el aroma del lujo
el aroma del lujo
El destino de Marc-Antoine Barrois, fundador y director artístico de la marca que lleva su nombre, estaba más o menos encaminado hasta que un día se cruzó en su camino Quentin Bisch. Su historia seguía, como si hubiera sido trazada por un tiralíneas, la tradición de su estirpe, una familia de fabricantes textiles del norte de Francia.
Tras aprender patronaje mientras estudiaba ingeniería textil en Lille diseñó su primera colección de ropa. Era el año 2006. De manera inesperada, aunque el chico apuntaba maneras desde pequeño, empezó a despuntar, lo que llevó a Marc-Antoine Barrois a hacer sus pinitos con Dominique Sirop, Jean-Paul Gaultier –en la maison Hermès– y Jean-Claude Jitrois, antes de crear su propia maison de alta costura para hombres.
En 2013 abrió su primera boutique en París, en la que desde entonces vende esmóquines, trajes y abrigos a medida, aunque este año va a atreverse también con las camisas blancas. Él no ha sido el inventor, pero podríamos decir que lleva haciendo lujo silencioso antes de que la serie Succession pusiera de moda este concepto. « Diseño para clientes confidenciales que buscan exclusividad», confirma.
Pero, como él mismo reconoce, con ese lenguaje con un punto poético que imprime a sus declaraciones, «el proceso creativo empezó a expandirse en su corazón». La ropa entonces dejó de ser suficiente, buscaba una experiencia global para sentirse bien y se dio cuenta de que no había ningún perfume que le representara, así que decidió ponerse manos a la obra.
Fue entonces cuando llamó a Quentin Bisch, uno de los maestros perfumistas más talentosos y prestigiosos de la actualidad, autor de bombazos olfativos como Good Girl, de Carolina Herrera; Scandal, de Jean-Paul Gaultier; o 1 Million, de Paco Rabanne. Otro «bicho raro» –director artístico de una compañía de espectáculos, le bastó pasar un mes en la mítica Grasse, cuna de las flores más olorosas y los perfumes más renombrados, para convertirse en perfumista– con el que enseguida sintió una fuerte conexión. Y este encuentro de dos personalidades tan peculiares no pudo dar mejor fruto. Marc-Antoine Barrois sabía qué aroma quería oler y Bisch sabía fabricarlo. Tan compenetrados estaban que Barrois habla de Bisch como su «hermano gemelo».
«Mi perfumería responde un poco a mi mundo, es una nueva constelación, que ofrece lujo artesanal en un lugar donde prima el servicio y la calidez. Quentin ha sabido crear perfumes de la misma manera que dirigiría una obra de teatro: mediante el uso de ideas fuertes, adornos cuidadosos y efectos sorprendentes», alaba a su nariz, quien resume su trabajo sin muchos adornos. «La estructura de un perfume se puede resumir en tres o cuatro materias primas, el resto son complementos», sentencia Bisch.
Teniendo ya al nariz que podía transformar la idea de Marc-Antoine Barrois, se pusieron manos a la obra para concebir el primer perfume, que, en un principio, solo buscaba complacer a Barrois. Se llamó B683 y, como todo lo que hace, tiene su explicación. «El nombre viene de El principito, que vive en el asteriode B612. Pues yo vivo en el mío: nací en junio del año 83, y este es mi planeta», comenta.
Lo bueno es que aquel perfume que ideó solo para él allá por 2015, lo puso a la venta en su boutique y un buen día llegó la mujer de Robin Williams, lo probó y se enamoró de aquel jugo único y un tanto extraño. Aquello fue el principio. Después comenzó el boca a boca. «Nunca pensé en hacer una marca de perfumes, surgió de manera natural. Yo quería hacer algo exquisito, bello, pero no como un fuego de artificios, sino como algo que perdurara. No quería ser un gancho comercial», señala Barrois.
Este perfume, en sus palabras, es para todos los días y para toda la vida, no un producto de marketing. «Lo hice para mí, porque tenía mi identidad, pero he visto que hay personas que comparten mi universo, todo ha ido creciendo de forma orgánica». Tanto es así que tres años después, en 2019, creó una fragancia más fluida, Ganymede, con un punto más fresco, con mandarina y notas minerales, y poco después Encelade, una simbiosis de notas verdes y maderas.
Hoy en día su colección se compone de tres eau de parfum, dos extractos de perfume (con un 40% de esencia) y tres velas exquisitas, que distribuye en más de 300 puntos por todo el mundo. Entre ellos, en España, en Isolée y las perfumerías más prestigiosas de nuestro país , con un precio de entre 110 y 250 euros.
