Launer, los bolsos de lujo silencioso favoritos de la reina Isabel II (con los que mandaba mensajes secretos)

Intentar definir a Isabel II en solo unas líneas es una tarea imposible. La monarca más longeva del mundo tuvo una vida y un reinado apasiontes, cargado de eventos que han marcado el devenir histórico del último siglo y, también, de una buena lista de escándalos y tragedias. Pero en los temas que aquí nos ocupan, si tuviéramos que definir a la reina Isabel II en términos de estilo y lujo, podríamos decir que fue un icono de moda y, quizá, la primera 'it royal'.

El estilo de la reina Isabel II estuvo marcado por un perfecto equilibrio la sobriedad inalterable de las siluetas y el uso del color como sella de identidad. El patronaje de sus vestidos, abrigos y trajes se mantuvo inalterable durante siete décadas, las mismas que hizo del monocromo en tonos vibrantes y paletas pastel el protagonista indiscutible de sus reconocibles estilismos. Dicen que vestía siempre de colores llamativos para que su séquito de seguridad nunca la perdiera de vista.

También dicen que a ese mismo equipo de escoltas y guardaspaldas los mandaba 'mensajes secretos' a través de los movimientos que hacía con su bolso: si lo movía de una mano a otra mientras hablaba con alguien significaba que su interlocutor la estaba aburriendo y alguien debía ir a buscarla con algún pretexto; si lo colocaba sobre la mesa, que en cinco minutos estaba lista para irse y si lo dejaba en el suelo, que tenía que ir a 'rescatarla' su dama de honor.

La reina Isabel II fue tan fiel a sus pautas de estilo como a sus firmas de cabecera. Sus inconfundibles zapatos tipo mocasín de tacón sensato siempre eran de Anello&Davide (rondan las 1.000 libras) y esos bolsos con lenguaje secreto, de Launer London, una firma artesana británica cuyos diseños se venden por un precio medio de 4.000 libras.

Pero no nos fijemos en los precios elevados, que la reina bien los amortizaba. Como contó su fiel estilista Angela Kelly en el libro The Other Side Of The Coin: The Queen, The Dresser and The Wardrobe «la vida útil de un look puede ser de 25 años. (A la reina) le gusta adaptar y reciclar sus prendas todo lo posible. Después de dos o tres puestas, se convierten en familiares para la prensa, así que o las modifica o las deja para sus vacaciones privadas en Balmoral o Sandringham». Dicen, además, que cuando se le rompía un vestido o un bolso, los mandaba a arreglar en vez de comprar un diseño nuevo para reemplazarlo.

La relación de la reina Isabel II con Launer London fue casi más larga y fiel que la que mantuvo con su propio esposo, el duque de Edimburgo. Se cuenta que el primero que tuvo fabricado por Launer se lo regaló su madre en los años 50, aunque entonces los comercializaba Rayne. La orden real no la recibió directamente Launer hasta 1968 y fue en la década de los 80 cuando la madre de Carlos III encargó todos sus bolsos a esta firma.

Desde entonces, Isabel II hacía todas sus apariciones públicas con uno de sus Launer colgado del brazo. El modelo Royale y el Traviata, ambos en piel o charol negro, eran sus favoritos e, incluso, se cuenta que los dejaba a su lado en el sofá cuando descansaba o veía la televisión. Para la boda de Carlos y Camilla eligió un diseño beige que causó tanta sensación que la tienda online de la firma se cayó por el número de visitas. La ahora reina Camilla ha heredado de su suegra la pasión por esta marca y también la ha incorporado a su vestidor.

Gerald Bodmer, director general de Launer, contó en Vogue que la reina no tenía más de una decena de modelos ya que «reutilizaba modelos muy queridos que tenían varias décadas de antigüedad, y solo añadía alguno a su colección - nunca los reemplazaba ni los tiraba o se deshacía de ellos- cada pocos años.

Esa durabilidad atemporal de los diseños favoritos de Launer de Isabel II no hacen más que demostrar que son un ejemplo fantástico de lo que hoy conocemos como lujo silencioso : un estilo minimalista y clásico que no pasa de moda, manufactura (todos están hechos a mano), uso de materiales de primera calidad que permiten que no se estropeen por el paso del tiempo y una silueta que solo reconocerán, como su logo dorado en forma de nudo, las verdaderas insiders.

Para hacer visible su fidelidad a la firma, en 1991 Isabel II visitó la fábrica de Launer para ver en primera persona cómo se hacían sus bolsos favoritos. Unos bolsos que, además, a la propia reina le gustaba personalizar para hacerlos realmente únicos: añadía bolsillos adicionales, monederos interiores, asas más o menos cortas, materiales más ligeros... Ninguno de estas joyas, eso sí, salió jamás a la venta para el gran público.

La marca de lujo, por su parte, quiso homenajear a su clienta más exclusiva y fiel en su Jubileo de Platino lanzando The Jubilee Collection: «hemos creado un bolso especial, elegante y discreto, de edición limitada basado en un diseño de archivo de los años 70 muy querido. A lo largo de su histórico reinado de 70 años, la reina ha llevado nuestros bolsos, convirtiéndose en símbolos característicos de su guardarropa, un gran honor para Launer», aseguraban desde la firma.