre. Y hasta que no haya más posados sorpresa, poco más vamos a saber de las más jóvenes del clan Thyssen. Lo único que se puede añadir es que su madre, obviamente, las adora: « Han crecido mucho y están muy guapas. Son dos niñas muy buenas y cariñosas. Me siento muy orgullosa».

Temas

Tita Cervera