¿Sus puntos fuertes? Son perfumes elegantes y diferentes a todo lo que hayas olido hasta ahora. De hecho, como el propio Barrois admite, «son perfumes que te encantan o que aborreces, y yo prefiero tener un 20% de personas a las que les apasionen mis creaciones a un 100% que las compren pero no se identifiquen con ellas».
Ese punto de refinamiento parisino y de honestidad está muy presente en estos perfumes, 100% hechos en Francia. «Esto no es ni bueno ni malo, pero yo no quiero traerme una caja de China y empaquetar aquí mi producto y ponerle una etiqueta de 'hecho en Francia', eso no tiene ningún sentido. Hay que poner en valor la calidad local, la artesanía, los productos bien hechos. Yo soy muy detallista, creo que es importante hacer cosas bellas, elegantes. Además, creo que las empresas debemos ser lo más sostenibles posible, dejar de comprar cosas fuera, que impactan de lleno en el planeta», apunta Barrois.
De hecho, la sostenibilidad es una de sus mayores preocupaciones. Sus perfumes no llevan conservantes ni filtros solares. «Esto se puede hacer, porque nosotros para conseguirlo hemos hecho pruebas en el laboratorio, en un horno, y vemos que no aportan nada esos aditivos. Evidentemente, si le pones sustancias químicas para conservarlo, un perfume te puede durar años, pero nosotros no vamos por ahí. Por eso un frasco de Chanel o de Dior, aunque los abras, huelen igual hoy que dentro de 20 años», señala.
Barrois incide en que en los perfumes que él hace y en el resto solo hay dos cosas que les afecte, la temperatura y la luz, por eso recomienda guardarlos en el cajón de la ropa, aunque es un consejo que él no se aplica. «Sé que no hago bien, pero a mí me gusta tener mi frasco de colonia en el baño, sencillamente, porque me gusta contemplarlo, porque ese un objeto bello en sí mismo. Ahora bien, en lugares con mucho calor o con veranos de altas temperaturas, el mejor sitio es la nevera», dice.
Desmiente también que se deba cambiar de perfume en verano y en invierno, de noche y de día. «Para mí tu perfume, con el que te sientes bien, es para todas las épocas. Yo, además, he hecho un perfume que te lo aplicas por la mañana y te dura todo el día, porque los hombres no queremos complicaciones, y no solemos llevarlo en el bolso, como las mujeres. En todo caso, mis perfumes, como todos los del mercado, son unisex y no responden a ningún cliché. Hace poco, por mi tienda pasó una mujer madura superelegante y poco después una más joven, con un estilo hippy, y las dos quedaron impactadas con el mismo perfume y sus valoraciones fueron muy similares. Sobre aromas no hay nada escrito. De hecho, lo que funciona en una cultura no funciona en otra o se entiende de distinta forma».
Entonces, ¿ cómo acertar con una fragancia? «Solo hay una manera de hacerlo bien: eligiendo aquella que te despierte emociones. Todo lo demás es puro marketing. El perfume es algo que tienes que sentir, te ha de sumergir en esa fantasía, hacerte viajar, por eso encuentro raro que la gente regale perfumes, porque es algo sumamente personal. Yo a la gente que tiene respeto o miedo por la perfumería nicho, le diría que se acerque, que pruebe la experiencia. Y estoy seguro denque una vez que lo haga, no querrá parar».
¿ El mayor error a la hora de comprar un perfume? «Hacerlo porque te lo ha dicho alguien o porque quieres oler como otra persona. El perfume perfecto es una mezcla de esencia y piel. Si no lo pruebas ahí, no tienen mucho sentido comprarte un perfume». Está claro que sus propuestas se salen de lo habitual, porque en poco tiempo, y sin tradición perfumística, su marca nicho se ha colocado en la avanzadilla. A España llegó tímidamente, pero ya ha conquistado a aquellos buscadores de esencias exquisitas y diferenciales, que se alejan de las tendencias y las modas.
El año pasado Barrois frenó un poco su actividad porque nacieron sus dos hijos y decidió centrarse más en la familia, pero eso no ha quitado que siga pensando en clave de aromas. De hecho, ya prepara su próxima fragancia. «No quiero ir con prisa, porque no podemos defraudar a nuestros clientes, que han apostado por una perfumería nicho honesta. Nos tomaremos el tiempo que haga falta para seguir la estela de las anteriores».
20 de enero-18 de febrero
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